miércoles, 30 de marzo de 2011

Dá la cara, puto!!


Hace mucho, cuando todavía no usaba cubreojeras y los cybers salían un peso la hora, solía salir a chatear al centro y me juntaba con, promediando, 3 a 6 personas por noche.


Por supuesto, no con todas tenía sexo. Pero en aquella época se chateaba sin foto ni celular ni perfil ni nada. Lo que se hacía era entrar al chat, describirse, leer la descripción del otro y si había onda se arreglaba un encuentro en 10 minutos en alguna esquina cercana del Centro o Nueva Córdoba. Así de rápido era.


Claro que ya habían algunos super hackers adelantados que subían fotos a gaydar o algún que otro dandy que pasaba su celular, pero eran poquísimos.


La mayoría éramos pobres e ignorantes. Apenas sabíamos apretar el enter y el mouse se nos vivía trabando así que menos idea teníamos de subir fotos o de conectar una cam.


Por eso se pasaba muy poco tiempo en el cyber. De hecho, la idea era entrar al chat y levantar rápido para que te fraccionaran la hora y pagaras menos de un peso. Nada de youtube, facebook, blogs, videos porno ni mercado libre. Como mucho se revisaba rápidamente la página oficial de Madonna mientras esperabas que te contesten si tenían lugar o cómo iban vestidos.


Y así uno terminaba encontrándose en la puerta del Patio Olmos o, si querías más discreción, en el escasamente iluminado monumento a los caídos de Malvinas, con todo tipo de locas que -al igual que hoy- por chat tenían una edad, un peso, un cabello, unos ojos y una dotación que difícilmente coincidían con la realidad.


Se intercambiaban unas palabras y, si había onda, se iba hasta el depto de alguno y si no, se volvía al cyber y se seguía chateando hasta dar con el príncipe azul de la noche o volverse a casa con la colita entre las piernas, aunque sana.


Así fue que conocí personalmente decenas de sapos y bagartos de todas las clases, etnias y edades. Y así aprendí que los términos “fachero”, “potro”, “macho”, “masculino”, “lomazo”, “delgado”, “discreto” y “cero ambiente” están sujetos a tantas interpretaciones como tantas locas existen. Y si bien era un perno decir “disculpá, pero no tengo onda” cuando en lugar del “flaco veintidos años lomo de gym facherito” se me presentaba un “gordo treinta-y-todos los años lomo de gil zaparrastroso”, nunca me desanimaba y volvía a meterme a un cyber con la esperanza intacta.


Pero después las cosas fueron cambiando y todo el mundo empezó a subir fotos y usar cam. Bueno, no todo el mundo, claro. Aún hoy hay gente a la que sólo pensar en publicar una foto suya en Internet les produce un principio de síncope. Pero el tema es que, de golpe, si no subías fotos o no tenías cam, no eras nadie. Es decir, nadie te hablaba. Y, mucho menos, consentía en juntarse con vos sin antes verte “un toque”.


Al principio, el chat permitía y hasta fomentaba el anonimato. Ahora lo permite, pero a condición de quedar marginado. Antes el desafío estaba en escribir algo interesante en el perfil o decir algo que atrapara, aunque fuera simplemente la medida del pene. Ahora la cosa era subir una foto en la que salieras lindo.


Y claro, en el perfil uno nunca escribe que tiene estrías o se está quedando pelado pero, si ésa es la realidad, la foto la revela implacablemente. Claro que hay trucos para disimular defectos en la fotografía y ni hablemos de las maravillas del photoshop.


Pero más allá de todo éso, el problema principal que nos planteó a los gays la era del subir fotos fue el tema de la privacidad. Porque hay muchos (vaya uno a saber cuántos) gays que no están fuera del closet y poner una foto suya en una página gay o mostrarse por cam sin saber quién está del otro lado plantea todo un peligro si la loca está casada o tiene hijos o juega al futbol con los amigos los domingos o en su laburo nadie lo sabe o, simplemente –y en la mayoría de los casos- se considera “gay tapado” aunque tenga más plumas que la Isla de los Patos y el parque Sarmiento juntos.


Así, la loca que quería mantener su sexualidad oculta se vió inmersa en un mar cibernético de fotos y filmaciones llenas de desprendimiento y orgullo (a veces bastante injustificado) y siguió recitando su adorada pero ya ineficaz fórmula “1 75m 70kg (o las medidas que fueran) buena pija buena cola buenas patas buena jeta bien masculino con (o sin) lugar” sin que nadie le diera bola. Como los curas que recitaban el Ave María en medio de la revolución francesa mientras el resto del pueblo escupía en los crucifijos, cogía en los altares y bailaba La Caramagnole, soñaban con un retorno a las buenas costumbres (léase: chatear sin foto) que no se produjo –ni se producirá- nunca.


