Hace poco, estuve obligado a quedarme encerrado en casa unos
días gracias a unos leves estornudos que por suerte pude hacerlos pasar por una
terrible gripe terminal en el laburo, así que me metí a googlear series gays
para ver, porque estaba seguro que después de Queer As Folk habrían hecho algo
nuevo que valiera la pena ver.
Y encontré, obviamente, a Looking.
Sólo tenía dos temporadas, de 8 y 10 capítulos y una
película que hicieron para cerrar los cabos sueltos de la serie. Esto era ideal
porque, como ya estaba cancelada, tenía la certeza de que nunca harían una
tercera temporada, así que sería como ver dos películas largas y una final
conclusiva.
Antes de bajarla leí algunos comentarios hechos por unas
cuantas locas entusiasmadas con el realismo de la serie. Decían que por fin
teníamos una serie que retrataba la verdadera vida de los gays de alrededor de
30 años, sin estereotipos ni censuras ni tapujos ni moralinas. Los comentarios
negativos decían que prometía ser la Sex And The City gay pero que era aburrida,
oscura y con historias poco atrapantes (lo cual explicaba el bajo rating y su
rápida cancelación). Y contra estos comentarios negativos estaban los que retrucaban
diciendo que si una serie gay no tiene brillo, glam, locas plumíferas graciosas
y, sobre todo, machos musculosos que pelen el lomo, nadie la mira.
Es decir, los comentarios parecían reflejar la eterna
discusión entre locas con pretensiones de intelectuales y locas con
pretensiones de superfluas. Por supuesto, no hay nada que me dé más placer que
meterme en esa discusión, para poder decirles a las intelectualocas que son
unas pelotudas atómicas, pero no podía hacerlo sin ver la serie, así que me
lancé nomás a Looking, cruzando los dedos para que fuera un verdadero bodrio
pretencioso y de baja calidad. Y, afortunadamente para mí (y lamentablemente
para el arte y el entretenimiento gay), no sólo cumplió mis expectativas sino
que las superó, las reivindicó y hasta añadió inesperados argumentos para
defenestrarla.
A decir verdad, Looking empieza bien. De normal a bien.
Tiene un primer episodio que no dice mucho ni promete mucho. Muestra a tres
amigos gays que viven en San Francisco, la ciudad más gay friendly del mundo y
de la historia, y –salvando las enoooooooooormes distancias- sólo con ese
primer y engañoso capítulo, uno puede llegar a creer que la serie es una especie
de Sex And The City gay, un poco más profundo, mil veces menos cínico y filmado
de un modo mucho más lento y oscuro.
De las tres locas, el protagonista principal es Patrick, un
gay blanco (en EEUU hay que aclararlo siempre) de 29 años, soltero, que se
dedica a diseñar video juegos y, al parecer, está buscando (looking) el amor.
Digo al parecer porque la verdad no me quedó claro qué busca, pero el personaje
tampoco lo tiene claro, así que no importa.
Patrick vive con Agustín, un gay
cubano, barbudo (eso lo aclaro yo porque me parece horrible su barba) de 31 que
es la típica loca disqueartista/drogona/promiscua que vive del aire, mantenida
por los amigos y el novio (al parecer) y que no se sabe si va a estar viva
mañana o va a terminar tirada con sobredosis en alguna vereda meada, como
efectivamente le pasa dos o tres veces. Más adelante nos enteramos de que fue a
San Francisco a los 20 años para ser una especie de Andy Warhol o Keith Haring
pero termina dándose cuenta que es un queso para el arte y vivió toda su
veintena autoengañandose, por lo cual tiene una crisis existencial que lo
llevará a romper con su pareja, a más sobredosis y a terminar reformando su
vida con un oso con HIV que trabaja en un centro de ayuda para jóvenes LGBT que
no tienen hogar o algo así (está tan mal tratado ese tema tan importante que
prefiero olvidarlo).
El otro personaje importante es Dom, amigo de los dos
anteriores pero sobre todo de Patrick (con quién cogió hace mucho y quedaron
como amigos). Dom es una loca de 40 años que, como iba al gym desde chiquita,
se pasó los últimos veinte años de su vida cogiendo a diestra y siniestra y , a
pesar de que se mantiene en forma, está medio asustada porque se le viene la
vejez y siente que no logró nada (además de que va a coger cada vez menos).
