lunes, 20 de abril de 2009

En el claro de la luna


Era un domingo y eran las 9 de la mañana. Yo estaba despatarrado en mi cama con no se cuántos de grados de alcohol en la sangre como cualquier argentino veinteañero (aún) promedio cuando, de repente, suena mi celular.


La pantallita decía “Mariela llamando”.


Si una persona normal te llama a esa hora de un domingo sólo puede ser por dos razones: O se le murió la madre, el padre, el perro y el abuelo y te está invitando al funeral o se está planeando un asado en la casa de alguien o en las sierras y te están llamando para que vayas a comprar carbón y lechuga.


Pero Mariela no es una persona normal:


-Hola, Rubio???- Gritó una voz histérica, llorosa y algo alcohólica- ¡Ayy, te juro que no me di cuenta, te juro!!!¡Me mandé el moco de mi vida!!! ¡Me tenés que matar!! ¡Me tenés que acribillar!!! ¡Me tenés…!!!


-Mari…– Empecé entre somnoliento, ronco y alcohólico- Calmáte. ¿Qué te pasó?
¿Dónde estás?


- ¡En mi casa, Rubio!!! ¡Ay, no sé qué hacer, te juro! ¡No sé qué voy a hacer ahora!!!


- Bueno, a ver- Me incorporo un poco y trato de espabilarme, pensando que la han violado o que le robaron todo menos el celular (precisamente!)- Calmáte y contáme que te pasó.


- ¡Noo, no puedo, Rubio, me da mucha vergüenza!! ¡Me vas a querer matar!


- Ay, nena, ¿cómo decís eso? – Digo laxamente, mientras agendo mentalmente prepararle un espantoso y cruel asesinato – Contáme, no seas boluda…


- ¡Es que no puedo, Rubio, no puedo!!!- Me dice casi llorando.


- Entonces ¿para qué me llamás? – Le digo entre cómico y enojado.


- Ayy, es que no sabés lo que pasó. Un desastre. Me van a odiar todos…


- A ver – la interrumpo, esforzándome por recordar lo que me venía contando desde hace semanas- Anoche fuiste al casamiento de tu prima, ¿no?


- ¡Sí!!!- Gritó Mariela, casi llorando.


- Y te pusiste en pedo- supuse yo.


- ¡Sí!!!- De nuevo el sollozo.


- Y te tranzaste a medio mundo.


- ¡Peor que eso!!


- ¿Te lo tranzaste al novio??? – pregunté, esperanzado.


- ¡Noooo!!! ¡Mucho peor!!!


- Bueno, cortála y contáme –dije, impaciente.


- ¡Ay, es que me da vergüenza!!! –Volvió a sollozar.


- Bueno, nena, cuando estés lista para contármelo, llamáme. Yo sigo durmiendo.


- Bueno, está bien- capituló Mariela- Te cuento. ¡Pero me vas a retar!!!


- Nooo, Mari, yo nunca te reto…salvo cuando te empeñás en vestirte de flogger a los 28 años.


- Bueno, mirá. – Me dice más tranquila- Me puse en un pedo atroz. Bailé con todo el mundo. En resumen: dí ocote.


- Ajá –mascullé, aburrido, pensando que en todos los casamientos pasa lo mismo (y en casi todas las salidas de Mariela también)- ¿Y???


- Que salí de la fiesta en un momento porque sentía que iba a vomitar. Y vomité ahí afuera, en el estacionamiento. Me quedé tirada contra una pared y me manché toda la cara y el vestido.


- ¿Y qué pasó?- dije, ahora sí preocupado- ¿Alguien te vió?


- ¡Nooo!!! ¡Eso es lo peor!!! ¡No sé lo que pasó!!! Lo único que recuerdo después de eso es que…¡me desperté en una cama que no era la mía!!!


- Ahhh –dije, comprendiendo- ¿Y de quién era la cama?


- ¡Del tío del novio! – Gritó, desesperada.


- ¿Y? – desdramaticé.