Pero nadie contaba con la astucia de las locas closeteras quienes, frente a esta escalada de la visibilidad y la ventilación de intimidades, idearon un método de supervivencia que las salvaba de ser condenadas a los espacios más marginales de un chat: las fotos sin cara. Tal vez el invento no era nuevo, ya que muchos heteros de trampa (y muchos heteros con cara de sapo) lo habrán usado, pero prístino o no, fue el recurso preferido.


Utilizando el difuminador o la tijera del paint, modificaron y recortaron sus fotos -tal como difuminan o recortan sus vidas- a fin de mostrar su cuerpo o partes de su cuerpo, vestidos o desnudos, total nadie los va a reconocer por la forma de una panza o de un pie o por lo abierto de una cola o el color de una pija.


Pero esta solución, si bien salva la intimidad, no resuelve el otro problema esencial de subir una foto porque hay que tener una linda panza o un lindo pie o una linda cola o una linda pija para mostrar. Y en este tipo de fotos cualquiera se cuida menos que en las fotos de cara. A una cara con un buen ángulo o con un buen fotoshop se la retoca, se le tapan los granos, se le blanquean los dientes, se la pone más bronceada, se la pone más blanca, se difuminan las arrugas, se le ponen ojos azules, etc. Pero a una panza no se le pueden marcar los abdominales, ni a un pecho los pectorales ni a un brazo sumarle tríceps ni a una cola hacerla más parada ni a una pija añadirle unos centímetros sin que se note demasiado. Por lo tanto, las partes del cuerpo que no son la cara se muestran, casi siempre, tal como son -quizás con algún retoque en la luz o el color- pero más o menos reflejan la realidad fielmente.


El tema es que, cuando la realidad es que la panza es un cúmulo de grasa, la cola es un papel chato, las piernas son frágiles palillos o morcillas explotadas y los pectorales parecen mamas colgantes, por ahí es preferible mostrar la cara. O directamente no mostrar nada.


Sin embargo, si uno entra a un chat o alguna página de contactos que permita subir fotos, se va a encontrar con decenas de imágenes que rayan lo grotesco. Panzas y tetas colgantes, anos colorados y abiertos como los de un simio, penes parados o dormidos sacados desde el peor ángulo, axilas con pelusa, horribles pieses y/o piernas vistos desde arriba, etc.


Uno se pregunta, ingenuamente quizás, para qué ponen la foto de un brazo fofo o de una cintura inexistente…en teoría está muy bien mostrarse tal cual uno es, pero si se trata de usar la foto como una especie de imán o anzuelo, no tiene mucho sentido mostrar un cuerpo feo (o una fea parte de él).


Claro que algunos hombres piensan que mostrar la pija escapa a la parametrización estética. Es decir, un pene puede ser largo, ancho, gordo, flaco, chico, grande etc. Pero no puede ser lindo o feo. Es fácil escuchar la frase “me gustan pijudos”, pero nunca escuché “me gustan de pija linda”, salvo que “linda” esté reemplazando a “grande”. De todas formas, entre los gays, lo importante en este caso no es mostrar una pija “linda” o “grande” sino, simplemente, mostrarla.


Siempre tuve la teoría del que sube una foto de su pija o de su cola lo hace porque no tiene nada mejor para mostrar. Es decir, a una loca closetera o a una loca fea no le quedaría otra que mostrar sus partes para ver si así logra levantar algo.


Alguien diría que mostrar el pene puede ser un fin en sí mismo. Y sí, existe éso que podríamos llamar “orgullo peneano”. Hay hombres que parecen vivir buscando momentos adecuados para exhibir su pene, erecto o no. Sea en medio de un partido de fútbol, en un baño público, en un vestuario, en un gimnasio, en un taller mecánico, en fin, en cualquier lugar que sea “sólo para varones”, siempre hay algún tipo que pela lo que tiene y lo muestra con todo orgullo…como si los homosexuales no pudiéramos entrar a esos lugares. O, peor, como si fuéramos de piedra.


Pero, como sea, ese gusto por exhibir el pene es mucho más propio de un heterosexual que de un homosexual. Los que mean juntos y se miran y se comparan son los chongos (aunque siempre hay alguna loca haciéndose la tonta por ahí). Las locas, por lo general, prefieren hacer sus cositas solas sin que nadie las vea (aunque no sin ver a nadie).