Supuestamente, trabajó de mozo toda su vida y puede pagar el alquiler porque
vive con su exnovia Doris, una rubia cuarentona no tan bien conservada como él
que al principio parece ser la voz de la razón de la serie. Pero no, es sólo
una rubia cuarentona con poco maquillaje que trabaja de enfermera y que,
supongo, la metieron para representar a los/as heteros y quizás también para
darle a Dom un pasado de hetero que explique su no amaneramiento (que le dura hasta que se chupa o hasta que tiene a alguien con quién sacar el cuero).
Es decir que, hablando en cristiano gay, la serie trata de
una histérica, una artistaza y una musculoca.
Cuando empecé a verla, efectivamente me pareció algo
aburrida pero tampoco imposible de ver y, por lo menos, tenía algunas
situaciones típicas en la vida de un gay. La primera escena del primer capítulo
comienza con la que quizás es la más típica (y la menos aceptada): muestra a
Patrick metiéndose entre los yuyos seguido por un viejo barbudo que le quiere
chupar la pija y/o coger. Mientras el viejo intenta desabrocharle el pantalón,
Patrick dice: “Hola, me llamo Patrick”. El viejo lo besa para que se calle y
sigue intentando desabrocharlo pero Patrick sigue con un super original “¿Y
venís siempre por acá?”. Ahí el viejo le dice que se calle y empieza a pajearlo
pero a la loca charlatana le suena el celular y se va, diciendo que tiene que
atender.
Esta primer escena me hizo reir (creo que fue la única vez
que me Looking me hizo reir). Pensé que Patrick sería una especie de loca
inocentona e insoportable, de esas que van a un cojedero público con la
intención de hacer amigos (todavía las hay), o que la serie quería tratar lo
que pasaba en esos lugares o quizás simplemente era una situación graciosa para
introducir al personaje. Pero a la escena siguiente vemos a los tres amigos
charlando y nos enteramos que los protagonistas no son asiduos de ir a coger a
los parques sino que habían ido esa vez sólo por diversión. Ahí tuve mi primer
desencanto porque, evidentemente, la serie iba a tratar de locas que nunca van
al parque (o, al menos, que no lo confiesan) pero tampoco era tan malo. Podía
ser de locas que no cogen en el parque e igual atraparme. Además, en algún lado
tienen que coger, así que seguí esperanzado.
Más adelante, vemos a Patrick acudir a una cita en un bar
con un tipo con el que chatea. Resulta ser una de esas “horribles primeras
citas” donde el tipo lo rechaza porque el muy idiota de Patrick no tiene mejor
idea que contarle que el día anterior anduvo shirando en el parque. Lo
interesante es cómo lo cuenta, le dice algo así como: “Ayer con mis amigos
fuimos a shirar al parque porque queríamos ver si todavía la gente hace esas
cosas”. Es super común que una loca te cuente sus sucias y pecaminosas
aventuras de cruising como si fueran un hecho aislado y divertido. También es
super común que una loca te rechace por una pavada enorme como contarle eso.
Pero la verdad que, para ser una serie gay, se notaba mucho la posición tomada
por el guionista de presentar al shiro en un parque como algo feo, raro, que ya
nadie hace o que sólo hacen los locos. Sobre todo por el hecho de que nunca más
en ningún capítulo tenemos otra escena que muestre o hable de eso.
Pero bueno, hasta ahí seguía pasando, porque no es necesario
que la serie sea pro-crusing y porque todavía estamos en el primer capítulo. La
loca con la que Patrick se cita es médico oncólogo (¡para colmo! no es lo mismo
que te rechace un doctor que un operador de call center) y, algo que me pareció
muy curioso, intercambian tarjetas para presentarse. Creí que eso pasaba sólo
en los libros de Sherlock Holmes, pero bueno, parece que en EEUU siguen
haciéndolo.