- ¿Cómo que “y”??? – Me reprochó, Mariela. - ¿Ahora qué hago??? ¿Qué hago??? – Gritó, como propaganda de Hellman’s.


- ¿Pasó algo?- pregunté, con calma.


- No, él dice que no. ¡Pero yo no me acuerdo!!! Dice que me vio tirada y que me llevó al auto, que me trajo a su casa y me llevó al baño. Que yo sola me lavé la cara y me saqué el vestido y después me tiré en la cama.


- ¿Y no te acordás de nada-nada-nada??


- No, te juro. Creo que me acuerdo de estar lavándome en un baño pero nada más.


- ¿Los vió alguien más irse?


- No, dice que no. Que me vió sola y me subió a su auto y que no le dijo a nadie para ahorrarme el papelón.


- ¿El estaba durmiendo con vos cuando te despertaste?


- Sí, estaba al lado mío pero entre la manta y el cubrecama. Yo estaba debajo de las sábanas.


- ¿Y cuál es el problema? –dije, ya aburrido- Se portó re bien el tipo.


- ¡Sí, pero si mi prima se entera me mata!!


- Y bueno, decíle que no le cuente. Igual se va a enterar, pero al menos le pasás el fardo a él.


- ¡Me van a matar!! Ya deben estar enterándose todos los de la fiesta.


- ¿Y qué drama hay? Te re mamaste en la fiesta delante de todos, con eso ya es suficiente para que te hayan sacado el cuero mal. Que se enteren de eso otro tampoco es tan grave…


-¡Ay, no me entendés, boludo!! ¿No ves que todos van a pensar que soy una puta?


- Más bien van a pensar que sos una solterona desesperada y alcohólica. Lo de puta es un plus.


- ¡Y peor si piensan eso!!!


- ¿Qué te importa lo que piensen? Mientras vos sepas que eso no es cierto que los demás piensen lo que quieren.


- Y sí, pero…


- Además ¿cuándo vas a volver a ver a toda esa gente? Nunca. Son amigos de ellos, no tuyos. A tu prima la vez cada muerte de obispo. Y si se enoja con vos por lo que pasó, hacéte la víctima, decíle que ni ella ni tu tía ni nadie te ayudó cuando estabas vomitando…o decíle que el tipo te quiso seducir, o algo así.


- Y no sé, lo que pasa es que…


- Te estás ahogando en un vaso de agua.


- No, no es un vaso de agua, es…


- Y además no debés haber sido la única borracha de la fiesta.


- Y no, pero…


- Y en todos los casamientos tiene que pasar algo gracioso.


- Y…


- Así que ahora andáte a dormir un rato y más tarde lo pensás con calma y vas a ver que no es tan grave.


-Bueno…


- Te llamo a la tarde, ok?


- Bueno, sí, dale. Tenés razón, gracias por…


- Te veo, amor, besos.


El siguiente capítulo comenzó el martes a la tarde. Todavía no sabía si había soñado la conversación del domingo o no, pero tampoco estaba ansioso por averiguarlo. De golpe, de nuevo el cartelito “Mariela llamando”.


- ¡Hola!- le dije, con toda la ironía que pude.


- ¡Hoooolaaaa, Rubioo!!-gritó Mariela- ¿Qué hacés, mi amor?


- Al pedo, ¿vos?


- Y…acá…-dijo feliz, provocando mis peores sospechas.


- ¿Y? ¿Qué pasó? ¿Tu prima te desheredó?


- Jajaja, nooo…¡no sabés!-dijo risueña, y de golpe bajó la voz para decir: “lo ví”.


-¿Qué? No te oigo.


- Lo ví –susurró Mariela, como una nena traviesa.


- ¿Qué viste?- le dije, temiendo lo peor.


- Al tío del novio- dijo, catártica.


- ¿Cuándo?-pregunté como lo haría su madre.


- El domingo a la noche- dijo, burlona.


- ¿Dónde?


- En su casa.


- ¿Cuánto tiempo?


- Toda la noche.


- ¿O sea que pasó lo que tenía que pasar?


