lunes, 21 de junio de 2010

La gente que no coge bien




Detesto a la gente que no coge bien.


Y no es tanto por el hecho de que me hagan perder un tiempo precioso que podría haber usado para estar con alguien que sí coja bien o para hacer cualquier otra cosa más gratificante que estar con una loca traumada que tiene miedo a besar o a tocar o a chupar, etc., o que no sabe mover su cuerpo ni aunque le pongas el nuevo cd de Lady Gaga.


Los detesto porque la gente que no coge bien sólo está en el mundo para arruinarles la vida al resto de la gente.


Yo comprendo que un adolescente sea un queso en la cama por falta de experiencia. Incluso a alguien puede resultarle atractivo un pendejo que no sabe nada y hay que enseñarle y entrenarlo. Pero que un tipo grande tenga miedo de tener sexo me parece patético, imperdonable y, sobre todo, peligroso.


El sexo asusta, seguro. Desde chicos nos asusta. Biológicamente es el lugar más sucio. Psicológicamente, es el lugar que hay que estar conteniendo. Socialmente, el lugar que hay que estar ocultando. Lindas situaciones como para no generar culpas, miedos, traumas y las más diversas parafilias.


Pero, loco, no estamos en el mundo para pasárnosla teniendo miedo. Y aunque el miedo no nos abandone nunca, tampoco nos excusa para hacer las cagadas que nos mandamos por no enfrentar situaciones mal llevadas a veces durante toda la vida.


A veces el miedo viene de cosas sencillas como, por ejemplo, el dolor físico. Muchas locas te dicen “busco sexo sin penetración” no tanto por trauma sino por miedo a que después les duela la colita o porque ya tienen un paquete hemorroidal de aquellos y no se pueden ni lavar muy fuerte.


También está el miedo al sida y a todas las demás enfermedades sexuales. Generalmente, la gente mayor de 30 años (es decir, los que fueron adolescentes en los ´80/90) suele tener pánico al sida por más que sepan perfectamente cómo cuidarse y por más que les expliques 100 veces que ya no es una enfermedad mortal.


Los pendejos de ahora vienen sin forro. Pero claro, a ellos no les metieron en la cabeza que el sida era un castigo infernal para los putos sino sólo una enfermedad crónica por la cual te condenás a pagar medicamentos de por vida (igual si tenés obra social, estás hecho).


Como sea, por miedo al sida y a otras cosas, hay locas que no besan, que no la chupan o la chupan con forro, que no se dejan coger, que abrazan con miedo, que están pendientes que ninguna gota de saliva, semen o, incluso, sudor les caiga encima, etc.


Digo yo, si tanto miedo tenés, directamente no tengas sexo. Hay formas más seguras que otras, pero ninguna es garantía de que no te va a pasar nada. Para pasarla bien, además de forros y lubricante, también hace falta valor.


Pero bueno, es otra la cuestión a la que voy. La gente que le tiene miedo a una fisura anal o al sida me parece más comprensible que la gente que le tiene miedo a Satanás.


Porque, créase o no, algunas locas cogen (o más bien, intentan coger) y después rezan el Acto de Contrición.


Y si no me creen, les cuento un caso que pueden googlearlo (quizás ya lo conocen).

Hace unos años nomás, un pastor muy importante de no sé qué Iglesia rara de esas que tienen los yankees salió a hablar en contra del matrimonio gay cuando lo estaban por legalizar. Unos días después, un taxi boy morrudote de 40 años salió a decir que el pastorcito lo había contratado varias veces, no sólo para tener sexo homosexual (¡) sino para que le pasara droga.


La Iglesia ésa hizo una investigación y resultó que era todo cierto. Las pruebas de la droga eran positivas, habían llamadas registradas y grabadas al celular del taxi y el mismo pastor tuvo que aceptar que era verdad.

Así, el pastorcito, que se llama Ted Haggard, perdió su alto y bien pagadito puesto de líder religioso y se tuvo que eclipsar por un tiempo.


Acá lo tienen a Ted Haggard en contacto

con Jebús.