Tras esa “desastrosa” primer cita, la pobre Patrick se va
con la cola entre las piernas en vez de rota y se toma un colectivo donde
empieza a mirar un mapa o algo que lleva en las manos. Un chavón latino y
barbudo (parece que la barba está o estaba de moda en San Francisco) le empieza
a hablar y a preguntar si está perdido y, entre otras boludeces, le dice que
tiene lindos ojos y le saca una tarjeta del bolsillo y lee el nombre del doctor
pensando que es el de él y le dice “ah, sos médico”. Y la muy estúpida de
Patrick le dice que sí.
Más adelante, cuenta que lo hizo porque quería sentirse
mejor, pero realmente no entiendo porqué algo así haría sentir mejor a alguien.
Si el hecho de que un pelotudo al que no conocés te crea médico sirve para
repararte la autoestima, loca, no estamos viendo una serie gay sino una serie
sobre psicópatas estúpidos que tienen reacciones de psicópatas estúpidos. Para
colmo, cuando se está por bajar el mexicanito le grita si puede llamarlo por
teléfono y la muy tonta se baja riéndose. Que alguien vea esa escena y me la
explique, por favor, quizás me perdí algo. Hacer eso a los 15 o a los 18 te lo
entiendo. A los 29, no tiene explicación, salvo que seas paciente de un
psiquiátrico.
Hacia el final tenemos otra situación gay, aunque más de
este milenio: una despedida de soltero del ex de Patrick que, a pesar de estar
en este milenio, la celebra junto a su novio (despotricaría más contra esta situación
si no fuera porque hace poco fui a una despedida de soltero gay compartida ¡Qué
locura los celos, mamita!).
En medio de la fiesta, Dom, la musculoca cuarentona le
cuenta a Patrick que esa misma tarde intentó levantarse a un compañero de
laburo y no le dio bola, así que se quiere ir a buscar algún “putito rubio”
para reafirmar su autoestima. ¡Aleluya, loca! Ahora sí te creo que estamos
viendo una serie que muestra la realidad gay y con un personaje gay con el que
me puedo identificar (a mí mismo y a varios). Pero la escena con el putito
rubio queda para la próxima semanita, como diría Beatriz Salomón, porque el
primer capítulo termina ahí, con una larga escena de Patrick saliendo a buscar al
mexicano del bus y, como por arte de magia, lo encuentra en la entrada de un
boliche gay para latinos mientras suena una canción pedorra que ni siquiera es
de Depeche Mode.
Resumiendo, que el primer capítulo me dejó con la idea de
que Dom era una especie de Samantha Jones versión gay, que Agustín iba a ser el
personaje más almodovariano y que Patrick iba a ser la loca histérica a la que
iban a pasarle todas las cosas que le pasan a un gay sin afectarlo o, al
contrario, transformándolo completamente.
Es decir, que la única razón más o menos interesante para
seguir viendo a Looking, para mí, era Dom. Y hasta ahí nomás. Pero lo peor de
todo es que, en los siguientes capítulos, a Dom le pasa lo que jamás creí que
podría pasarle a una cuarentona: ¡se enamora de una loca cincuentona! ¿Dónde se
ha visto? Que dos viejos cojan en un sauna o después de chatear o de un boliche
o en el mismo parque, vaya y pase. Pero ¿amor
a la tercera edad gay? Acá el guionista se quiso hacer el interesante porque, efectivamente,
es un tema que raramente se trata. Lo normal hubiera sido que Dom se cogiera a
un pendejo por capítulo (con algún que otro viejo por ahí, porqué no) y que
cada uno hubiera representado algún estereotipo de gay. Pero acá lo vemos a Dom
enamorándose de una loca cincuentona que decide ayudarlo a poner su propio
restaurant y convertirse en su mentor. ¡Queriiiida! Si ya te estabas sintiendo
fracasada por llegar a los 40 y todavía ser un simple mozo de un resto de
cuarta, peor deberías sentirte si a los 40 años estás necesitando alguien que
te enseñe cómo moverte en la vida.
Igual es un subplot que dura un par de capítulos y que no
hace más que mostrar esa situación, porque no la explora ni superficialmente.
De hecho, a los pocos capítulos se convierte en un pasado que nadie sabe por qué
ocurrió. Yo hubiera preferido, lo confieso, que Dom fuera Samantha, pero cuando
ví que la loca ciencuentona aparecía de nuevo, me dije que tenía que abrir mi
cabeza para ver algo jamás visto…¡y después tampoco me dan eso!
