martes, 12 de julio de 2011

Y vos...¿qué clase de activo sos?


FORROS

-El buen activo siempre tiene forros y lubricante, nuevitos y texturados, en el bolsillo de la campera o en la billetera o en el cajón de la mesita de luz.

-El activo bueno, ante la pregunta “¿tenés forros?” se detiene en lo mejor, se viste y baja al kiosco a comprar.

-El activo malo no compra forros nunca y espera que el otro tenga siempre. Y si no hay, intenta cogerte a pelo o se pajea y acaba encima de tu cola.

-El mal activo se pone el forro al revés o lo rompe intentando ponérselo y termina acabando precozmente encima del plástico en ese proceso.

PLACER

-El buen activo disfruta haciéndote chuparle la pija y disfruta chupando y/o lubricando tu cola. Y, por supuesto, disfruta penetrándote y sintiéndote gozar su pija.

-El activo bueno disfruta haciendo todo lo que vos querés que te haga y todo lo que hace “de onda” sin que ni siquiera se lo pidas, como chupártela o entregarte la cola.

-El activo malo disfruta cuando vos se la chupás y te le sentás encima mientras él mira la pared, el techo o la tele con cara de muerto.

-El mal activo disfruta cuando le decís de lástima “qué grande la tenés” o “no te preocupés, a todos les pasa”.

LUGAR

-El buen activo tiene lugar, auto y/o “el depto de un amigo” siempre disponibles, pero también le encanta cogerte en un balcón, en un parque, en un pasillo, en un río o en una carpa y te lleva a esos lugares de vez en cuando.

-El activo bueno te lleva a un súper hotel que él paga y a veces se atreve a que le hagas un pete en el auto. Igual no se le para por los nervios de que alguien los vea.

-El activo malo tiene lugar y auto pero prefiere cogerte en la segura y cómoda intimidad de tu casa o de un hotel que vos conozcas y pagues de antemano.

-El mal activo no tiene lugar ni auto ni bici ni cospeles ni sabe orientarse en la ciudad para llegar a tu casa y termina llamándote cinco horas después de la hora del encuentro para decirte que se perdió y que lo vayas a buscar en taxi a la loma del ocote.

PREVIA

-El buen activo, antes de coger, te pasa a buscar por tu casa o por donde le digas y te lleva a cenar o a tomar algo por ahí y después a su casa o la tuya y mientras te pide que le contés algo de tu vida te acaricia la mano o la cola o hace que le acariciés el bulto.

-El activo bueno, antes de coger, te pasa a buscar por donde le digas y es capaz de escucharte hablar de tu vida o de cualquier huevada toda la noche hasta que se atreve a decirte “¿te puedo dar un beso?”.

-El activo malo, antes de coger, te tira indirectas de cuándo lo vas a invitar a tu casa para coger y, cuando finalmente lo invitás, justo no puede ese día o a esa hora y te avisa bien tarde -si te avisa- cuando ya no hay tiempo de buscarte otro ni en el chat más loser.

-El mal activo, antes de coger, da cien mil vueltas para juntarse hasta que por fin se decide a que vos vayas a buscarlo a donde él está y lo llevés a algún lugar donde vos puedas chupársela y entregarle la cola y ni te pregunta tu nombre, ni si tenés vida y ni si querés acabar.

POSTVIA

-El buen activo, después de coger, va al baño a lavarse, te hace señas desde la puerta para que pases vos y se tira después en la cama al lado tuyo para charlar un rato de cualquier cosa mientras te acaricia o te hace cucharita un rato. Si es tu casa, se va después de charlar un rato o un buen rato. Si es la suya, te ofrece algo de tomar y te pregunta si querés que te lleve a tu casa o quedarte a dormir. Y si te quedás a dormir te abraza un rato y después se da vuelta, dejándote espacio, con su mano en tu cintura o sus pies junto a los tuyos.

-El activo bueno, después de coger, se queda un buen rato pegoteado a vos y charlando de temas aburridísimos, preguntándote siempre tus opiniones antes de dar las suyas y te pide que te quedes a dormir o quedarse él. Se aferra a vos en una estranguladora cucharita y se duerme roncándote en el oído y babeándote la nuca.

-El activo malo, después de coger, va al baño y vuelve y se sienta en la cama con los brazos abrazando sus piernas, el mentón en sus rodillas y los ojos bien abiertos sin decir una palabra. Probás hablarle de alguna huevada y te responde con monosílabos y entonces empezás a vestirte para irte y ahí empieza a contarte algún drama de su vida que ni le preguntaste pero resulta tan serio que te tenés que sentar a escucharlo.

-El mal activo, después de coger, se queda duro arriba tuyo y se duerme o se empieza a reír como mogólico y dice “ohh, qué bueno estuvo, jaja” o se da vuelta y se recuesta a tu lado y se pone a contarte su día y a hablarte de gente que no conocés y de temas que sólo le interesan a él sin preocuparse mucho de si lo escuchás o no.

HIGIENE

-El buen activo se baña, se cepilla los dientes y se pone algún desodorante deportivo diariamente y siempre tiene lindo olor cuando traspira mientras te coge.

-El activo bueno se baña, se pone desodorante caro, se perfuma y hasta se depila y se pone cremas, talcos y lociones de todo tipo antes de cogerte y si traspira mucho pide permiso para ducharse antes de seguir ensuciando las sábanas.

-El activo malo se lava un poco el pito y se mata el chivo con desodorante barato pero no te toca si no estás reluciente como tetera de plata y no le jurás que ya te hiciste como cinco enemas ese día. Nunca traspira, porque no mueve ni un dedo para coger.

-El mal activo no se baña o ignora cómo higienizarse, tiene costras de mugre en las ingles, cicatrices en todo el pubis de tanto rascarse y pelusas en los pelos de las bolas. Eso sí, cuando llega a tu casa para cogerte te pide que le prestes tu desodorante y su traspiración igual tiene olor a mayonesa vencida mezclada con queso cuajado.

ORGASMO

-El buen activo espera que vos acabes solo, frotándote contra las sábanas si te coge boca abajo o contra su panza si te coge frente a frente y, si acaba antes que vos, te dedea mientras te besa la boca y los pezones o te mete la lengua en la cola mientras vos te pajeás.

-El activo bueno te pajea y te la chupa antes de cogerte, te pajea mientras te coge y, si acaba antes que vos, te la chupa hasta tomarte la leche y capaz hasta se te sienta encima para que le acabes adentro (de onda, claro).

-El activo malo se concentra en acabar él y capaz te la chupa o te pajea un poco pero para calentarse él y, si acaba antes que vos, se levanta y va al baño o comienza a vestirse y hasta capaz que se va murmurando “chau, suerte” mientras vos seguís pajeándote.

-El mal activo acaba antes que vos termines siquiera de dilatarte o no acaba nunca y tenés que pasarte dos o tres horas pajeándolo o chupándosela hasta que dice “no sé qué me pasa, toy nervioso” y se va, dejándote con la muñeca y las mejillas contracturadas para toda la semana.

MILKING

-El buen activo acaba adentro tuyo con el forro puesto o la saca justo antes de acabar para llenarte de leche la cara y el pecho o la cola y la espalda sin avisarte mientras grita y gruñe como toro en celo.

-El activo bueno te avisa cuando está por acabar y te pregunta “¿dónde querés la leche, amor?” y después acaba unas gotitas justo donde le dijiste que te gusta susurrando “¡oh, sííí!” o –peor- “¡ay, sííí!.

-El activo malo no te avisa cuándo está por acabar y te llena de leche la boca o la cola sin decir ni mu, o te la saca antes y se pajea hasta acabar encima de tus sábanas, tu almohada, tu ropa o tus zapatos. Y si le queda algo en la mano, se limpia con tu cubrecama o se sacude sobre tu alfombra.

-El mal activo acaba sin que te enterés y no sabés dónde acabó ni tiró el forro hasta que al otro día, con la luz del sol, ves el enchastre que hizo en algún rincón de tu pieza.

FRASES

-El buen activo te dice “¡Tomá, puto!” o “¿Te gusta mi pija, puta?” o “¡Qué buena cola tenés, putito!” con voz de villero mientras te clava con toda.

-El activo bueno te dice “¡Ay, qué lindo cogerte, bebé!” o “¿Querés que nos veamos de nuevo mañana?” o –lo peor- “Uy ¡creo que te amo!” con un hilito de voz mientras te la mete suavemente a intervalos regulares.

-El activo malo no dice nada mientras coge y de vez en cuando murmura “mmjj” o “jjmm” mientras te empuja un poco o te hace señas para indicarte que cambies de posición.

-El mal activo te dice “Uh, qué bueno está culiarte, bebé. Oh sí. ¿Te gusta? Uh, qué bueno está culiarte, bebé. Oh sí. ¿Te gusta? Uh, qué bueno está culiarte, bebé...” y así sigue hasta que le decís que baje la voz por los vecinos o le tapás la boca de una trompada.

ORAL

-El buen activo te besa un buen rato con aliento a menta, te mira a los ojos, te acaricia la nuca suave pero firmemente y te dice “¡Chupámelá!” (sí, con los dos acentos) mientras con la otra mano empieza a bajarse la bragueta y vos terminás de bajársela para encontrarte con su pija erecta o semierecta que termina de pararse dentro de tu boca. Y mientras se la chupás te mira a los ojos y observa encantado cómo se la comés

-El activo bueno te besa y te besa y te besa hasta que le sentís el gusto de las caries más insignificantes que tenga y después te dice al oído “¿Te puedo pedir una cosa?” mientras agarra tu mano y amaga con llevarla hasta su bragueta o te mira con ojos de carnero degollado mientras agarra tímidamente con el pulgar y el índice (y el meñique parado) el cierre de su bragueta. Y mientras se la chupás cierra los ojos o mira un segundo y desvía rápido la mirada.