- ¡Sííííííí!!!- gritó Mariela, pura alegría ahora- ¡Pasó!! ¡Pasó de todo!!! ¡No sabés qué lindoooooooooo!!!


- ¡Qué bien, qué bueno…!- dije, tratando de entusiasmarme.


- ¡Fue geniaaaalll!!- dijo y parecía que estaba flotando – Ay, no sé, hacía tanto tiempo que no cogía así,

mirá…Encima re dulce él, re atento.


- Ajá.


- ¡Y no sabés!...¡No sabés!...- dijo, haciendo una pausa para crear suspenso.


- ¿Qué?


- ¡Tres veces!!!!


- Wow.


- Es más grande que yo –dijo, como excusándolo- Me lleva como 12 años, pero no sabés lo divino que es. Es un tipazo. Re culto. Y se re cuida. No le das más de 35 años…¡Ah! ¡No sabés! ¡Toca la guitarra!!! Me cantó En El Claro De La Luna, la de Silvio, ahí los dos sentaditos en su cama…no sabés qué lindoo…


- Y seguro tiene una colección de discos de vinilo –interrumpí, antes de que la náusea me ganara.


- Sí…¿cómo sabés?-preguntó Mari, inocente.


- Porque deben haber mil como él.


- ¡Ahh, nooo!! En eso te equivocás. Hombres así no hay. Es el primero que conozco que…


- Ay, nena, no me contés más de él. Si a vos te gusta, todo bien, pero yo no me ilusionaría.


- ¿Porqué no?- preguntó, enojada.


- Si me preguntás eso es porque ya estás ilusionada…


- ¿Y qué tiene?


- Todo tiene.


- Sí, claro. Ya sé que no es de mi edad, pero hoy estaba pensando: –dijo, en tono filosófico- El está divorciado y ya tiene hijos, por lo cual no va a estar apurándome para tener chicos.


- Mari…


- Y vos sabés que yo no estoy lista para tener un chico ahora. O sea, no, imposible.


- Mari…


- Pero imagináte, un tipo con hijos es una ventaja. Ponéle que de acá a unos años yo quiera tener un hijo con él, pero por ahora podemos estar re tranquis con los hijos de él.


- ¡Mari…!


- Y voy a poder seguir yendo a Brasil con vos usando la bikini que me envidiás, jaja.


- ¡Mariela…!


- Tiene trabajo estable, tiene su propia casa, auto. Es un bombón, re dulce. Coge re bien. Es inteligente, le gusta el arte, la música, los libros. ¿Qué me importa que me lleve unos años?


- Mari, no importa que te lleve unos años. Lo que importa es que lo conocés hace dos o tres días nomás…No empecés a buscar salón hoy…


- ¡Ay, qué exagerado!! Nada que ver…nomás me gusta cómo es.


- Sí y eso está buenísimo. Que te guste, que cojan 10 veces, que canten Silvio…pero no empecés a pensar que él es el hombre de tu vida, porque…


- ¿Y porqué no puede serlo?- se rebeló Mariela- Los tipos de mi edad son todos unos idiotas o están casados, teniendo hijos y todo eso. Él me trató mucho mejor que Damián…–dijo, como si eso cerrara el caso- Es un tipo que ya sabe lo que quiere en la vida y no está boludeando. Si yo le gusto…


- Y sí, le gustás como le deben gustar todas las pendejas. Debe coger con 3 como vos por semana.


- ¡Ay, estás lechuza hoy!


- Y vos de nuevo te estás enamorando a las tres horas de conocer a alguien. Encima un tipo que no tiene la más mínima intención ni necesidad de estar con alguien y...


- Bueno, mirá, te llamo otro día. ¡Chau!.


Dos semanas después, no importa el día…”Mariela llamando”.


- Hola…


- Hola, Rubio, ¿Qué hacés?


- Nada, ¿vos?


- Nada tampoco. Te llamaba para ver si querías ir al barcito de Alta Córdoba.


- Mmm, no, no tengo muchas ganas. ¿Con quién vas?