Mientras tanto, Mike Jones, el taxi boy, apareció en varios medios contando la experiencia. En una entrevista, dijo que él no sabía nada de su cliente y se sorprendió al verlo en la tele hablando contra los gays. Fue entonces cuando pensó en deschavarlo y grabó las conversaciones por teléfono y demás. Y lo hizo.


Por eso muchos creen que todo fue preparado por alguna organización gay para hacer quedar mal a los que se oponen a que los gays tengan los mismos derechos que los heterosexuales. Pero el que llamó para comprar pija y droga fue el pastorcito, así que no hay vuelta.


Esta historia es mucho más larga y además sigue. Ahora, Ted Haggard, salió a decir que se curó de la homosexualidad en un rancho celestial y en su página sale con toda su familia sonriendo como yankees boludos.

Si no me creen, vean wikipedia o la página del reprimido éste.


Pero bueno, a mí lo que me interesó fue lo que dijo el tal Mike Jones. En un momento el entrevistador le preguntó “¿Y cómo era el sexo con su cliente?”.


Y el tipo contó que en realidad no tenían sexo sino que primero él le entregaba la droga para que se diera.


Después se desnudaban en plena oscuridad y se sentaban uno frente a otro. Teddy empezaba a masturbarse y le pedía a Mike que hiciera lo mismo. Al rato, le tocaba un poco las bolas y empezaba a pajearlo. Después se acostaba en la cama y se masturbaba él mismo hasta acabar.


Y chau, hasta la próxima, que sería unas semanas después y prácticamente igual.


Esta musculoca desagradable es la heroína de

esta historia: Mike Jones


Muchos tipos son así, sólo quieren “pajearse con otro macho”. Lo que no entiendo es que apaguen la luz, porque no lo ves al otro como para excitarte. O será que tienen miedo a mostrarse.


O será, más bien, que por ser oscurantistas prefieren la oscuridad.


Y ojo, puede ser que haya gente que disfrute teniendo sexo así. Y está muy bien, si es lo que te gusta, hacélo. Ahora, si lo hacés porque sos un cagón que no se atreve a otra cosa, andá urgente a un psiquiatra antes que empecés a hablar con la Virgen.


Los tipos como este Ted Haggard son unos cagones que no se atreven a vivir a pleno.


No se atreven a que los vean desnudos, no se atreven a ver mucho, no se atreven a tocar (salvo los genitales), no se atreven a besar, acariciar, franelear. Y de la penetración, ni hablar.


En fin, no se atreven a pasarla bien.


Y están los que dicen “éso es sexo entre machos”, es decir, pajearse juntos y tocarse un poco. Yo diría justo lo contrario, es sexo entre tipos tan pero tan maricones que ni se atreven a coger bien.


Igual, hasta ahí, eso sigue siendo asunto de cada uno. El pastor éste podría pasarse la vida teniendo sexo en la oscuridad -perdón, pajeándose en la oscuridad- para después ir a bautizar nenes en el río. Y con la misma mano...como hacen tantos otros.


Y la verdad que, mientras nadie lo sepa ¿qué importa, no?.


Ahora, ¿porqué esta loca tapada y traumada tiene la necesidad de salir a hablar contra los gays? ¿es una imposición de su Iglesia? No, porque podría quedarse callado, hacerse el boludo o buscar una posición conciliadora.


Pero no, el tipo, después de pajear a un desagradable gordo musculoso, sale a gritar que las locas arderemos como ardió Sodoma por cometer actos impuros.


¿Porqué?


Un abogado diría “porque es una forma de cubrirse”. Un psicólogo diría que hay un problema de aceptación personal y por eso ataca a lo que ve mal en él. Un cínico diría “porque así gana plata”.


Y capaz todos tengan algo de razón.


Pero yo diría, simplemente, que es porque no coge bien.

jueves, 10 de junio de 2010

La zorra y las uvas


Seguro conocen la fábula de la zorra y las uvas. Era una zorra a la que, por alguna razón, se le metió la idea de comer uvas y empezó a saltar y saltar para alcanzar un racimo. Pero a pesar de sus esfuerzos, no consiguió las uvas y se alejó diciendo “bah, están verdes!”.