-El activo malo, antes de que te le acerqués a besarlo, se baja la bragueta, saca la pija dormida (que apenas sobresale) y se tira en la cama o en donde sea con los antebrazos apoyados a los costados mientras, sin ni siquiera mirarte, espera que vos empecés solito a chupársela. Y si no se le pone dura rápido, es culpa tuya que no sabés chuparla bien. Y mientras se la chupás, mira fijamente su pene sin cambiar de expresión o mira para otro lado.

-El mal activo te da un choto beso con mal aliento y te pone de golpe una mano en la nuca para empujarte con toda hacia su bragueta (que está intentando abrir con la otra mano) golpeando torpemente tu nariz contra su pecho y su panza y raspándote la boca con la hebilla del cinturón (que tampoco sabe desprender). Y cuando por fin vos conseguís abrir el despelote de cierres y botones que armó te encontrás con que perdió la erección de los nervios o –peor- que ya acabó en el calzoncillo.

ACTITUD

-El buen activo, cuando capta las primeras señales de aceptación que le mandás, se te acerca estés donde estés, te invade con la mirada, te toma de los brazos o te abraza y te planta un beso bien puesto en la boca, con lengua, que cada vez se vuelve más intenso.

-El activo bueno, cuando ya estás casi pegado a él con cara de soñador mientras mirás las estrellas o cuando ya estás sentado en su falda refregándotele como gata en celo, te dice muy suavemente “¿Te puedo robar un beso?”con los ojos semicerrados y sonrisa bobalicona. Y lo peor es que no te lo roba nunca, sino que espera que vos se lo des.

-El activo malo, cuando se da cuenta que gustás de él, te dice “cobro 100 la hora” y cuando ve que no pensás pagarle, te dice “ok, cojamos, pero rápido porque mañana me levanto”. Y, por supuesto, no te besa aunque lo beses.

-El mal activo, antes de que vos hayas siquiera empezado a pensar si te gusta o no, te dice “¿tenés lugar?” o “loco, dale, vamos a culiar que más tarde viene mi vieja”. Y si intenta besarte, frunce los labios como si fuera a besar a su tía en navidad y trata de chocarlos con los tuyos, cosa que no logra porque lo esquivás al verle los herpes.

DOLOR

-El buen activo te chupa un largo rato la cola, te mete los dedos que especialmente usa y tiene preparados para eso -con las uñas bien cortadas-, te pone lubricante si hace falta y cuando estás bien dilatado te la mete despacio pero sin detenerse y poco a poco va bombeando más fuerte hasta que se vuelve una bestia enloquecida y no para aunque llores.

-El activo bueno siente asco por chupar la cola pero, de onda, te pega unos rápidos y suaves lengüetazos superficiales e intenta dilatarte con la mano enguantada y lubricante hasta que te hartás y empezás a hacerlo vos con tus dedos. Después te la empieza a meter y te la saca antes de que entre toda porque se asusta con tus gemidos. Finalmente vos se la agarrás y te la metés entera y él empieza a cogerte suavemente, deteniéndose a cada rato para preguntar “¿Estás bien?”.

-El activo malo usa su lengua sólo para degustar, sus dedos sólo los mete en su nariz o en sus orejas e ignora lo que es la vaselina o cualquier lubricante a pesar de que vos te lo ponés siempre solito para poder sentarte en su pija. Y si ve que te duele mucho y no podés, simplemente se saca el forro y se pajea en frente tuyo hasta acabar.

-El mal activo pone la lengua dura y empieza a pincharte el ano con ella como si estuviera martillando un clavo en el medio de tu culo y, de golpe, sin ni siquiera ponerse el forro, se te sube encima e intenta ponértela de una, errándole siempre al blanco. Cuando vos lo calmás y conseguís dilatarte y ponerle un forro y sentártele encima, se le baja y no se le para ni con una grúa.

AMBIENTE

-El buen activo pone una radio cheta o deja el tele prendido en algún canal de música o la compu con el reproductor de windows pasando temas rock o pop, dando una luz difusa y siempre con el volumen normal. Tiene aire acondicionado y/o ventilador y calefactor y/o chimenea cerca de su cama de dos plazas o de un buen sofá y aunque haya despelote, el ambiente está bien ventilado y después de cogerte, cambia las sábanas en bolas delante tuyo para después invitarte a echarte un rato con él mientras charla con naturalidad de cualquier huevada y patea a su gato y/o a su perro para que no te molesten.

-El activo bueno selecciona en su computadora una carpeta titulada “románticos” y deja sonando éso suavemente a la luz de las decenas de velas que tiene en una mesita con adornos y hornitos que tiran olor a patchouli, creando un ambiente de santería. Su casa está recién ordenada, el piso está recién barrido y sus sábanas están recién cambiadas pero no hay aire ni calefactor cerca y no abre las ventanas para que no se escape el gato. Y cuando te estás por ir, te dice tiernamente que se va a quedar durmiendo con tu olorcito en sus sábanas.

-El activo malo no pone música o la pone tan bajo que no se oye y apaga todas las luces, guiándote hasta la cama sólo con la luz del celular. El olor del ambiente es una mezcla de humedad, pizza muzzarela, cigarrillos y enduido. Tiene una pieza con una cama de una plaza y un ropero y papeles y ropa tirados por todas partes. Entre sus sábanas podés encontrar etiquetas de forros rotas y, mientras te coge, su gato o su perro –o ambos- saltan a la cama para retozar al lado tuyo mientras mastican un forro usado.

-El mal activo pone Gran Hermano o Tinelli a todo volumen o pone una radio cuartetera o selecciona una carpeta de su compu titulada “heavy metal”. En toda su casa hay olor a tuco o bife a la plancha o lo que fuera que cocinó. Te coge de parados en su despelotado y sucio living porque no hay ninguna superficie libre donde echarse, con todas las luces prendidas y en el mejor momento te la saca para ir corriendo a cerrar una cortina así el vecino deja de espiarlos o para ir a apagar el lavarropas que empezó a rebalsarse. Y cuando por fin te está cogiendo bien y empezás a gemir, el perro y/o el gato, que estaban agazapados bajo el sofá, se asustan y te pegan un mordiscón en la pantorrilla y/o un arañazo en la nariz.

DEPORTE

-El buen activo practica algún deporte en solitario de vez en cuando y cuando tiene ganas, como correr, nadar o andar en bici y jamás se le ocurriría hablarte de fútbol, a menos que vos le saques el tema.

-El activo bueno va al gimnasio a hacer pesas y/o natación que suspende cada vez que se pone de novio y te pregunta qué futbolista te gusta de la selección.

-El activo malo no hace ni jamás hizo nada parecido a la gimnasia en toda su vida pero usa buzos de rugbier y botines de fútbol y te cuenta que antes jugaba en un club pero no puede decirte el nombre.

-El mal activo pasó toda su vida jugando a algún que otro deporte en equipo, sobre todo rugby, pero más concentrado en mirar chongos en los vestuarios que en cultivar su físico y el 95% de su conversación gira en torno a repetir lo que oye decir a los heteros sobre River, Boca, Belgrano, Talleres, la copa América y el mundial.

ARTE

-El buen activo siempre hace alguna actividad artística con pasión, aunque la haga mal, sea tocar un instrumento, pintar, dibujar, cantar, actuar, escribir, armar avioncitos de papel o, aunque sea, coger. Y rara vez va a un museo o al cine o al teatro o a conciertos ni le interesa leer ni escuchar lo que dice ningún crítico.

-El activo bueno no sabe ni hacer linda letra pero va al cine periódicamente, al teatro y a conciertos de vez en cuando y a los museos para impresionar a alguien. Escucha alguna radio cool o lee algún suplemento culturoso del diario para mantenerse al tanto de lo que pasa en el “ambiente” artístico de su ciudad, repitiendo las opiniones de algún crítico pedorro con la misma dislexia y las mismas faltas de ortografía para que parezca que le interesan otras cosas además de coger.

- El activo malo escucha Madonna y Britney a escondidas, tiene grabadas Mujer Bonita y Secretaria Ejecutiva en vhs y hasta capaz que sabe tejer crochet mejor que su abuela pero igual se burla descaradamente de vos cuando le contás que alguna vez hiciste danza clásica. Va periódicamente a los cines pornos y algún que otro Domingo shira por el paseo de las artes.

-El mal activo cree que el Pity Alvarez es el nuevo Charly García, que Arnold Schwarzenegger merece un Oscar por Terminator II (pero no por la I) y dice ser un capo guitarrista por saber tocar el primer verso de Zamba De Mi Esperanza y casi igual a un arquitecto por su manejo básico del Autocad. Te invita al cine a ver la película más idiota y/o yankee que haya en la cartelera pensando que así te conquistará y tenés que sacudirlo cuando empieza a roncar en medio de la función.

TAMAÑO

-El buen activo siempre es más alto, más morrudo, más grandote y, sobre todo, mayor que vos porque jamás se buscaría a alguien más grande que él para coger, ni en tamaño ni en edad y siempre preferirá pasivos pendejos y ligeritos para manejarlos mejor en la cama. Tiene la pija recta, limpia, sin depilar, le encanta mostrarla, sabe usarla y hace que la ames mida lo que mida. Y si se le afloja, se tira al lado tuyo relajándose mientras te besa y te acaricia hasta que se le pone dura de nuevo.

-El activo bueno es de tu estatura y contextura o más petiso y flaco que vos y suele tener más de 35 años, porque no le importan mucho tu físico ni tu edad sino que simplemente busca compañía, sea cual sea. Tiene la pija aburrida y sosa, con el vello recortado prolijamente y no le gusta mostrarla mucho pero al menos la usa, aunque jamás logra enloquecerte aunque la tenga enorme. Y si se le afloja, te dice que lo aguantes mientras se toma un viagra delante tuyo.