- Con nadie, decía que fuéramos nosotros.


- Ah, bueno. Si querés vamos pero no tengo mucha plata…mejor veníte y tomamos algo acá en casa.


- ¡Dale!! ¡Buenísimo! Compramos unas cervezas…


- ¿Pero vos querías salir?


- No, no. Nomás juntarse para charlar…


- ¿Qué te pasó?


- Nada…


- ¿Cómo anda el coleccionista de vinilos?


- Ay, no me hablés de él, mirá. Es un enfermo.


-¿Por?


- Lo odio.


- Te hizo oír un blues del año 55, seguro.


- Jaja…no. Es un idiota. No quiero verlo más.


- ¿Qué pasó?


- Nada.


- Pero porqué no querés verlo más…


- Porque es un tarado. O sea, un bebé grande ¿entendés? Un tipo que nunca maduró ni va a madurar y yo necesito otra cosa.


- Claro.


- Yo necesito alguien que sepa lo que quiere.


- Y sí, seguramente.


- Que no esté en la joda ¿entendés? Que no pelotudee tanto.


- Sí, claro.


- El tipo éste es un imbécil que se cree no sé qué. O sea, se re hace el que es un romántico, pero es un gil total.


- Me imagino.


- Además es divorciado y tiene hijos, es como que no da.


- Y no.


- Aparte re creído, porque, o sea, la primera vez que cogimos yo no terminé y ni se dio cuenta. Y después estuvo como dos horas hablándome de que para él lo mejor en la vida era hacer gozar a una mujer y saber qué le provoca un orgasmo, bla bla bla…


- Jaj


- Y encima después hablándome de una mina con la que había tenido sexo anal, como tirándome la onda de hacerlo conmigo…Pobre tipo, ni se atrevía a preguntarmelo.


- Re pavo.


- Y sí, un nene. O sea, se quiere hacer el ganador que super entiende a las mujeres pero no tiene la más puta idea de nada.


- Y bueno, él se sentirá bien pensando lo contrario.


- ¡Pero es un pelotudazo! No se da cuenta de que las minas nos damos cuenta de todo eso. ¡Tan poco sabe de mujeres que cree que somos tontas! ¿Vos te creés que yo no me daba cuenta de que sigue enganchado con la esposa? Si le cambiaba la voz mal cuando hablaba de ella. Y después decía que estaba todo sepultado. O sea, no. Gente con traumas y pasados no cerrados no quiero.


- Y no. Nadie quiere eso.


- Encima cantando con esa voz de cigarillo..¡puaj! Te digo que Charly tiene voz de niña al lado de él. ¡Y encima tocándome su guitarrita!…O sea, pobre tipo. ¿No sabe ni hacer los rasguidos y quiere tocar En El Claro De La Luna? No podés. No podés ser tan pavote y no darte cuenta.


- Y bueno, Mari.


- Me da pena.


- Y…yo te dije.


- Sí, ya sé. Pero bueno, yo no me daba cuenta.


- Y claro, si recién lo conocías.


- Sí, bueno, re boluda de no darme cuenta de entrada. Aparte por cómo nos conocimos…o sea, no hay forma

que funcione lo nuestro.


- Bueno, ¿y cómo te diste cuenta de que no era tu tipo? ¿Te empezó a llevar a mirar los atardeceres?


-No, ni eso. O sea, un pelotudo bárbaro.


- ¿Y adónde te llevó?


- A ningún lado.


- ¿Pero estuvieron viéndose?


- No.


- ¿Cómo que no?


- Que no lo ví más.


- ¿Desde aquel domingo?


- Sí.


- Y pero antes estabas re entusiasmada con él y ahora lo odiás…


- Sí, bueno, se me pasó, qué se yo…


- A ver. Vos lo viste un domingo, el martes estabas enamorada y dos semanas después lo odiás sin que él te

haya hecho nada…


- Sí me hizo.


- ¿Qué te hizo?


- Ser un boludo atómico.


- ¿Te volvió a llamar él?