Igual para esa altura ya nos damos cuenta que Dom y Agustín
no pinchan ni cortan en la serie, están para hacer bulto, porque la trama
central es la de Patrick con el mexicanito y con su nuevo jefe, que es una loca
semitapada con la que mantiene una aventura en secreto.
Kevin, el jefe de Patrick, es el tipo de loca que yo
personalmente detesto (aunque a las locas como Patrick creo que las detesto aún
más). Es la loca a medio camino de asumirse, que se hace la hetero y que hasta
logra que algunos ilusos le crean exagerando al 1000% sus gestos y formas masculinas.
En ésto, le pegaron justo con el actor, Russel Tovey, una loca que declaró
alguna vez que quería ser un modelo de gay masculino para los chicos gays de
ahora porque cuando él era joven todos los modelos de gays eran femeninos. Patética,
pero bueno, no es la única loca que cree que a la homofobia se la combate
convenciendo a todas las demás locas de que se comporten como machos en vez de
soltar plumas porque los que están mal son los afeminados que viven su vida
como les sale y no los homofóbicos que los discriminan, golpean, torturan y
matan por no ajustarse a los patrones de comportamiento heteropatriarcales.
Pero bueno, locas como Russel Tovey son incapaces de terminar de leer la frase
anterior sin dormirse. Y aunque la terminaran, jamás la entenderían porque
seguro también creen que si una mujer violada llevaba minifalda, estaba
pidiendo que la violen y el o los violadores no tenían por qué contenerse y
evitar cometer un delito –por no decir, un acto inhumano y cruel- contra una
puta.
¿Qué tiene que ver esto último con Looking? se preguntará algún
apolítico. Bueno, mucho. Looking es una serie pro asimilacionismo gay, por
decirlo de alguna manera. Es decir, promueve la forma de vida de los gays que
se adaptan al sistema heteropatriarcal que, en algunos lugares del mundo, como
por ejemplo San Francisco, les hace un hueco para que se metan, a condición de
no atentar contra el orden de ese sistema. Si sos masculino (o medianamente
masculino, porque siempre es una cuestión de grados), trabajador y deseás para
tu vida más o menos las mismas cosas que un hetero, que ahora hasta incluso
pueden ser casarse y tener hijos (¡Dior nos libre!), entonces podés pertenecer.
Obvio que a pesar de todas las leyes que te protejan, vas a ser un ciudadano de
segunda porque, por muy asimilado que estés, seguís siendo puto y la gente lo
sabe y, sobre todo, vos lo sabés. Y sos vos el que en el fondo realmente cree
que merecés ser de segunda por ser puto, así que está todo bien. Un gay asimilacionista
es homofóbico por el simple hecho de que desea pertenecer a un sistema
homofóbico.
Ahora, si sos demasiado afeminado, o sos travesti o trans o
queer y además de eso no sos trabajador y/o no deseás para tu vida más o menos
lo mismo que desea un hetero, bueno, no hay lugar para vos, ni siquiera en San
Francisco. Tenés que, sí o sí, ser un gay “separacionista”, que reivindique el
modo de vida queer y/o modos de vida que, supuestamente, están fuera del orden
heteropatriarcal. Acá, por supuesto, se abriría la enorme discusión de qué
sería un modo de vida queer y, sobre todo, si realmente es un modo de vida
ajeno al sistema o está incluido a pesar de su aparente exclusión como un lugar
de marginales al que seguir persiguiendo y desgranando hasta que se desate una
guerra de exterminio total o, más probablemente, hasta que la frontera de
exclusión se corra un poco más allá y esos excluídos queden dentro, alimentando
al sistema.
Pero eso es otro tema. Y, sobre todo, es otro tema para
Looking, que lo esquiva alevosamente. Tan alevosamente que hasta inventan un
personaje queer en la segunda temporada para poner en su boca todo lo que los
críticos, conscientes de lo anterior, le criticaron a la primera temporada. Pero
mirá si serán sucias las locas creadoras de Looking que en vez de plantear la
cuestión lo más objetivamente posible directamente hacen que este personaje sea
desagradable y antipático por sí mismo y lo ponen de antagonista de Patrick. Es
decir, o pensás como ellos o sos como esa loca despreciable. Y bueno, al menos
son sinceros en su postura. Pero no deja de ser un truco barato.