Y sea ésto una generalización o no, lo cierto es que las locas que muestran su pija por Internet me parece que no lo hacen porque les guste mostrar su pene, sino por otras razones. Además, el “orgullo peneano” no se puede aplicar a los que muestran la cola. Y ni hablar de los que muestran manicitos. Tiene que haber alguna otra razón.


Quizás es una forma de construir la propia imagen. Si yo muestro mi pija (o mi cola) estoy construyendo la imagen de un hombre “sexual”, “calentón” y “desprejuiciado”. Eso no quita que mucha gente interprete esa imagen como la de un hombre “superficial”, “ardido” y “promiscuo”, pero puede que exhibir el cuerpo produzca una cierta sensación de lujuria o erotismo. O al menos, sirva para liberar alguna que otra vergüenza.


De todas formas, como tampoco esta razón me convencía, decidí investigar el asunto realizando una sencilla encuesta en uno de los chats que frecuento. La pregunta era “¿Porqué ponés fotos de tu pija?” (o de tu cola, según el caso). De las variadas respuestas que recibí, se podrían crear 3 categorías aglutinadoras:


1)“porque busco sexo”

2)“porque sino nadie te da bola”

3)“porque todos ponen”


(Y ésto dejando de lado algunas respuestas que no ayudan mucho al tema como: “que te importa, puto de mierda”, “y vos quien sos, loca tarada”, “morite, trolo”, “si no te gusta no mires”, “como se nota que estas al pedo”, “pasáme tu msn y te muestro mas”, etc.)


Bueno, de todas las razones, la primera confirma mi idea. Poner una foto xxx es una manera de decir que uno busca sexo de una, que no quiere perder mucho tiempo en conocerse y todo eso. Que busca un encuentro, un polvo, y chau, hasta nunca o hasta la próxima calentura.


De todas formas, a veces resulta que uno chatea con alguien cuya foto es un pene erecto o una cola abierta y a la hora de concretar para tener sexo empieza a dar vueltas como calesita histérica. O, peor, empiezan a charlar de música, arte, política, vida cotidiana o cualquier tema de charla de café y terminan diciéndote que les encantaría conocerte y charlar en persona con vos en el tono de quien te propone matrimonio.


Es decir, que por muy zafada que sea la foto, no se puede confiar que su dueño sea un promiscuo reventado. Hasta una pija parada o una cola abierta o una boca llena de leche pueden, de golpe, mostrarte que tienen un costado romántico. O, al menos, humano.


Por lo tanto, esa primera razón es bastante circunstancial.


La segunda es un poco más cierta, ya que poner una foto xxx te garantiza que al menos las locas más calentonas del chat te van a hablar. Pero muchos otros quizás no te hablen precisamente porque tenés fotos en bolas, así que, en realidad, lo que conseguís al final es que te den bola los más fáciles y los más desesperados por sexo, cosa que también se conseguiría seguramente sin poner foto.


Así que, tristemente, llegamos a la razón de siempre: “porque todos ponen”. La fuerza de la moda, basada en la inercia de la falta de personalidad, resulta ser mayor que la fuerza de la emoción, la ideología, la moralidad y hasta la calentura. Hacer lo que hacen todos justifica cualquier cosa, total, la normalidad nos ampara.


¿Eso quiere decir que, de golpe, los que suben fotos de cara, o de cuerpo sin borrar la cara, se van a transformar en el nuevo grupo marginal del chat? Supongo que no, ya que siempre va a valer más mostrarse entero que decapitado o descuartizado. Lo que sí se puede observar es que, gracias a los fotologs, blogs, spaces, facebooks, etc. y a la invariable vanidad de la naturaleza human, hay una tendencia irrefrenable a andar mostrando fotos en la web. Es una tendencia fuerte pero choca al menos con las locas viejas, para quienes la vergüenza de ser gay (o, mejor dicho, la vergüenza de que los demás sepan que uno es gay) todavía es más fuerte que la moda de subir fotos. Es raro encontrar un pendejo que tenga pudor en subir fotos, por muy feo que sea, pero viejos (más o menos de 25 para arriba) que se muestren así nomás en un chat gay hay uno por cada 20.


Supongo que habrá que esperar un par de recambios generacionales más para que las fotos de culos abiertos y pitos parados desaparezcan de las salas de chat y sean reemplazadas por fotos carnets. Aunque, la verdad, no sé si éso ocurrirá.