- Porque es un pajerazo mal, o sea…


- ¿Te volvió a llamar él?


- Es un imbécil, qué me importa lo que haga con su vida…


- No te volvió a llamar él…


- Ni quiero que me llame, o sea, que se pierda, que se esfume.


- ¿Vos lo llamaste?


- Que se meta la guitarra en el orto, mirá.


- ¿Cuántas veces lo llamaste?


- No me vuelvo a meter con un tipo más grande que yo nunca. Pendejos, pendejos quiero. Basta de viejos pelotudos.


- Mariela ¿Cuántas veces lo llamaste?


- Y…no sé.


- ¿Diez? ¿Veinte?


- No sé, qué se yo. Lo llamé un par de veces el lunes…el martes no me acuerdo.


- ¿Cincuenta?


-…


- ¿Cien?


- Treinta y una.

- …


- ¡Y bueno! Qué se yo…quería hablar con él…-se le fue diluyendo la voz.


- Bueno, veníte y tomamos 31 cervezas ¿querés?


- ¡Dale! Y de ahora en más: ¡Pendejos!! Nada de viejos. ¡Prohibido estar con un viejo!


- ¿Y cuando el pendejo no te responda el teléfono vas a volver con los viejos?


- ¿Qué?


- Nada, veníte. Y traé envases que los míos no sé dónde los dejé.


- Compro la no retornable, mejor.


- Dale, te espero.


Colgué, ordené un poco, desocupé el freezer, puse Britney Spears y, por las dudas, descolgué el poster del Che que tengo en la pieza por si Mariela entraba. Supongo que en un par de meses volverá a escuchar Silvio y se le pasará la gerontofobia pero, por ahora, habrá que escudarla de los coleccionistas de vinilos y de las noticias sobre Obama y el embargo.

martes, 7 de abril de 2009

La Loca Buena


Existe un tipo de loca que, por alguna razón, se empeña en cumplir con los mandamientos bíblicos a pesar de que, según el Papa, la Biblia dice que todas las locas arderemos eternamente en un pozo de azufre junto a drogadictos, médicos abortistas, talibanes comunistas y un horrible dragón de 7 cabezas.


Pero no estoy hablando de la loca católica sino de la Loca Buena.


La Loca Buena es esa loca que nadie quiere cerca porque siempre te trata bien.

Es muy educada cuando te dirige la palabra y, a veces, hasta grandilocuente. Ella jamás te va a saludar con un cálido y camaraderezco “Kéacé’lokokómova!” sino que siempre usará un lento y correctísimo “Hola, Esteban …¿Cómo estás?”. Ella cree que a todo el mundo le gusta que lo traten correctamente. Sus formas y maneras son tan corteses que hasta un mayordomo inglés ochocentista perdería la paciencia con ella. Sus frases preferidas son “buenas tardes”, “hasta mañana” y “muy agradecido”.


La característica más sobresaliente de la Loca Buena es su profundo respeto a las normas, sean cuales sean. Cuando va a la escuela y sus compañeros deciden escaparse del aula todos juntos antes que llegue el profesor, la Loca Buena se queda sentadita en su banco y diciendo muy suavemente “chicos, siéntense, no hagan eso”. Cuando trabaja es responsable, cumplidora y puntualísima y, por supuesto, vive estresada y cargada de úlceras porque sus superiores sólo confían en ella para hacer las cosas que nadie hace. Pero, a pesar de esto, ella igual encuentra tiempo para decirles a sus compañeros que no chateen ni usen el Facebook en el horario de trabajo.


La loca buena paga todos los impuestos y servicios, no importa si vive en un country lleno de empresarios evasores que se ríen de Cristina y del campo o al lado de unos cuarteteros evangelistas que le ofrecen Luz, Cable, Internet y hasta Gas Natural por dos mangos al mes. Ella va igual y se come todas las colas de municipios, bancos, rapi pagos, etc. sintiéndose buena ciudadana. Se siente culpable si su Notebook se conecta a Internet de golpe porque algún vecino está pagando Wi Fi y, por supuesto, jamás se queda con un vuelto equivocado ni se va de ningún lugar sin pagar. Deja propina aunque le hayan escupido la sopa y si ve un artista callejero le mete 10 pesos en la gorra por más que sólo sepa tirar naranjas al aire.