Yo conozco una zorra muy parecida a la de la fábula, sólo que más humana. Se llama Emiliano, pero algunas personas le dicen la yarará (una serpiente típica de Córdoba).

Resulta que esta zorra de la yarará, con todo su veneno y escamas, también tiene corazón. Y la muy boluda se enamoró de (o, más bien, se hipercalentó con) un chongo hermoso que obviamente no le va a dar bola nunca porque Emilianito no se distingue ni por su belleza, ni por su flacura, ni por la blancura de sus dientes (lo cual es lo peor).


El chongo en cuestión se llama Oscar. Es un tipo super educado, profesional, con un lomazo tremendo y una personalidad muy simpática. La cuestión es que Emiliano/zorra/yarará se volvió super denso, acosándolo todas las noches que lo veía en el boliche, hasta que una noche Oscarcito se hartó y lo mandó a la mierda.


¡Para qué!


Nunca, nunca, nunca manden a la mierda a una loca venenosa. Es como hacer enojar a una yarará.


La zorra Emi no vino a decirnos: “está verde”, dijo simplemente, en todas partes donde pudo:“la Oscar es una pasiva de cuarta”.

Y dijo muchas cosas más, claro. Hasta donde le dió la imaginación.


Es una forma muy extraña de enfrentar la realidad. No logra probar cómo es la realidad entonces inventa otra que lo consuela. Por más que sabe que se está mintiendo, se sigue mintiendo. Pero lo increíble es que realmente se cree su propia mentira.


Porque lo importante acá no es que Emizorra haya difundido chismes a diestra y siniestra diciendo que el tal Oscar tenía sida y robaba billeteras. Lo importante es que Emizorra se autoconvenció de que era así.


Y está lleno de Emizorras en todas partes. Las veces que habré entrado a algún chat y por no contestar un mensaje choto o proveniente de una foto horrenda me dijeron de todo después.


Me acuerdo una vez, patente, me escribió un tipo, empecé a contestarle y recibí de golpe otro mensaje de él “chau, sos una loca pasiva asquerosa”. Puede que haya sido un acostumbrado a las conexiones rápidas, pero creo que más bien era una zorra histérica con muy poca paciencia.


Y supongo que aún hoy seguirá creyendo que soy una pasiva asquerosa.


¿Cómo hace esta gente para lograr ese maravilloso autoconvencimiento?


Porque no vamos a negar que si uno pudiera autoconvencerse de que las cosas son como uno quiere, la vida sería mucho más linda.


Y lo más interesante es la reacción de la gente. Porque nadie le cree, todos sabemos que la Emi quedó resentida porque no la quisieron coger. Pero nadie dice nada nunca sobre el tema, sólo se quedan calladitos escuchando las locuras que Emi inventa sobre Oscar. Es como que se le permite mentirse, pero nadie se prende con él.


Pero claro, yo soy medio yarará también y resulta que una noche estaba apoyado en la barra del boliche con bastante alcohol encima y se me vino la yarará a contarme sus nuevos inventos sobre Oscar. Más que nada por hartazgo del tema le dije:”Mirá, la cosa no es así. El guaso te dijo que no tenía onda y vos ahí te pusiste a hablar mal de él. Y ahora ya fue, entendé. Todo el mundo sabe que mentís.Ya sos patético inventando boludeces todo el tiempo. Hartaste.”.


Quedó muda, claro.


Hasta ahora no se ha vengado de mí, que yo sepa.


La cuestión es que a todos nos cuesta tolerar el rechazo, pero hacer lo que hizo la zorra de la fábula es peor. Porque terminás demostrando que sos un loser total y encima no te lo bancás.

Lo mejor es retirarse con la dignidad que nos quede.


Bueno, ya que me puse moralista, permitan que este pobre blog les deje algo: Locas (y no locas), cuando alguien los rechace piensen que ellos son los boludos que se pierden estar con ustedes, que son maravillosas y hermosas. Y nunca, nunca, nunca digan “es una pasiva de cuarta!”, porque las que van a quedar como pasivas de cuarta son ustedes mismas.