Igual, con Looking me dí cuenta de una cosa. Si te convertís
en una loca “asimilacionista”, si realmente vas a intentar tener una vida lo
más heteronormativa posible ¿Qué sentido tiene que hagan una serie sobre vos?
¿Qué tenés de interesante para aportarle a HBO, a la tele en general, al mundo
o, aunque sea, al arte cinematográfico? Es decir, quizás podría hacerse un
reality de una o dos horas sobre “locas que tratan de vivir como heteros”. Pero
¿una serie entera? Obvio que va a ser aburrida porque no tenés nada que no nos
digan los heteros con las mil ochocientas millones de trillones de series
heteros que existen.
Porque el aburrimiento de Looking no viene tanto de un guión o dirección flojos o de que use actores que no sean adonises de abdominales marcadas, viene justamente de su falta de compromiso, no sólo ni tanto con la "política" gay sino con la vida misma, con las relaciones, con los lugares, con las personas, con la humanidad, etc. Los personajes son aburridos no porque lo sean por sí mismos sino porque el guión nunca los saca de sus propias burbujas donde viven pensando en sus vidas, sus familias, lo que piensan los demás de ellos, etc. ni los lleva a escenarios o lugares donde deban enfrentarse realidades complejas o problemáticas. Y si lo hace (como en el caso de la muerte del padre de Doris o la necesidad de tener una pareja monógama de Patrick o el trío que arma Agustín pagándole a un taxi boy) simplemente pasan por ahí como pasaría cualquiera y no reciben ni dan nada. La realidad no los altera ni ellos la alteran, solo les pasa por al lado y ellos siguen en su burbuja de egocentrismo, de autopercepción y de apatía total hacia los demás y hacia al mundo. Una apatía que sólo es posible mantener cuando vivís demasiado enfocado en vos mismo y en tu cuerpo y tus propios sentimientos.
Eso hace que los personajes sean irreales, porque nadie aguanta tanto tiempo viviendo en una burbuja así, ni aunque viva drogándose como hacen ellos (¡qué manera de necesitar drogas para todo que tienen los yanquis!). Y, además, los hace huecos, superfluos, estúpidos, vanos. Es decir, todas las características que supuestamente tienen las locas adonis de abdominales marcadas ¡Y ni siquiera son adonis de abdominales marcadas! Son sólo 3 locas comunes y corrientes con su amiga hetero que es igual de vacía que ellas.
Porque el aburrimiento de Looking no viene tanto de un guión o dirección flojos o de que use actores que no sean adonises de abdominales marcadas, viene justamente de su falta de compromiso, no sólo ni tanto con la "política" gay sino con la vida misma, con las relaciones, con los lugares, con las personas, con la humanidad, etc. Los personajes son aburridos no porque lo sean por sí mismos sino porque el guión nunca los saca de sus propias burbujas donde viven pensando en sus vidas, sus familias, lo que piensan los demás de ellos, etc. ni los lleva a escenarios o lugares donde deban enfrentarse realidades complejas o problemáticas. Y si lo hace (como en el caso de la muerte del padre de Doris o la necesidad de tener una pareja monógama de Patrick o el trío que arma Agustín pagándole a un taxi boy) simplemente pasan por ahí como pasaría cualquiera y no reciben ni dan nada. La realidad no los altera ni ellos la alteran, solo les pasa por al lado y ellos siguen en su burbuja de egocentrismo, de autopercepción y de apatía total hacia los demás y hacia al mundo. Una apatía que sólo es posible mantener cuando vivís demasiado enfocado en vos mismo y en tu cuerpo y tus propios sentimientos.
Eso hace que los personajes sean irreales, porque nadie aguanta tanto tiempo viviendo en una burbuja así, ni aunque viva drogándose como hacen ellos (¡qué manera de necesitar drogas para todo que tienen los yanquis!). Y, además, los hace huecos, superfluos, estúpidos, vanos. Es decir, todas las características que supuestamente tienen las locas adonis de abdominales marcadas ¡Y ni siquiera son adonis de abdominales marcadas! Son sólo 3 locas comunes y corrientes con su amiga hetero que es igual de vacía que ellas.