-El activo malo es deformemente alto y flaco o deformemente gordo y petiso, de una edad entre los 20 y los 40 (porque no coge antes ni después, salvo pagando) y no se fija en cómo sos ni en tu edad sino en si estás caliente o no para coger ya sin vueltas. Tiene la pija torcida para la izquierda o la derecha o en forma de gancho o con alguna imperfección y no sabés mucho más porque no la muestra nunca con la luz prendida. Nunca se le afloja porque siempre se toma un viagra antes de coger.

-El mal activo es más petiso, más flaco, más chiquito y más inmaduro que vos, aunque sea mayor que vos, porque siempre busca alguien que le de confianza. Tiene la pija corta y cabezona o larga y finita, el vello con ladillas y sos vos el que tiene que agarrarla y dirigirla para que entre y se mueva como tiene que ser. Y cuando se le afloja te pregunta si no tenés un viagra por ahí.

ORGULLO

-El buen activo no se preocupa mucho por estar fuera o dentro del closet. Su familia y amigos saben que es gay porque él les contó y no se meten en su vida ni él deja que se metan cuando lo intentan. Tiene algunos amaneramientos, como tiene cualquier hombre normal, pero no es consciente de ellos o no le importan y si se tiene que describir jamás pero jamás te va a decir “soy macho” ni te va a decir “loca” o “pasiva” o tratarte en femenino (salvo en la cama cuando te dice “tomá puta”).

-El activo bueno está fuera del closet en su trabajo y con sus amigos y capaz que hasta milita o participa de alguna organización por los derechos de los gays pero su madre y/o su padre no saben que es gay y él no quiere que se enteren. Le gusta tratarte de “campeón”, “macho”, “loco” y cualquier otro término hetero de clase media y cuida mucho sus amaneramientos pero cuando habla de otro gay lo hace en femenino, llamando a cualquiera “loca” o “pasiva” (y, obviamente, hace lo mismo al hablar de vos con otros). Y si se tiene que describir, siempre dirá “soy un tipo normal, ni lindo ni feo, pero- lo que sí- bien masculino”.

-El activo malo está absolutamente dentro del closet aunque todos, desde su mamá al portero, sepan que es gay. No es amanerado nunca, aunque baile Britney cuando está solo en su casa y siempre habla de “las locas” y “el ambiente” como grupos y lugares externos a los cuales él no pertenece, aunque vaya a bailar cada finde y a shirar cada día a cada sauna. En un perfil de internet o en el chat puede escribir “soy bien macho” cientos de veces pero no le sale decirlo en persona ni una sola vez.

-El mal activo ignora lo que es estar dentro o fuera del closet o lo que es el ambiente gay o las luchas que hay por los derechos de los gays ya que su relación con otros gays es exclusivamente sexual. Sabe lo que es un pasivo, pero no se le ocurre la posibilidad de decir “pasiva” y exagera a tal punto su masculinidad cuando habla, camina, se sienta o se viste que termina convirtiéndose en una especie de caricatura de hombre.

MORBO

-El buen activo quiere que en la cama seas bien puta, que juegues con su pija, que se la chupes mucho y sin asco, que le lamas los huevos, que te retuerzas de placer cuando te la pone, que gimas como gata en celo, que le claves las uñas en los hombros y que le digas “hijo de puta” mientras él te dice “tomá, putito” mientras hace que la cama golpee la pared y las sábanas queden hechas un revoltijo en el suelo.

-El activo bueno quiere que en la cama estés quietito y tranquilo y muy cómodo para que él pueda penetrarte lentamente mientras te susurra al oído “uy, sí, mi amor, qué rico” y acomoda prolijamente la sábana que se sale. Si vos no intentás chupársela, capaz que se olvida de esa parte y si te oye gemir te pregunta “¿te duele, bebé?”

-El activo malo quiere que en la cama vos lo desnudes, te desnudes, se la chupes, te le sientes encima, te pongas en cuatro, le pidas que te coja, acomodes las sábanas y hagas todo vos pero sin enloquecerte mucho para no despertar a los vecinos.

- El mal activo quiero que vos seas una especie de compañero de paja bien macho y recio que se deje coger por él cuando por fin termina de calentarse mirando tu pija y pensando en lo lindo que sería tenerla adentro.

COMPROMISO

El buen activo es total y absolutamente infiel por naturaleza y te aclara de entrada que sólo busca sexo. Si al final termina enganchándose con vos, te meterá los cuernos quizás cientos de veces con cada puto de linda cola que se le cruce sin que te enteres jamás y sin contarle ni a su mejor amigo/a. y llevándose el secreto a la tumba.

El activo bueno quiere casarse con un hombre y formar un hermoso hogar con auto, perro, gato, hijos biológicos y/o adoptados y te lo dice en la primera cita como si fuera un sueño a concretar que tiene. Si se engancha con vos, no tiene tiempo de serte infiel porque se la pasa persiguiéndote y controlándote a vos que vivís metiéndole los cuernos con cada chongo de linda pija que se te cruza.

El activo malo te dice que sólo busca sexo pero no quiere que estés con nadie más que con él y hasta es capaz de pegarte si se entera que estuviste con otro por más que él coja con cien más aparte de vos.

El mal activo te dice que busca sexo y después quiere compromiso o te dice que está enamorado de vos y después no te llama nunca más. No sabe aún que en la Argentina se aprobó el matrimonio igualitario y, si te llega a proponer algo serio, la única razón que sabrá darte es “porque no quiero quedarme solo cuando sea viejo”.

CONTACTO

El buen activo te saluda por msn siempre que te encuentra, contesta tus mensajes y llamadas aunque sea para decirte que no puede o no tiene ganas y cuando tiene ganas de verte te llama y te dice “tengo ganas de verte”.

El activo bueno te llama seguido y te manda mensajitos todos los días contándote lo bien que la pasó en el parque con sus sobrinos el finde pasado o la odisea que fue realizar un trámite en Ecogas aquella mañana. Cuando tiene ganas de verte, comienza mandándote alguna frase de Arjona o Chayanne, esperando que vos reacciones románticamente y, cuando ve que provoca otra reacción, te invita a cenar o al cine.

El activo malo se conecta al msn y, a la media hora, te dice “hola ¿ya no saludas?” y si no te encuentra te manda msj de texto diciendo “¿Qué pasa? ¿Ya no te voy a ver más?”. Cuando tiene ganas de verte, te llama y te dice “hola, cómo andás” y después de tu respuesta se queda en silencio, como si esperara algún tipo de invitación. Y si no llega la invitación, dice, en tono enojado “bueno, te llamo otro día, chau”.

El mal activo te llena la casilla del mail con cadenas de San Expedito, búsquedas de niños perdidos, anuncios de que Hotmail se cierra, de que Bill Gates está regalando su fortuna, de que sos el pelotudo número un millón que abre su correo y sólo por éso te ganaste un millón de euros, de que en el 2012 se acaba el mundo y demás correos basuras. Y entre todas esas boludeces te manda algún correo para concretar encuentro que, obviamente, eliminás junto a los otros y después te llama enojado porque nunca le contestás sus mails.

ALCOHOL

El buen activo toma cerveza y algo de vino tinto cuando come asado y si no hay lo que le gusta, toma cualquier cosa sin hacerse mucho drama.

El activo bueno toma champagne o fernet con coca cero y si no hay lo que le gusta, pide un agua mineral o un speed.

El activo malo toma vodka mezclado con un asqueroso jugo artificial de frutilla, durazno o melón y si no hay lo que le gusta, toma lo que le conviden.

El mal activo toma cualquier cosa que sea gratis y si no hay nada gratis, se levanta a cualquier pasivo desesperado que tenga un vaso lleno de lo que sea y se lo toma en tres tragos.

DIVISMO

El buen activo conoce los temas más clásicos de Madonna, sabe tararear un par de estribillos de Britney, se incomoda un poco con Lady Gaga y adora a China Zorrilla, Jodie Foster y Angelina Jolie.

El activo bueno es ultra fan de Mariah Carey pero también le gustan Cher, Barbra Streisand, Tina Turner, Celine Dion y cualquier mina boluda que tenga buena voz y adora a Carmen Maura, Meryl Streep y Sandra Bullock.

El activo malo se sabe todas las coreos de Madonna, Britney y Lady Gaga (wow la diferencia) y adora a Andrea del Boca, Nicole Kidman y Fran Drestcher.

El mal activo confunde a Madonna con Gwen Stefani o Cindy Lauper, a Lady Gaga con Marilyn Manson y a Britney con Paulina Rubio o Dolly Parton, según qué peso tenga. Adora a Natalia Oreiro, Nancy Dupláa y –horror- Cris Morena.

POLÍTICA

El buen activo no es de ningún partido ni ideología y vota siempre al candidato que tiene más probabilidades de mantener la economía nacional lo más estable posible (o sea, vota en blanco).

El activo bueno es radical a ultranza y vota siempre a la UCR o, en su defecto, a cualquier partido que tire para la derecha sin ser realmente de derecha.

El activo malo es peronista a muerte y vota siempre a los peronistas o, en su defecto, a cualquier partido que tire para la izquierda sin ser realmente de izquierda

El mal activo quiere que vuelvan los milicos y es amigo de algún excombatiente de Malvinas con quien comparte petes y psicofármacos. Generalmente se olvida de votar o no tiene el DNI en condiciones o llega cuando ya cerraron las mesas.

lunes, 13 de junio de 2011

El talón de Aquiles del capitalismo gay


Hay dos grandes clases de locas, las que quieren ser modelos y las que quieren cogérselos (o, al menos, mostrar que cogen con modelos).