No hay nada más estresante en esta vida que andar en auto con la Loca Buena manejando. Conduce a una velocidad que nos hace sentir en otra dimensión: todos los autos, motos, ciclistas y transeúntes pasan rasando alrededor nuestro mientras nosotros avanzamos a lo que parece ser un movimiento rectilíneo uniforme en velocidad “Manuelita”. Es raro que la Loca Buena ponga tercera, pero siempre pone el guiño y hace señas con las luces. Además, siempre pero siempre cede el paso y saluda a los conductores que se aprovechan de su bondad. Sólo algún viejo que aprendió a manejar en los `60 le devuelve el saludo, de vez en cuando.


Aunque quizás lo peor que podés hacer con una Loca Buena es ir al cine. Si es de las sensibilonas, llorará hasta con “Watchmen”. Y si no tiene la lágrima fácil, igual habrá que soportar sus comentarios, los cuales jamás tendrán una pizca de sentido crítico: ella siempre estará a favor del “bueno”. Y si no hay buenos, del más débil o el más inocente o el más niño o el más viejo. O del perrito. Si la película tiene una historia muy confusa o diferente, entonces comentará lo cómodas que son las butacas de ese cine o que uno de los actores era bonito a pesar de no ser famoso.


Lo mismo ocurrirá si comentás con ella un libro, un programa de TV o lo que sea. Ella siempre buscará el lado “conmovedor” o “tierno”. La Loca Buena detesta a Tinelli -como todo el mundo- pero derrama ríos de lágrimas cuando aparece la historia de un soñador que quiere pagarle la operación a una nena paralítica que vive en Champuyito, Salta.


En su biblioteca puede haber de todo, porque la gente suele regalarle únicamente libros (otra cosa no da para regalarle), pero jamás faltarán los libros de moda ni los de Paulo Coello. El Código Da Vinci está exhibido en lugar preferencial de alguna estantería y, si le preguntás cuál es su película preferida, seguro -pero seguro!- que te dice Brockeback Mountain.


Tampoco es muy lindo discutir de política con ella. La Loca Buena cree que toda la gente que protesta en la calle está loca o ha sido agitada por la oposición al régimen oficial y, por supuesto, son gorilas anti-democráticos.

Lo gracioso es que si, por casualidad, queda atrapada en medio de alguna marcha o protesta y escucha las voces de los que reclaman un salario digno, salud, vivienda, etc., vuelve a su casa apesadumbrada sintiéndose una vil oligarca que debería dar todo lo que tiene a alguna sufrida docente, viajar a África para ayudar a la Cruz Roja y morir emulando a la Madre Teresa (quien, para la Loca Buena, es un ícono superior a Barbra, Liza, Madonna, Britney, etc.).


La Loca Buena suele estudiar carreras sin futuro, aunque hoy en día sea difícil definir qué carrera tiene futuro. Lo que sí, jamás pero jamás la encontraremos cursando abogacía. En medicina puede haber alguna que abandona en primer año cuando algún practicante torpe le salpica formol en el guardapolvo. En arquitectura quizás haya un par que logren recibirse a duras penas. Pero es mucho más factible encontrarlas en Psicología, Filosofía y Humanidades, Trabajo Social, Lenguas y otras carreras por el estilo que tengan un aire de “consciencia social” aunque no sirvan ni a la sociedad ni al individuo ni a los animales ni a nada.


Casi siempre hace algún cursito pedorro pero carísimo de idiomas -preferentemente Italiano o Latín, o sea, los que menos sirvan- y a veces lo combina o intercambia con alguna incursión en el mundo de los Cheffs o en la Jardinería.