El personaje de Doris, la ex novia y ahora amiga de Dom, realmente
revela la esencia de Looking, porque la actriz se la pasa poniendo unas caras
antes de hablar que te hacen decir "acá va a decir algo importante sobre
la vida, las relaciones, el sexo o los gays” pero termina diciendo oráculos
profundos y reveladores del tipo “No sé, es tu vida, hacé lo que quieras”. Es como si la serie tuviera un momento en que
nos crea la expectativa de que vamos a escuchar algo trascendente, o al menos, una ironía
cínica como las de Miranda o un chiste sexual como los de Samantha en Sex And
The City, pero de golpe se transforma en el dibujo animado de Los Picapiedras
cuando el dinosaurio de turno dice algo estúpido pero no muy inesperado para
que los niños se rían o sonrían.
Lo mismo pasa con Dom, que es una loca “vieja” y por lo
tanto, se supone que tiene algo interesante o gracioso para decir. Y lo mismo
pasa con todos los personajes porque son gays en una serie gay hecha por gays,
por lo tanto uno espera mínimamente un chiste o alguna reflexión medianamente
interesante sobre los gays. O, aunque sea, sobre algo. Pero no hay nada.
Si alguien me preguntara “¿De qué se trata Looking?” y yo
contestara “De tres gays que viven en San Francisco” estaría diciendo la total
y completa verdad. Porque más que eso, no hay. Si alguien me preguntara de qué
trata Sex And The City, podría decir “son 4 amigas que viven en New York” pero
sentiría que me quedo corto. Y ojo, no estoy defendiendo a Sex And The City.
Justamente me parece una seria bastante banal, pero al lado del guión de
Looking las columnas de Carrie Bradshaw parecen tratados de Sócrates.
La palabra “looking” en inglés puede significar muchas cosas
según qué palabra la acompañe (no es lo mismo looking at, que looking for, que
looking good, etc) pero, en general (y para esta serie también) su significado
se interpreta como “buscando”. Realmente, el nombre está muy bien puesto,
porque hay una búsqueda permanente de sentido tanto en el guión como en la vida
de los personajes que no acaba nunca porque, a mi entender, el guionista y el
director no tienen nada interesante para decir.
Y de hecho, frente a las críticas, ellos y sus defensores
contestaron éso mismo: que sólo les interesa mostrar la vida “normal” y real
que llevan los gays. En realidad, la peor crítica que recibieron es que la
serie es aburrida. Y, efectivamente, lo es, como toda cosa que intente mostrar
la realidad.
No es un reality sobre la vida gay en San Francisco, es una
serie con personajes y situaciones inventadas pero que podrían verse en un
reality. De hecho, el cuarto o quinto capítulo es un seguimiento de Patrick y
Richie (la loca mexicana barbuda que hace de chico bueno) en su primera cita,
charlando sobre sus vidas mientras se toman un autobús, caminan por un parque y
se sientan a mirar el mar. Sí, toooooodo un capítulo es sólo el diálogo entre
dos personajes. Este atentado contra la capacidad de atención de los
espectadores se explica porque el director de Looking hizo una película llamada
Weekend que se trata de dos gays que recién se conocen y pasan todo un fin de
semana juntos y, al parecer, llegan incluso hasta a enamorarse en sólo dos
días. No la ví a la película pero tiene excelentes críticas, por lo tanto el
director parece que quiso repetir el experimento o hacer un guiño para que
todos los que comenten Looking se vean obligados, como yo ahora, de hacer referencia
a Weekend, el gran logro de su carrera. Otro truco barato, si los hay.
En definitiva, la serie no sólo no me gustó y me pareció
aburrida sino que me pareció desagradable en las formas sutiles y no tan
sutiles que tiene de querer vender un solo modo de vida y comportamiento gay
como el deseable. Y no es que yo crea que esté mal ser asimilacionista ni
condeno a la loca que quiera serlo en la vida real, pero sí espero que una
serie gay sea un poco más rica y seria en cuanto a los enfoques sobre esos
temas y que, sobre todo, no me intente vender nada. El sólo hecho de
directamente no incluir personajes queers o que se salgan un poco de la raya de
la normalidad admitida para un gay actual en San Francisco ya es tomar una
postura bastante fuerte con respecto al tema. Es una “no inclusión” hasta en la
ficción.