Son dos caminos diferentes, con sus pro y sus contra. La loca que quiere ser modelo, por muy fea que sea, siempre estará divina y tratando de estar mejor. Aunque, por supuesto, cada vez le costará más y deberá encontrar alguien que solvente sus gastos de gimnasio, ropa, maquillaje, tratamientos y, en ciertos casos, cirugías.


La loca que quiere coger con modelos, en cambio, se dejará estar cada vez más y se volverá panzona, arrugada, malvestida y totalmente “out” de la onda cool. Pero, al menos, tendrá tiempo de laburar en serio y concentrarse en aumentar sus ingresos para pagar los gastos de su gato.


Es ésta una ley universal que equilibra la relación gato/amante de los gatos sin la cual el sistema económico del mundo gay se sumiría en un caos irreversible o, peor, en una revolución de la versatilidad que nos conduciría a un estado de espantosa barbarie donde no existirían los activos ni los pasivos y todos cogerían con todos (brrr!).


Porque la loca que quiere ser modelo es invariablemente pasiva, por muy masculina o estrecha que sea. Y la loca que quiere coger modelos se ve obligada a ser activa, por mucho vértigo en la cola que tenga, ya que es la única forma de levantar que tiene. A menos que tenga muuuucha plata, pero ésos son casos muy escasos. La mayoría apenas tiene para vivir o malvivir, por lo que tiene que ponerla, además de poner plata.


Ahora ¿qué ocurre cuando esta esencial regla se rompe? Simplemente que nos encontramos con casos de inconsistencia entre lo material y lo ideal. En términos marxistas, nos encontramos frente a un desequilibrio entre la infraestructura y la superestructura que difícilmente puede sostenerse en el tiempo. En términos estructuralistas, nos encontramos con una disfuncionalidad de ciertos aparatos que sólo puede interpretarse como una patología.


Y en castellano gay básico, nos encontramos con locas feas haciéndose las lindas.


Todos sabemos que el “mundo gay” está muy cerca del mundo de la estética. Los grandes diseñadores, estilistas, maquilladores, peinadores, escenógrafos, decoradores, etc. han sido y son, invariablemente, locas con todas las letras.


Ahora, cuando se trata de pararse en el escenario, la pasarela o cualquier lugar que concentre la luz de los reflectores, ahí podemos llegar a encontrar algún que otro heterosexual. Y es que parece que las talentosas Musas y el brillante Apolo prefieren inspirar a las locas antes que a los chongos y reservan sus dones artísticos a cualquier ser que se destaque por su femineidad. En cambio, la estúpida y sensual Afrodita (*copyright, Homero pensando en la cola de Flanders*) no parece tan selectiva y reparte la belleza casi por igual, entre chongos y locas.


Por eso hay modelos heteros (sí, los hay) junto a una enorme y agobiante cantidad de modelos gays. Y hay más modelos gays no porque hayan más hombres lindos entre los gays que los heteros sino porque sólo un gay podría tener vocación de ser modelo.


Lo que le puede llegar a atraer a un chongo de la carrera de modelo es la plata fácil y, por supuesto –y por ende- las mujeres fáciles. Pero la ropa, el maquillaje, el brillo, el glamour, la coquetería, la vanidad, la esencia del modelaje es algo que no sólo no atrae a los machos sino que hasta los repele. Y no quiero decir que no hayan hombres heterosexuales vanidosos o coquetos, pero la vanidad de un hetero siempre estará más cerca del mundo del deporte, los autos, la tecnología, la milicia, etc, que de los peines y los cepillos.


Es decir, que la “vocación” de ser modelo, es más propia de un gay que de un hetero. Hay cientos de locas que gastan una buena parte de su tiempo en mirar vidrieras y no precisamente por estar shirando, sino que realmente miran lo que está en exhibición. Y sueñan con poder usar todo tipo de pantalones, camperas, remeritas, boxers, collares y demás huevadas colgables. No puedo hablar mucho del tema porque, aunque no lo crean, yo no soy de esas locas (aunque conozco varias). Se los juro. Si me ven mirando una vidriera, hay un 99,9% de probabilidades de que, en realidad, esté shirando o, al menos, mirando disimuladamente a alguien. Pero ¿ver ropa cara? ¡Not even en pedo! Aunque en mi caso no es por ser macho sino por ser avaro, pero ese es otro tema.


Así que volvamos al tema y digamos sin miedo que hay una gran cantidad de locas con vocación para ser modelos. Ahora ¿cuántas de todas esas locas tienen realmente la materia prima necesaria? Es decir, ¿cuántas tienen la vocación y la posibilidad real (léase: lomo y jeta) de ser modelos y cuántas son pura vocación?


Tomemos por ejemplo a Ricky Martin, una loca que a mí no me mueve un pelo pero que está considerada como un sex symbol a nivel internacional (incluso después de haberse tomado la molestia de confesar su siempre evidente homosexualidad).


Cuando Ricky pone carita seductora, o frunce los labios, o guiña los ojos, o infla los biceps, o asume alguna pose o dice alguna frase romántica en tono suave, nadie se molesta. Muchas/os adolescentes (y no tan adolescentes) se enamoran o se hacen pis encima, pero lo importante es que nadie se molesta. Porque la Ricky no sólo entra dentro de ciertos estereotipos de “belleza latina” sino que, además, tiene ya encima la fama de chico lindo que lo acompaña de hace años. Entonces, es normal que se comporte como un sex symbol. Y más allá de que tenga su fortuna hecha, seguro más de un/una admirador/a estaría dispuesta a pagar por Ricky, sea para sexo o para entrar con él del brazo a alguna fiesta.


Es decir, Ricky Martin es una loca total y perfectamente integrada al sistema gato/amante de los gatos que ordena al mundo gay. Y sólo con éso ya podemos imaginar lo pasiva que es, aunque también podríamos sumarle su decisión a tener hijos vía inseminación artificial para evitar cualquier contacto visual, olfativo y, sobre todo, táctil, con una vagina. Pero cualquiera, gay o no, nos rotularía de prejuiciosos si usáramos ese argumento, así que mejor quedarse en el puerto seguro del marxismo.


Tomemos ahora el ejemplo de cualquier dueño de boliche gay, resto gay, agencia gay, sauna gay, hostel gay, revista gay, partido político gay, centro cultural gay y cualquier micro o macro emprendimiento y/o ocurrencia gay que conozcan. ¿Han visto alguna vez peor desfachatez estética????

Todos -pero todos- los dueños de empresas gays que conozco, sean de Argentina, Brasil, Paraguay o Bolivia -que conozco hasta personalmente- y todos los dueños de empresas gays de otros lados –que conozco por la tele, internet o el cine-, son las locas más feas, horrendas, zaparrastrosas y descuidadas que he visto en mi vida. Incluso aquellas que usan las marcas más caras, viven en los countrys más lujosos, conducen los autos más chetos y se hacen las cirujías más nuevas no tienen nada que envidiarle a un espantapájaros. Primero porque, generalmente, son viejas (y no hace falta aclarar que la vejez no es nada estética en nuestra sociedad). Y segundo –y más importante- porque no tienen la necesidad de ser lindas ya que son ellas las que pagan. Lo único que necesitan hacer es producir plata (cada vez más acordando nuevamente con la lógica capitalista) para tener uno o varios gatos que cojer/exhibir y unos cuantos giles dispuestos a adularles empalagosamente cada centímetro de costura importada que compran o cada centímetro de piel que se estiran a cambio de un puestito, un regalito, una recomendación, un sueldito, etc.


Así que, cualquier empresario gay (exitoso o no) también es funcional a este universal sistema económico-sexual capitalista en el que estamos todos insertos.


Pero veamos ahora el caso que rompe los esquemas, veamos el caso revolucionario, el anatema, la antítesis final. Es decir, veamos a la loca fea que se hace la linda.


Su naturalmente gay vocación de modelo lo inclina a ataviarse con los últimos gritos (en este caso, alaridos) de la moda, a peinarse, maquillarse, entornarse y –sólo a veces- ejercitarse físicamente para parecerse lo más posible al modelo estético inventado hace 2500 años en la Grecia clásica por unos finos y maduros escultores (léase: viejos verdes que tallaban mármol y bronce) que se la pasaban mirando y palpando las curvas de gimnastas adolescentes de la clase alta.


Sin embargo, a veces no hay crema, tintura, gimnasia ni hechizo que valga y por más que uno tenga un talento comparable al de Mirón, Policleto o Praxíteles, el mármol sigue siendo mármol, el bronce, bronce y la mona, mona. Y así, aparecen en los boliches, los saunas, los fotologs y los chats, unas locas que se comportan como si fueran sex symbols sin tener ninguna razón material con la que justificar su conducta.


Ellas creen ser lindas o, al menos, parece que lo creen, por ende, actúan como tales. Y por más que uno se empeña en pincharles la burbuja y en indicarles, sutil o asquerosamente, lo fieras que son, siguen yendo por la vida como si caminaran sobre una pasarela y hubieran mil cámaras y reflectores apuntándoles desde todas direcciones.


Y como siempre ocurre cuando se analizan las conductas humanas (sobre todo gays), encontramos una patética paradoja: la loca fea, en su deseo de encajar e integrarse al sistema que la excluye tan cruelmente, se convierte en el principal factor destructivo del sistema al que quiere pertenecer aún a costa de su tiempo, dinero, vida sentimental y posibilidades físicas. Porque al mostrarse, exhibirse y conducirse como si fuera linda, genera una confusión en todo aquel que cree tener en claro los conceptos de belleza y fealdad tan perfecta y cabalmente promovidos por los medios.


De golpe, nos encontramos con locas narigonas que se muestran de perfil, cejonas que no se depilan, gordas que usan puperas, huesudas que usan musculosas, viejas vestidas a lo flogger, pendejas que se hacen las dandys, maricas depiladas que usan shorts y medias de futbolista, machas peludas que usan tanga y medias de lycra y así toda una infinidad de blasfemias contra el orden de Dior.