Las locas tapadas probablemente desaparezcan, pero locas feas habrá siempre.

martes, 8 de marzo de 2011

¿Luchar por la igualdad o sólo luchar?


Hace años que estoy hasta acá de los pretendidos y autoproclamados defensores de los gays y sus derechos (y –más ampliamente- de la igualdad y sus derechos), pero lo del cura Alessio ya es como mucho.


Como este sacerdote salió el año pasado a apoyar y defender la ley del matrimonio igualitario, la Iglesia Católica -por una vez coherente a sus principios- decidió expulsarlo y prohibirle ejercer el sacerdocio a menos que se retracte.


Y el ahora ex-cura dice que la Iglesia es autoritaria y que el arzobispo Ñañez ha actuado como un “soldado obediente”.

Digo yo, señor Alessio, con todo el respeto que se merece ¿hacía falta que te echen para darte cuenta de lo obvio? ¿Qué esperabas? ¿Una carta de felicitación de Benedicto XVI?


La Iglesia tiene clara su postura hacia el matrimonio igualitario: NO ESTÁ DE ACUERDO, NO CONSIDERA A LOS HOMOSEXUALES COMO SERES HUMANOS IGUALES A LOS HETEROSEXUALES, NO APOYA LA IGUALDAD DE DERECHOS CIVILES PARA TODOS LOS CIUDADANOS DE UN ESTADO LAICO SIN IMPORTAR SU ORIENTACION SEXUAL.


Entonces, si vos realmente estás a favor del matrimonio igualitario, de la igualdad, si realmente creés que tanto heterosexuales como homosexuales deberían ser protegidos por la ley de un estado laico y realmente creés en todos los demás hermosos argumentos e ideales democráticos, no te queda otra que NO SER CATOLICO.


No se puede pelear contra una institución perteneciendo a ella, salvo que seas un espía o que realmente estés preparando una revolución total y radical. Si querés ser católico, no podés elegir entre las diferentes creencias y doctrinas que tiene esa institución, tenés que acatar todas sus reglas. Capaz que alguna regla sea menos importante que otra, pero el hecho de no acatarla te expone a que te tachen de no-católico y tengan todo el derecho a expulsarte.


Ese es el problema de todos los supuestos católicos. Creen que no importa bautizarse o bautizar a sus hijos, o comulgar, o ir a misa o –incluso- ser sacerdote, monja o lo que sea, total se puede seguir pensando o sintiendo como uno quiere.


Es la inercia de la tradición lo que nos hace ser católicos, porque si nos pusiéramos a pensar seriamente sobre qué ideas y posturas defiende y ha defendido siempre la Iglesia Católica, qué ganancias financieras saca de su posición y sus arreglos con los demás poderes, qué negocios, guerras, dictaduras y leyes financia y ha financiado, sólo un ultraderechista demasiado obtuso podría seguir perteneciendo a esa institución.


No se puede conciliar el progresismo con el conservadurismo, al menos en el caso de la ley del matrimonio igualitario. O estás de un lado o del otro. O sos pro-igualdad o sos anti-igualdad. O sos no-católico o sos católico.


Y si elegís llamarte católico y trabajar para esa institución que denigra, humilla y discrimina seres humanos por su orientación sexual, género, etnia, posición social, etc., hacéme el favor de no hacerte el progre y el defensor de los gays porque como gay me produce mucha bronca que personas como vos, que no terminan de definir en qué vereda están parados, se coloquen (o sean colocados y/o aplaudidos por las organizaciones “LGBTT”) como los representantes o defensores de todos los gays o –peor- de la igualdad de derechos.


No niego que toda esta controversia puede ser útil porque le causa daño a la Iglesia y puede ayudar a concientizar a más gente, etc. Pero me parece estúpido decir o sentir que uno es progre cuando toda su vida formó parte de una organización no-progre.


Y más estúpido me parece condenar a la Iglesia Católica por expulsar a los que no están de acuerdo con su doctrina. Es lo mínimo que debería uno esperar de una institución que -todos sabemos y no hace falta que Alessio o Mariani salgan a decirlo- protege y hasta justifica el abuso sexual, la pedofilia, la exclusión de la mujer, etc.


Si querés pelear por la igualdad, empezá haciendo la apostasía o salíte de la Iglesia Católica o, no sé, andá y quemá una parroquia de barrio o escupí en una cruz. Pero éso de pretender seguir siendo católico y querer apoyar leyes pro-igualdad es totalmente incoherente.