Como lo que estudia no sirve mucho para nada, termina decantándose hacia la docencia, lo cual se convierte en una pesadilla para ella y, sobre todo, para los profesores que den clase en el aula de al lado, ya que la Loca Buena se sienta a dar clase leyendo algún libro en voz alta y pidiendo silencio de vez en cuando mientras sus alumnos juegan al tiro al blanco con las tizas, prueban ringtones, bailan, corren, zapatean, gritan las guasadas más graciosas por la ventana que da a la calle y exploran su sexualidad debajo de los bancos del fondo.


La Loca Buena no tiene muchos amigos porque casi nadie quiere pasar el tiempo con ella ya que su compañía no es muy excitante. Sólo la gente muy, pero muy aburrida la llama de vez en cuando para juntarse a tomar un té o a ver una película o algún espectáculo que termina antes de las 8 de la noche. Lo que sí, es feliz cuando tiene sobrinos y sus hermanos son aún más felices porque tienen niñera gratis y segura de por vida. La Loca Buena adora a los niños y cree que todos ellos son seres inocentes, puros y faltos de maldad. Por supuesto, siempre se niega a ver cómo son realmente los mocosos diabólicos e insoportables a los que ella malcría y hasta el último día de su vida le pasa unos pesitos para la cerveza a su sobrinito que ya tiene 30 años y no terminó segundo año ni en un acelerado sin que se enteren los padres.


Y si la Loca Buena no tiene sobrinos, entonces intentará suplirlos con algún hermano, tío, primo, abuelo, amigo, etc. Con alguien tiene que ser madre, a pesar de que la sabia naturaleza le niega la maternidad.


Y es por esto, principalmente, que jamás forma una pareja. Es decir, puede estar de novia pero ella jamás cumplirá con su pareja otro rol que no sea el de madre. La Loca Buena no sabe lo que es compartir mano a mano. Y si lo sabe, no le gusta porque eso significaría que el otro está solo en algún momento. Ella necesita acompañar siempre y pegotearse al otro como sanguijuela. Ella necesita dar todo y hacerse a un lado para que el otro triunfe.


El problema es que se engancha siempre con vagos y perdedores a los que estropea más de lo que ya están. La Loca Buena no entiende que el tipo con pilas y ganas de hacer cosas en la vida no se banca la contención por mucho tiempo, en cambio el tipo que no sabe qué mierda hacer con su vida se pasa buscando alguien que lo mantenga como alguna vez lo hizo su madre. Pero para la Loca Buena, una relación se basa en dar. Y, por más que le duela no recibir nada a cambio, ella sigue dando.


Es frecuente que hable de sus ex o de sus amantes con ternura., por más que la hayan cagado y vivido de la forma más degradante que se imaginen. A veces dice cosas como: “Santiaguito se fue a vivir con ese chico que le daba lo que yo no podía darle. Igual sé que me recuerda siempre”. Y es cierto. Cuando Santiaguito mira el Tele con DVD que la Loca Buena le regaló para algún aniversario o la remera cheta que le trajo en Navidad seguramente le dedica algún pensamiento. Y no es que no la recuerde con cariño. Si meterle los cuernos a la Loca Buena 3 veces por semana en su propia casa y usándole hasta los forros no disminuyó el cariño que sentía por quien le daba de comer, tampoco lo va a hacer la distancia.


La Loca Buena siempre se hecha la culpa de todo (menos de ser buena) cuando sus relaciones no funcionan. A ella siempre le falta algo para ser la persona ideal de su amante de turno. O no es lo suficientemente linda o en la cama hizo mal en ser sólo activa (ni así los retiene). La cuestión es que ella nunca asume que ser “buena” sea la causa de todos sus males.


Igual no le importa porque, por muy mal que le vaya en todo, ella sigue pensando que es afortunada y que la vida le sonríe, como a Filomena.


Al igual que la Loca Mala, la Loca Buena elige ser buena, vaya a saber uno porqué. Puede deberse a un amor excesivo por las normas o, tal vez, a falta de espíritu. La cuestión es que nadie las soporta mucho porque aburren. Lo irritante es que ellas nunca se aburren de ser aburridas.