Pero lo terrible es que estas horripilantes locas no se comportan como si fueran atroces pecadoras que insultan a las sagradas escrituras (léase: Cosmopolitan) sino como si fueran Ricky Martin en persona.


Hasta ahora el mundo no ha explotado y nuestro exclusivo sistema sigue vigente...¿Pero qué pasará el día en que una estúpida loca amante de los gatos se confunda y comience a pagar y mantener a una loca fea como si fuera un verdadero gato? ¿Se producirá por fin esa última crisis que nos arrastrará de nuevo a la terrible barbarie o, en el mejor de los casos, a la aburrida utopía?


Es de esperar que dicha crisis se produzca muy pronto y tiemblo al pensar en lo que ocurrirá con los Ricky Martin de éste mundo cuando se desate el cataclismo.


Pero de una cosa estoy seguro y es de que jamás se producirá una ruptura del sistema desde el otro polo dialéctico, es decir, jamás veremos a una loca amante de los gatos convertirse en gato ya que, en su caso, tanto las posibilidades materiales como ideales de transformarse en su antítesis directamente no existen.


Existen, por supuesto, muchas locas amantes de los gatos que son total y absolutamente pasivas. Pero ésto no altera el funcionamiento del sistema ya que pueden fomentar positivamente el activismo de algún gato incrementando el nivel de los gastos por felino. Además, cuentan con la posibilidad de escabullirse en otros sistemas económico-sexuales pagándole miserias a algún hetero necesitado que, ocasionalmente, desempeña la función de los escasos gatos activos lo cual encima redunda en un incremento del capital acumulado para los verdaderos gatos debido a la reducción de gastos al emplear gatos heteros.


Como sea, más allá de su difícil pasividad y su transitable actividad, las posibilidades de un amante de los gatos de convertirse en gato son nulas, por lo que el sistema está a salvo por ese lado. Pero asusta pensar que toda la lógica funcional del sistema depende de que una loca amante de los gatos termine creyéndose la actuación felina de una loca fea.


Es por ello que al sistema no le queda otra salida que hacerse cada vez más y más excluyente y añadir cada vez más dificultades a la obtención de la belleza para desanimar a un mayor número de locas feas en su vocación de modelar. Pero, sinceramente, creo que la vanidad de un gay es más fuerte que el progresivo espiralamiento del capitalismo y cualquier día de éstos nos vamos a encontrar con que cualquiera puede ser lindo. De hecho, ya se pueden observar varias fugas dentro del sistema, como en las gafas que usa Polino o, si quieren algo menos farandulero, los perfiles de manhunt. Pero, por ahora, son sólo fugas. Aún podemos reírnos y burlarnos de tales cosas.


El cataclismo final sólo se dará cuando ya no nos riamos.

sábado, 21 de mayo de 2011

De cómo el hombre (gay, al menos) es más fuerte que la máquina


No sé quién inventó y/o diseñó el msn pero me juego a que fue una loca asquerosa, kilombera y mega-histérica (¿almita gemela?), ya que esta herramienta cibernética permite a nuestra histeria alcanzar nuevos niveles y explorar diferentes terrenos.


Para empezar, uno tiene la posibilidad de anunciar su estado. ¿Hay algo más hermoso para una loca histérica que poder anunciarle a todo el mundo que está “no disponible” o “ausente” o “ocupado” o “vuelvo enseguida”?


Por supuesto, la loca está a 3 centímetros del monitor con los dedos temblando sobre el teclado, esperando que alguien -sea el compañero de trabajo con quien nunca se habla, la tía insoportable que está explorando la internet a los 67 años, la amiga de un conocido del primo del ex-novio, el ex novio, el otro ex novio, el huesito hinchapelota, el chongo con el que coje seguido, el chongo con el que nunca cogió o el infaltable misterioso desconocido- le abra una ventanita para saludarla. Pero ella se anuncia como que “está pero no está”.


Por ahí pasan horas que estás webeando y, de repente, alguna loca histérica cuyo estado reza “al teléfono” te abre una ventana diciendo “holaaaa, ya no saludas???”. Uno entonces la saluda y le dice “hey, cómo andás” y ella, como castigándote, espera de 5 a 10 minutos para responderte “bien, acá al pedo”. Y después se queda muda esperando que vos sigas la charla porque, por supuesto, una loca histérica jamás empieza una conversación pero en el extremo caso de hacerlo, actuará como si vos fueras quien quiso hablar con ella.


Digamos la verdad ¿Hace falta anunciarle a la gente que estás hablando por teléfono o que volvés enseguida? Si alguien te habla por el msn y vos justo no estás en la compu o no podés contestarle, ese alguien va a entender solito que no estás disponible. Algún que otro paranoico quizás piense que no le querés hablar porque lo odiás o no lo bancás. Pero, en todo caso, el que se hace la cabeza es el otro. Y siempre hay tiempo después para decir “hey, cómo andás? estaba haciendo pis”.


Después está el tema de la foto. Hay algunas locas que no ponen una foto suya ni en pedo pero no tienen ningún pudor en pedir que vos pongas más fotos o cam. Cómo les funciona la cabeza a esta gente es algo que escapa a mi comprensión.


Generalmente, te abren una ventana en algún chat diciendo “Hola, msn?” (y éso cuando se acuerdan del “hola”). Uno a veces, de buen humor, supone que por msn van a mostrarte la foto o cam que jamás muestran por el chat o, al menos, entablarán una conversación más interesante. Pero lo primero que hacen al agregarte al msn es decir “hola, fotos???”. Ni siquiera esperan a que se cargue la foto que uno tiene siempre en el display mientras ellas tienen el ícono del msn, el patito o el avioncito. Y cuando por fin ven la foto que tenés dicen “ok, cam?” (si se acuerdan del ok) como si uno fuera una especie de exhibicionista cibernético o, peor, como si uno fuera el que quiere conquistarlas cuando fueron ellas las que pidieron nuestro msn como solteronas desesperadas antes de saber nuestra altura, edad, raza, sexo y, sobre todo, rol.


Aunque peor son esos que se invitan solos a tu msn: el día menos pensado abrís tu casilla y aparece una invitación de alguien que se identifica como *g* o Kfg26 o SuperDotado (o algo que se le parezca) y vos, sin saber si es un virus, un ex que todavía piensa en vos, un tarado que desadmitiste porque no conectaba la cam o el príncipe azul que nunca se sabe cuándo y dónde aparecerá, terminás dejándote ganar por la curiosidad y lo aceptás. Pero, por supuesto, la primera frase de *g* o como se llamen será: “hola, quien sos?” (de nuevo, si se acuerda del “hola”). A veces, respirando hondo y haciendo un esfuerzo espiritual pseudobudista (léase “ommmm”) les he dicho “Rubio, ¿vos?” y me han contestado “ah, yo Hugo (o Paco o Luis o lo que valga)”. Y después de un par de frases más o menos cordiales les he soltado “recién entro al msn y ví tu invitación ¿de dónde me agregaste?”. Ahí invocan generalmente alguna vieja charla por chat en las que yo (¡yo!!) les supliqué que me agregaran al msn, o de que ellas son las que se encontraron mi invitación.


Y, para colmo, inmediatamente suelen soltar la superada frase de“pero si queres te borro, flaco, no hay drama”. Y ahí el budismo me abandona y dejo volar el sprit cordobés antes de clickear “eliminar contacto” incluso a pesar de todas las disquesociólogas citadoras de Bourdieu que pululan en la UNC (y supongo que en todas las universidades) y que se la pasan despotricando contra el frío y perverso mundo actual donde “si no me gustas, te elimino” (¿qué prefieren estas huevonas? ¿un mundo sin ley de divorcio?¿para qué mierda nacieron mujeres???).


Y volviendo al tema, no me digan que no es para no enojarse con una loca que sin dignarse a identificarse (¡aunque sea con una foto falsa!), te agrega al msn y pretende que vos le entables una conversación, le muestres tus fotos y/o cam, la hagás reir, la seduzcas, la invités a cenar y/o a coger y todo eso sin ni siquiera saber si estás en la misma ciudad o país.


Pero lo peor de lo peor son los subniks. Además de la deliciosamente ególatra posibilidad de anunciar tu estado, el msn te permite dejar una frase general para que lean todos tus contactos (por suerte tiene un límite de letras, porque sino ya me imagino los párrafos de histerismo que habría que leer).


Una persona medianamente normal pone de subnik un chiste, una frase célebre, un refrán, una cita, unas palabras memorables de Homero o Bart, un estúpido “jejeje”, una onomatopeya o, como máximo, un dibujito o la canción que está escuchando.


Una loca histérica pone “borrando contactos” o “deshaciéndome de imbéciles” o algo parecido. Casos extremos son los ultimatums de “ya no quiero tener tantos contactos al pedo, enviar mensaje si no queres que te borre” o “el que no me hable antes de las OO:OO hora GMT de hoy será borrado....chauuuu”.


Por supuesto, demás está decir que jamás cumplen con su terrible amenaza y siguen ahí, apareciendo conectadas con diversas histerifrases que uno lee aunque las tenga desadmitidas hace años.


Y volviendo a las disquesociólogas universitarias (sí, las tengo acá), esta pequeñísima reseña de las locas histéricas y el msn echa por tierra todas esas densas y redundantes tesis sobre cómo la tecnología, la globalización, el imperialismo o el anticristo capitalista de turno están destruyendo al hombre y convirtiéndonos a todos en robots autómatas.