Hay, además, otro aspecto importantísimo en que la serie
demuestra su afán de asimilacionismo y es en su mojigatería. Hay algunas
escenas de desnudos (culos, exclusivamente) y algunas escenas de sexo pero son
rapidísimas y sólo tienen sentido porque el guión dice “y entonces, cogen”,
pero no porque tengan algún interés sensual de por sí. Tengo en la cabeza
escenas de Queer As Folk, de The L Word, incluso de Sex And The City o de Game
Of Thrones mil veces más excitantes y provocativas que toda Looking entera y
algunas son de hace 10 años o más. Realmente, muy mal filmada la parte “porno”
y no es que yo esperara excitarme viendo la serie (cosa de todas formas
imposible porque ninguno de los actores me parece lindo y algunos hasta me
resultan desagradables) pero parece que tuvieran vergüenza de mostrar sexo gay
en la pantalla de HBO y eso queda realmente estúpido.
Y como broche de oro, hay que pensar que algunos críticos
heterosexuales (bueno, dos por lo menos) calificaron a la serie como un “no es
muy entretenida pero se justifica por su misión social”. Claro, un hetero
desinformado (y, para el caso, una loca desinformada también) puede creer que
Looking cumple algún tipo de misión en la sociedad por ser una serie gay. Es lo
mismo que me pasa a mí con los partidos de fútbol del mundial. Me ha pasado, después de una derrota
argentina, pensar “si corrieran más hubiéramos ganado” sólo para escuchar a mi
hermano o algún amigo hetero de turno decir “si corrieran menos hubiéramos
ganado”. Y, por supuesto, yo acepto sus expertas opiniones heteros y descarto
las mías no tanto porque no sepa nada de fútbol sino porque el fútbol no me
interesa un sorete.
El mismo desinterés demuestran estos críticos heteros que, en su
afán de hacerse los progres, ven una serie gay y ya por el simple hecho de ser
gay le ponen un punto. Algún tipo de misión social estará cumpliendo sólo por
ser gay, pensarán.
Lo más cómico es que, si Looking tiene algún tipo de misión,
es justamente la contraria a la que un progre desearía de una serie gay.
"...no es la única loca que cree que a la homofobia se la combate convenciendo a todas las demás locas de que se comporten como machos en vez de soltar plumas porque los que están mal son los afeminados que viven su vida como les sale y no los homofóbicos que los discriminan, golpean, torturan y matan por no ajustarse a los patrones de comportamiento heteropatriarcales. Pero bueno, locas como Russel Tovey son incapaces de terminar de leer la frase anterior sin dormirse. Y aunque la terminaran, jamás la entenderían porque seguro también creen que si una mujer violada llevaba minifalda, estaba pidiendo que la violen y el o los violadores no tenían por qué contenerse y evitar cometer un delito –por no decir, un acto inhumano y cruel- contra una puta."
ResponderEliminarRUBIO, MAS ALLA DE ESTAR DE ACUERDO O NO CON VOS, ME ENCANTA TU FORMA DE EXPRESARTE. NO TE VOY A DISCUTIR NADA AHORA, ESPERO QUE SIGAS ESCRIBIENDO, TE EXTRAÑABA.
De sde cuando una serie gay tiene que de mostrar qe esta comprometida por los asuntos gays que tu consideras importantes? Porque no puede alguien aser una seri gay que muestre otra realidad de "locas"_ como tu dices. que nosean las que uno espera encontrar por esteroetipos?? Veo que volbiste tan soberbio y por co criterioso como eras antes. Me ABURRES
ResponderEliminarRubiecin, me extraña de usted.
ResponderEliminarEsta serie es una de las mejores que he visto. Refleja cuestiones importantes de la vida de un gay, como el trauma de llegar a los 30 y nunca haber tenido una pareja estable. ¿No te parecio interesante eso?
COincido, si, en que es algo aburrida a veces. Todo lo otro que decis de gais asimilacionistas, bueno puede ser verdad, pero me parece secundario. Lo importante es lo que le pasa a los personajes y como llevan su vida.
Bienvenido otra vez. Te sigo.