Y para que dichas chupabourdieuras me entiendan y duerman tranquilas, se los digo en su idioma: La histeria, en su papel de intrínseco constituyente de la naturaleza humana permanece -al menos- incólume e inalterable aún en nuestros días y hasta se apropia de nuevos espacios creando nuevos lenguajes neocodificados (1) y paradigmas de comportamiento que contribuyen a la producción de una sorprendente e inaudita ebullición de los sentidos y proposiciones más irritantes que ha conocido el hombre en la historia (o, al menos, un asertivo aumento de estas últimas).


(1) Esto sólo en un sentido chomskyano que no supone una merma en los efectos megaoperantes de las NTICs y de I + D ni tampoco una modificación en sus emplazamientos históricos.

viernes, 29 de abril de 2011

De Tin Marín De Do Pingüé Cucara Macara Titere Gay




Hay tantas pero tantas huevadas que se dicen sobre la homosexualidad que daría para escribir enciclopedias enteras sólo recopilándolas y sin hacerles ni un sólo comentario.


Y es que tampoco hay nada, ni ciencia, ni religión, ni creencia popular, ni documental de programa de cable que tenga la posta sobre la homosexualidad (o, mejor, sobre la sexualidad). Como de tantos otros temas, se puede decir y afirmar cualquier cosa aunque uno ni siquiera sea homosexual o, al menos, conozca a algún homosexual. Y ni hablar cuando uno es homosexual y ni se conoce a sí mismo pero igual habla de sí mismo.


Así que sobre homosexualidad se dice de todo: se dice que es una enfermedad, un pecado, una orientación sexual anormal, una orientación sexual normal, un mandato de los genes, el resultado de algún abuso infantil, una consecuencia psicológica de la falta de una figura paterna fuerte o de la sobreprotección materna, un gusto causado por un exceso de Barbies en vez de autitos en el cajón de los juguetes, una disfunción causada por un exceso de pollo transgénico en la alimentación (¿no se le ocurrió a Evo pensar en los miles de insoportables locas vegetarianas?), un mal de “estos tiempos” (increíble que lo diga gente que sepa un mínimo de historia), un síntoma de decadencia social, un vicio como cualquier otro, un plan de la CIA para disminuir la natalidad en los países subdesarrollados, una excusa para no asumir responsabilidades de hombre (como matar mujeres y niños en la guerra), una actitud de rebeldía pura, un umbral más que cruzar en la exploración sexual, un amor excesivo por Madonna o la diva de turno, etc.


Pero por muy anticuadas, postmodernas, perversas, increíbles, patéticas, hilarantes, ahistóricas, descontextualizadas, freudianas, pseudofreudianas, foucaltianas o simplemente estúpidas que sean todas esas afirmaciones, creo que ninguna superará nunca a la mayor huevada que se ha dicho nunca sobre la homosexualidad: que es una elección.


Basta con pensar simplemente en que, si la homosexualidad realmente fuera una elección, directamente no existiría. Porque nadie sería tan idiota para elegir ser discriminado como un paria pudiendo elegir estar integrado.


Y por supuesto, podría llegar a haber algún ultracristiano obtuso que afirme que al homosexual le gusta ser discriminado y por eso elige ser gay. Pero en ese caso nos enfrentaríamos con un problema de rebeldía o de masoquismo social que trasciende el tema sexual.


Porque, yendo a lo concreto, la homosexualidad es un tema básicamente sexual y el gusto por un sexo u otro no se elige. O sea, yo nunca me dije “entre un hombre y una mujer, elijo a un hombre”. Simplemente un día, más o menos a los 11 años, me dí cuenta que me gustaban los hombres y no las mujeres.


Y, concretizando más, tampoco un heterosexual elige ser heterosexual. Simplemente un día se da cuenta que le gusta el sexo opuesto y listo. No se para de pronto a decir “a ver ¿qué me gusta más?¿un pito o una concha?”. Simplemente le gusta un pito o una concha.


En ese sentido (y teniendo también en cuenta la cantidad de nenes que se ponen los tacos de la madre antes de aprender a caminar o la cantidad de nenas que se atan la corbata del padre antes de aprender a vestirse), podríamos decir que la homosexualidad es algo, si no genético, al menos no elegido.


Porque una elección implica, primero, tener y conocer dos o más opciones posibles y, segundo, tener la posibilidad de elegir cualquiera de ellas.


Es decir, una elección implica consciencia y libertad.

Con la sexualidad no se da ninguno de los dos casos.


En primer lugar, uno no prueba primero los dos sexos para después decidir cuál le gusta más. Lo que primero pasa es que se siente atraído hacia uno o hacia otro sexo y después, cuando se siente listo físicamente (o, más bien, cuando se da la oportunidad), prueba lo que le atrae. Y acá hay una gran diferencia entre los heteros y los gays, (que es en cierta forma la causa por la cual haya tanta falta de comprensión entre los heteros y los gays). Porque los/as heteros prueban el sexo por primera vez con una persona del sexo opuesto.


Siempre es así.


Incluso los/as heteros violados o abusados por alguien de su mismo sexo, cuando se deciden a probar el sexo por ellos mismos, eligen a alguien del sexo opuesto. Porque es lo que les atrae, lo que les dicta su deseo sexual.


En cambio, muchos gays probamos primero con el sexo que no nos atrae. Hay algunas locas que jamás estuvieron con una mujer, es cierto. Entre las lesbianas, se suele denominar como “lesbiana golden” a la mujer que jamás estuvo con un hombre y siempre estuvo con mujeres. Podríamos decir que hay muchos gays “golden”, pero también hay muchos que tuvieron su primera vez con una mujer por no asumirse como gays, por imposición social, por no estar seguros aún de ser gays, por “probar”, etc.


Pero un/a hetero jamás se ve enfrentado/a a esas situaciones. Cuando se da cuenta que le gusta alguien del sexo opuesto, no experimenta ningún conflicto interior del tipo “soy un desviado” ni, mucho menos, social. Simplemente, la vida se da como “tenía que darse”.


Entonces, ni los heteros eligen ser heteros (porque no prueban ambos sexos antes de decidir cuál les gusta) ni los gays elegimos ser gays (porque aunque probemos con otro sexo ya sabemos que nos pasa algo con los de nuestro sexo).


Y, en segundo lugar (y más importante aún), tampoco nadie tiene la posibilidad de elegir libremente una u otra orientación sexual. Es decir, supongamos que, a cierta edad, sin probar o incluso habiendo probado relaciones sexuales con ambos sexos, pudiéramos decirnos “ok ¿qué elijo? ¿que me gusten los hombres o que me gusten las mujeres?”. ¿Puede alguien ser tan idiota para creer que, en ese momento crucial, los gays dijimos “ay, voy a ser puto así me insultan, me humillan, me discriminan, me odian, me persiguen y me impiden tener los mismos derechos que los demás” mientras que los heteros dijeron “voy a ser hetero así nadie me tacha de desviado y mis papis están orgullosos y me caso y tengo hijos y envejezco rodeado de nietos”?

¿Puede alguien ser tan idiota para pensar que existe ese “momento crucial”?


Y, sobre todo ¿puede alguien ser tan idiota para pensar que un ser humano puede condicionar a voluntad su deseo sexual?


Bueno, sí. Existen miles y miles y millones de idiotas, empezando por Benedicto XVII (por nombrar a un famoso), que afirman que la homosexualidad es una elección. Existen personas que creen que uno eligió ser puto. Existen personas que creen que vino el diablo a susurrarnos a la oreja que chupemos una pija de la misma forma que a los asesinos les susurró que mataran a alguien o a los ladrones que robaran algo. Y entonces, como viles y sucias criaturas de Satán, no nos resistimos a la tentación y fuimos y chupamos una pija así como el asesino fué y mató y el choro fué y choreó.


Supongamos, por un momento (un momentito nomás) que tamaña huevada fuera cierta. Supongamos que, efectivamente, no nos resistimos a la bestia interior y elegimos el camino del mal y chupamos una pija o cogimos con otro hombre. No murió nadie ni nadie fue robado. No hubo violencia ni dolor (y si lo hubo, fue zarna con gusto). No hubo daño ni, mucho menos, intención de daño. En todo caso hubo intención de complacerse o complacer. Y, con suerte (porque no siempre pasa), hubo placer.


Pero, para ciertas mentes, igual fue un pecado. Yo aún sigo esperando que algún doctor en teología me explique porqué (y, sobre todo, que me convenza). Pero la única razón que dan es que la Biblia dice por ahí que éso está mal y, como con la Biblia no se discute, no hay más nada que decir del tema.


Por ahí te saltan con que uno tiene que refrenar sus pasiones porque sino, el mundo sería un caos de libertinaje y estaría justificado hacer cualquier cosa que se nos antoje. Sería como decir “si quiero matar y chupar una pija, mato y chupo una pija, porque es mi deseo”.


Pero no es así tampoco porque una persona normal elige no matar -por más que sienta el deseo de hacerlo- porque sabe que eso está mal, que provoca un daño. En cambio, coger con otro hombre (consentidamente, obvio) no provoca ningún daño a nadie. Claro que, para algunos, coger con otros hombre atenta contra el orden social-sexual instaurado. Y es muy cierto. Pero el orden social-sexual instaurado atenta contra todos los que no nos sentimos cómodos en él y, como hay gays en todas las clases sociales, no se los puede exterminar tan fácilmente como se extermina a los marginales que molestan.


Si al menos este orden social-sexual instaurado garantizara un buen vivir general para todos, o al menos una amplia mayoría, entonces habría que pensar si vale la pena combatirlo o no. Pero, con sólo mirar alrededor, nos damos cuenta que sólo unos pocos viven bien en este orden y, para colmo, cada vez son menos.


Por lo tanto, en vez de ver si un libro escrito hace cientos de años permite o no una cosa, sería más cuerdo y más humano juzgar las acciones por sus resultados. Pero hay gente que no es cuerda ni humana y prefiere seguir considerando pecado a cualquier cosa que le convenga o que le digan de arriba. Pero eso, aunque terrible e importantísimo, es otro tema.


Así que volviendo al tema principal –la homosexualidad como elección- y ya que he terminado de decir las obviedades más estúpidas para probar la estupidez de tal juicio, habría que señalar que, en la homosexualidad (como en toda sexualidad) hay algo que sí se elige: el cómo vivirla.


Uno no elige si le gusta un pito o una concha. No elige sentir deseo por un sexo o por el otro (ni siquiera por una persona u otra).


La ciencia no está en condiciones de afirmar fehacientemente que el deseo sexual humano obedezca a razones genéticas, o a las feromonas, o a la luz solar, o al tamaño del hipotálamo, etc., a pesar de la cantidad de estudios que se hacen sobre el tema. Lo que sí está claro para cualquier estudio científico (y para cualquier cerebro medio) es que el deseo sexual no es una elección consciente ni algo sobre lo que la voluntad tenga poder (por más que hayan sectas que dicen tener “la cura” para la homosexualidad).


Uno no puede condicionarse para que le guste un sexo o el otro. Puede negarse, mentirse, ocultarse, reprimirse, etc. pero si nos gusta el pito, nos va a seguir gustando siempre porque el deseo sexual no se elige.


Lo que sí se elige es decirle o no decirle al mundo lo que a uno le gusta.


Los hombres heterosexuales destinan prácticamente la mitad de su tiempo (si no más) a decir lo que les gusta, a gritarlo, a exhibirlo y hasta a agrandarse con ello. Es decir, cuanto más te gusten las mujeres, más macho sos. Cuantas más minas te cojas, más ganador sos. Y cuanto más macho ganador sos, más admirado, más imitado y más envidiado sos en nuestra sociedad.


Para las mujeres, la cosa es al revés. Cuanto más te gusten los hombres más puta sos. Cuantos más tipos te cojas (o, más bien, te cojan) más loser-solterona-facilona-desesperada sos. Y cuanto más puta sos, más criticada, más odiada y más discriminada sos en nuestra sociedad.


Por lo tanto, para los gays es doblemente terrible decirle al mundo que uno es gay. Porque implica que no sólo no sos hombre sino que encima sos puta.


Y decir o no decir éso sí se elige.


Y hay todo tipo de elecciones. Están los que eligen no decirlo nunca -ni a los padres ni a los amigos ni a la esposa ni a los hijos ni al psicólogo ni al cura- y coger con tipos en la semisegura oscuridad de un sauna o en el riesgoso anonimato del motel con taxiboy.


Y, pasando al otro extremo (y salteando muchas otras elecciones), están los que salen a caderear con los ojos delineados y posando alegremente ante cualquier cámara que quiera filmarlos o fotografiarlos en las poses y frases gays más clásicas y –tradicionalmente- más repulsivas en nuestra sociedad.

Pero, paradójicamente, en nuestra sociedad hay que ser muy macho para salir así a la calle y asumir que uno es puto delante de los padres, amigos, jefes, novios y de quien sea.


Desde un punto de vista antropológico, resulta gracioso comprobar que el “macho” que se la pasa fingiendo ser macho es, en realidad, más maricón que cualquier travesti, flogger, emo o cualquier ser andrógino que, gesticulando como Lady Gaga, proclama ser gay en plena luz del día. Porque, a diferencia de los hombres heteros...¡y de las locas asumidas!!!...no tiene los huevos suficientes para decirle al mundo lo que le gusta. No tiene los huevos para decir que le gustan los huevos...ni mucho menos tiene huevos para estar orgulloso de ello. Sólo tiene huevos para hacer lo que le gusta en alguna oscuridad, donde no corra ningún tipo de riesgo (sacando el más fácil contagio de HIV o el riesgo que supone relacionarse con el ambiente de la prostitución clandestina). Es decir, vive como un verdadero cobarde-maricón-afeminado cuando, en teoría, tales cosas le causan repulsión y formatea su entera existencia para evitar ser tachado de lo que realmente es, llegando incluso hasta casarse y tener hijos (a veces) para montar una fachada.


Y por ello es que el concepto de “orgullo gay” es un verdadero anatema para las locas tapadas. Pero el grado de confusión, negación y auto-indulgencia es tal que cualquier loca “promedio” (es decir, las que van de medianamente afeminadas a exagerada y fingidamente masculinas) te dice, en tono filosófico: “Detesto a las mariquitas, porque por culpa de las mariquitas nos tachan a todos los gays de maricones”.


Y sí, no todos los gays son maricones, es cierto. Pero habría que ver el verdadero significado de la palabra maricón, primero.


Si ser maricón es ser amanerado, todos somos maricones por aquello de que “a todos se nos cae una pluma”. Incluso está lleno de varones heteros amaneradísimos o mujeres hetero hipermachonas. Sería difícil encontrar a un hombre o a una mujer que no tenga nada de amaneramiento del otro sexo. Claro que existen grados, pero definirlos sería siempre una cuestión subjetiva (no hay más que pensar en las modas del bigote, del pelo largo o del hippismo para ver que una misma cosa puede ser a veces de puto y a veces de macho).


Si ser maricón es no atreverse a ser uno mismo, a jugarse, a correr riesgos, a asumir una posición, a descubrirse, entonces también todos somos maricones, porque ¿dónde habrá alguien tan maravilloso cuya única socrática meta en la vida sea “conócete a tí mismo” y que jamás se desvíe de ella?. Claro que acá también existen grados y, como ya dije, una loca que se prueba la peluca sería menos maricona que el “macho” que no se atreve a hacerlo por miedo al qué dirán. Pero, por supuesto, jamás se le ocurriría pensarlo.


Y si ser maricón es ser homosexual, es decir, ser hombre y que te guste coger con hombres, ahí sí que todas las locas son mariconas, tapadas o no. Y acá no hay ningún grado más que el pensar qué tanto te gusta coger con hombres.


Por lo tanto, como conclusión de todo ésto, se podría decir que cuanto más amanerado sos, más macho sos, cuanto más tapado sos, más maricón sos y cuanto más homosexual sos más homosexual sos.

Es decir, como ya dijo alguien alguna vez, hay que ser muy valiente para ser feminista en un mundo machista.


Yo nomás le sumo que hay que ser muy maricón para ser machista en un mundo machista. Y éso sí es una elección.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Dá la cara, puto!!


Hace mucho, cuando todavía no usaba cubreojeras y los cybers salían un peso la hora, solía salir a chatear al centro y me juntaba con, promediando, 3 a 6 personas por noche.


Por supuesto, no con todas tenía sexo. Pero en aquella época se chateaba sin foto ni celular ni perfil ni nada. Lo que se hacía era entrar al chat, describirse, leer la descripción del otro y si había onda se arreglaba un encuentro en 10 minutos en alguna esquina cercana del Centro o Nueva Córdoba. Así de rápido era.


Claro que ya habían algunos super hackers adelantados que subían fotos a gaydar o algún que otro dandy que pasaba su celular, pero eran poquísimos.


La mayoría éramos pobres e ignorantes. Apenas sabíamos apretar el enter y el mouse se nos vivía trabando así que menos idea teníamos de subir fotos o de conectar una cam.


Por eso se pasaba muy poco tiempo en el cyber. De hecho, la idea era entrar al chat y levantar rápido para que te fraccionaran la hora y pagaras menos de un peso. Nada de youtube, facebook, blogs, videos porno ni mercado libre. Como mucho se revisaba rápidamente la página oficial de Madonna mientras esperabas que te contesten si tenían lugar o cómo iban vestidos.


Y así uno terminaba encontrándose en la puerta del Patio Olmos o, si querías más discreción, en el escasamente iluminado monumento a los caídos de Malvinas, con todo tipo de locas que -al igual que hoy- por chat tenían una edad, un peso, un cabello, unos ojos y una dotación que difícilmente coincidían con la realidad.


Se intercambiaban unas palabras y, si había onda, se iba hasta el depto de alguno y si no, se volvía al cyber y se seguía chateando hasta dar con el príncipe azul de la noche o volverse a casa con la colita entre las piernas, aunque sana.


Así fue que conocí personalmente decenas de sapos y bagartos de todas las clases, etnias y edades. Y así aprendí que los términos “fachero”, “potro”, “macho”, “masculino”, “lomazo”, “delgado”, “discreto” y “cero ambiente” están sujetos a tantas interpretaciones como tantas locas existen. Y si bien era un perno decir “disculpá, pero no tengo onda” cuando en lugar del “flaco veintidos años lomo de gym facherito” se me presentaba un “gordo treinta-y-todos los años lomo de gil zaparrastroso”, nunca me desanimaba y volvía a meterme a un cyber con la esperanza intacta.


Pero después las cosas fueron cambiando y todo el mundo empezó a subir fotos y usar cam. Bueno, no todo el mundo, claro. Aún hoy hay gente a la que sólo pensar en publicar una foto suya en Internet les produce un principio de síncope. Pero el tema es que, de golpe, si no subías fotos o no tenías cam, no eras nadie. Es decir, nadie te hablaba. Y, mucho menos, consentía en juntarse con vos sin antes verte “un toque”.


Al principio, el chat permitía y hasta fomentaba el anonimato. Ahora lo permite, pero a condición de quedar marginado. Antes el desafío estaba en escribir algo interesante en el perfil o decir algo que atrapara, aunque fuera simplemente la medida del pene. Ahora la cosa era subir una foto en la que salieras lindo.


Y claro, en el perfil uno nunca escribe que tiene estrías o se está quedando pelado pero, si ésa es la realidad, la foto la revela implacablemente. Claro que hay trucos para disimular defectos en la fotografía y ni hablemos de las maravillas del photoshop.


Pero más allá de todo éso, el problema principal que nos planteó a los gays la era del subir fotos fue el tema de la privacidad. Porque hay muchos (vaya uno a saber cuántos) gays que no están fuera del closet y poner una foto suya en una página gay o mostrarse por cam sin saber quién está del otro lado plantea todo un peligro si la loca está casada o tiene hijos o juega al futbol con los amigos los domingos o en su laburo nadie lo sabe o, simplemente –y en la mayoría de los casos- se considera “gay tapado” aunque tenga más plumas que la Isla de los Patos y el parque Sarmiento juntos.


Así, la loca que quería mantener su sexualidad oculta se vió inmersa en un mar cibernético de fotos y filmaciones llenas de desprendimiento y orgullo (a veces bastante injustificado) y siguió recitando su adorada pero ya ineficaz fórmula “1 75m 70kg (o las medidas que fueran) buena pija buena cola buenas patas buena jeta bien masculino con (o sin) lugar” sin que nadie le diera bola. Como los curas que recitaban el Ave María en medio de la revolución francesa mientras el resto del pueblo escupía en los crucifijos, cogía en los altares y bailaba La Caramagnole, soñaban con un retorno a las buenas costumbres (léase: chatear sin foto) que no se produjo –ni se producirá- nunca.


Pero nadie contaba con la astucia de las locas closeteras quienes, frente a esta escalada de la visibilidad y la ventilación de intimidades, idearon un método de supervivencia que las salvaba de ser condenadas a los espacios más marginales de un chat: las fotos sin cara. Tal vez el invento no era nuevo, ya que muchos heteros de trampa (y muchos heteros con cara de sapo) lo habrán usado, pero prístino o no, fue el recurso preferido.


Utilizando el difuminador o la tijera del paint, modificaron y recortaron sus fotos -tal como difuminan o recortan sus vidas- a fin de mostrar su cuerpo o partes de su cuerpo, vestidos o desnudos, total nadie los va a reconocer por la forma de una panza o de un pie o por lo abierto de una cola o el color de una pija.


Pero esta solución, si bien salva la intimidad, no resuelve el otro problema esencial de subir una foto porque hay que tener una linda panza o un lindo pie o una linda cola o una linda pija para mostrar. Y en este tipo de fotos cualquiera se cuida menos que en las fotos de cara. A una cara con un buen ángulo o con un buen fotoshop se la retoca, se le tapan los granos, se le blanquean los dientes, se la pone más bronceada, se la pone más blanca, se difuminan las arrugas, se le ponen ojos azules, etc. Pero a una panza no se le pueden marcar los abdominales, ni a un pecho los pectorales ni a un brazo sumarle tríceps ni a una cola hacerla más parada ni a una pija añadirle unos centímetros sin que se note demasiado. Por lo tanto, las partes del cuerpo que no son la cara se muestran, casi siempre, tal como son -quizás con algún retoque en la luz o el color- pero más o menos reflejan la realidad fielmente.


El tema es que, cuando la realidad es que la panza es un cúmulo de grasa, la cola es un papel chato, las piernas son frágiles palillos o morcillas explotadas y los pectorales parecen mamas colgantes, por ahí es preferible mostrar la cara. O directamente no mostrar nada.


Sin embargo, si uno entra a un chat o alguna página de contactos que permita subir fotos, se va a encontrar con decenas de imágenes que rayan lo grotesco. Panzas y tetas colgantes, anos colorados y abiertos como los de un simio, penes parados o dormidos sacados desde el peor ángulo, axilas con pelusa, horribles pieses y/o piernas vistos desde arriba, etc.


Uno se pregunta, ingenuamente quizás, para qué ponen la foto de un brazo fofo o de una cintura inexistente…en teoría está muy bien mostrarse tal cual uno es, pero si se trata de usar la foto como una especie de imán o anzuelo, no tiene mucho sentido mostrar un cuerpo feo (o una fea parte de él).


Claro que algunos hombres piensan que mostrar la pija escapa a la parametrización estética. Es decir, un pene puede ser largo, ancho, gordo, flaco, chico, grande etc. Pero no puede ser lindo o feo. Es fácil escuchar la frase “me gustan pijudos”, pero nunca escuché “me gustan de pija linda”, salvo que “linda” esté reemplazando a “grande”. De todas formas, entre los gays, lo importante en este caso no es mostrar una pija “linda” o “grande” sino, simplemente, mostrarla.


Siempre tuve la teoría del que sube una foto de su pija o de su cola lo hace porque no tiene nada mejor para mostrar. Es decir, a una loca closetera o a una loca fea no le quedaría otra que mostrar sus partes para ver si así logra levantar algo.


Alguien diría que mostrar el pene puede ser un fin en sí mismo. Y sí, existe éso que podríamos llamar “orgullo peneano”. Hay hombres que parecen vivir buscando momentos adecuados para exhibir su pene, erecto o no. Sea en medio de un partido de fútbol, en un baño público, en un vestuario, en un gimnasio, en un taller mecánico, en fin, en cualquier lugar que sea “sólo para varones”, siempre hay algún tipo que pela lo que tiene y lo muestra con todo orgullo…como si los homosexuales no pudiéramos entrar a esos lugares. O, peor, como si fuéramos de piedra.


Pero, como sea, ese gusto por exhibir el pene es mucho más propio de un heterosexual que de un homosexual. Los que mean juntos y se miran y se comparan son los chongos (aunque siempre hay alguna loca haciéndose la tonta por ahí). Las locas, por lo general, prefieren hacer sus cositas solas sin que nadie las vea (aunque no sin ver a nadie).


Y sea ésto una generalización o no, lo cierto es que las locas que muestran su pija por Internet me parece que no lo hacen porque les guste mostrar su pene, sino por otras razones. Además, el “orgullo peneano” no se puede aplicar a los que muestran la cola. Y ni hablar de los que muestran manicitos. Tiene que haber alguna otra razón.


Quizás es una forma de construir la propia imagen. Si yo muestro mi pija (o mi cola) estoy construyendo la imagen de un hombre “sexual”, “calentón” y “desprejuiciado”. Eso no quita que mucha gente interprete esa imagen como la de un hombre “superficial”, “ardido” y “promiscuo”, pero puede que exhibir el cuerpo produzca una cierta sensación de lujuria o erotismo. O al menos, sirva para liberar alguna que otra vergüenza.


De todas formas, como tampoco esta razón me convencía, decidí investigar el asunto realizando una sencilla encuesta en uno de los chats que frecuento. La pregunta era “¿Porqué ponés fotos de tu pija?” (o de tu cola, según el caso). De las variadas respuestas que recibí, se podrían crear 3 categorías aglutinadoras:


1)“porque busco sexo”

2)“porque sino nadie te da bola”

3)“porque todos ponen”


(Y ésto dejando de lado algunas respuestas que no ayudan mucho al tema como: “que te importa, puto de mierda”, “y vos quien sos, loca tarada”, “morite, trolo”, “si no te gusta no mires”, “como se nota que estas al pedo”, “pasáme tu msn y te muestro mas”, etc.)


Bueno, de todas las razones, la primera confirma mi idea. Poner una foto xxx es una manera de decir que uno busca sexo de una, que no quiere perder mucho tiempo en conocerse y todo eso. Que busca un encuentro, un polvo, y chau, hasta nunca o hasta la próxima calentura.


De todas formas, a veces resulta que uno chatea con alguien cuya foto es un pene erecto o una cola abierta y a la hora de concretar para tener sexo empieza a dar vueltas como calesita histérica. O, peor, empiezan a charlar de música, arte, política, vida cotidiana o cualquier tema de charla de café y terminan diciéndote que les encantaría conocerte y charlar en persona con vos en el tono de quien te propone matrimonio.


Es decir, que por muy zafada que sea la foto, no se puede confiar que su dueño sea un promiscuo reventado. Hasta una pija parada o una cola abierta o una boca llena de leche pueden, de golpe, mostrarte que tienen un costado romántico. O, al menos, humano.


Por lo tanto, esa primera razón es bastante circunstancial.


La segunda es un poco más cierta, ya que poner una foto xxx te garantiza que al menos las locas más calentonas del chat te van a hablar. Pero muchos otros quizás no te hablen precisamente porque tenés fotos en bolas, así que, en realidad, lo que conseguís al final es que te den bola los más fáciles y los más desesperados por sexo, cosa que también se conseguiría seguramente sin poner foto.


Así que, tristemente, llegamos a la razón de siempre: “porque todos ponen”. La fuerza de la moda, basada en la inercia de la falta de personalidad, resulta ser mayor que la fuerza de la emoción, la ideología, la moralidad y hasta la calentura. Hacer lo que hacen todos justifica cualquier cosa, total, la normalidad nos ampara.


¿Eso quiere decir que, de golpe, los que suben fotos de cara, o de cuerpo sin borrar la cara, se van a transformar en el nuevo grupo marginal del chat? Supongo que no, ya que siempre va a valer más mostrarse entero que decapitado o descuartizado. Lo que sí se puede observar es que, gracias a los fotologs, blogs, spaces, facebooks, etc. y a la invariable vanidad de la naturaleza human, hay una tendencia irrefrenable a andar mostrando fotos en la web. Es una tendencia fuerte pero choca al menos con las locas viejas, para quienes la vergüenza de ser gay (o, mejor dicho, la vergüenza de que los demás sepan que uno es gay) todavía es más fuerte que la moda de subir fotos. Es raro encontrar un pendejo que tenga pudor en subir fotos, por muy feo que sea, pero viejos (más o menos de 25 para arriba) que se muestren así nomás en un chat gay hay uno por cada 20.


Supongo que habrá que esperar un par de recambios generacionales más para que las fotos de culos abiertos y pitos parados desaparezcan de las salas de chat y sean reemplazadas por fotos carnets. Aunque, la verdad, no sé si éso ocurrirá.


Las locas tapadas probablemente desaparezcan, pero locas feas habrá siempre.