miércoles, 22 de agosto de 2012

Cicatrices del shiro


Tengo 33 años y creía haber vivido ya todas las formas posibles de levante.

Me mandaron cartitas secretas cuando iba a la escuela (nunca supe quién pero recuerdo sus errores de ortografía), el hermano de un amigo me intentó violar en un baldío frente a mi casa pero justo cayó mi amigo a buscarlo (jamás lo perdoné, a mi amigo, por supuesto), una gorda con lentes y dientes salidos me pintó la vereda frente a mi casa con un “te amo” gigante seguido de mi nombre (fue la primera vez –pero no la última- que ser gay me sirvió de excusa perfecta), me dijeron “¿querés coger?”, me dijeron “¿querés ser mi novio?”, me dijeron “te pongo una naranja en la boca y te la chupo hasta tomar Mirinda” (¡tenemos un ganador!), me propusieron una relación formal en una mesa con mantel rojo, velas y copas de cristal (no sé cómo aguanté la carcajada) me ofrecieron plata por sexo (y a veces acepté), me guiñaron el ojo, me siguieron por la calle, me invitaron cafeces por millones, me palparon, me exhibieron, me mostraron, me vinieron a decir las cosas más zafadas con aliento a vodka, me mintieron, me dijeron la verdad, me mandaron mensajes eróticos por cel o por Internet y bueno, muchas pero muchas formas de levante más viví, sufrí y gocé.

Pero nunca, nunca, nunca antes me habían tirado una piedra en la espalda.
Resulta que estaba yo una tranquila noche hamacándome en la plaza...ok, ok, no podía conectarme al chat esa noche y necesitaba sexo sí o sí así que tuve que ir a la plaza...cuando de repente se cruza frente a mí un chico de mi edad (o más, por supuesto) que me clavó la mirada como si yo fuera una McBurguer con fritas y él un diabético en tratamiento.
Pero, como suele ocurrir cuando uno está hiperarchirecontra caliente y desesperado por coger, me hice el difícil y no le devolví la mirada. En realidad hacía poquito que llegaba yo a la plaza y quería ver más opciones antes de decidir. Además el tipo usaba una remera militar onda camuflada, lo cual en un lugar así sólo puede restar puntos.

Pero el muchacho parecía convencido porque dio media vuelta y volvió a pasar y repitió la operación otra vez. En su segunda repetición decidí mirarlo a los ojos para darle a entender que no me gustaba pero, apenas lo miré, él desvió la mirada y se quedó parado mirando un poste de luz como si fuera una obra de arte, todo con actitud confusa y tímida. Entonces me dí cuenta que el tipo estaba esperando que yo lo avanzara...¡encima éso! Por supuesto, me quedé en mi hamaca mirando para otro lado con decisión hasta que el tipo repitió su itinerario y fue a sentarse en un banco unos metros detrás mío.

Ahí pensé que se iba a ir al rato pero, de pronto, empecé a escuchar el sonido más horrible que te pueden hacer cuando estás shirando: “¡chist!”

¡Por Dior! Debería escribir un manual para shiradores y repartirlo gratis en la plaza: “No usar remeras camufladas, No chistar, silbar, toser ni hacer ningún sonido para llamar la atención, No enseñar la pija para después poner la cola, No llevar dinero ni objetos de valor, No aceptar nada de los policías y -lo más más importante- No usar medias de referí de fútbol, short de rugby blanco y musculosa negra (menos cuando tu cuerpo delata más tiempo pasado en panaderías que en canchas)”.

A lo que iba, chistar es la cosa más estúpida que podés hacer. Al menos para mí, aunque se lo he oído decir a varias locas también. La cosa es que de golpe los chistidos cesaron y pensé que aquella loca chist-tonta había entrado en razón por fin. Pero de golpe sentí como un suave silbido en el aire y un golpazo tremendo en mi omóplato derecho. Me dí vuelta y ví una piedra que pesaba por lo menos medio kilo caída en el suelo y unos metros más atrás, la loca de la remera camuflada saludándome  tímidamente con la mano.

Por un momento, que no entendía lo que pasaba, pensé que me estaban atacando y me iban a robar y -con suerte- violar. Pero no, era sólo que como los chistidos no le habían funcionado, aquella loca pelotuda me tiró una piedra para llamarme la atención.

A veces, cuando estás en el chat, alguien te abre una ventana o te manda un mensaje diciendo “hola” y vos les contestás “hola” y al ratito te dicen “bueno, no me vas a decir nada?” o algo así. Yo antes pensaba que estas personas tenían un simple problema de vanidad exagerada, onda “te hablo yo para darte permiso de hablarme a mí, que soy tan divina”. Pero últimamente me estoy convenciendo que el problema es, en realidad, neuro-conductual. Y éso no es ningún término científico: o sea, o carecen de neuronas (muy probable) o no saben cómo conducirse en sociedad. Cuando uno inicia una conversación con un “hola”, lo normal, natural, esperable y –sobre todo- aconsejable, es proseguirla. Pero existen locas que no aprendieron éso, al parecer.

Y existe ésta loca (porque quiero creer que es la única en el mundo) que te shira y te shira al punto de chistarte para llamarte la atención y, si no te le acercás a hablarle después de su tremendo esfuerzo de sociabilización, te caga a pedradas.

Pequeño grito que le pegué, por supuesto. Más bien pequeños gritos. Y, tal como esperaba, la loca con toda su timidez y carencia de normas sociales civilizadas (ponéle), se levantó y salió disparada para otro lado al  apenas escuchar mi inicial “¿Pero vos estás loco, pedazo de enfermo...?”.

¡Dior mío! ¡Lo que hay que vivir en esos lugares de shiro! Antes te tenías que cuidar si venían 4 o 5 pendejos en patota a robarte las zapatillas o dos canas a darte un discurso moral sobre la sexualidad con tonada de barrio Ituzaingó Segunda Sección (si es que no te hacían el verso de que eran bisexuales, pero éso lo dejaré para otro post) o un colgado a preguntarte qué vendías o a venderte algo. Pero ahora te tenés que cuidar de las mismas locas shiradoras que recurren a métodos cuasi neandhertales para hacer que te les acerques.

Digo yo ¿Dónde quedó el “¿che, loco, tenés hora?” o el “¿che, loco, tenés fuego?”  ¡Ya no hay temor a Dior!

Ahora entiendo porqué esas locas que te hablan en el chat sólo para que las hables vos me caen como una pedrada en la espalda, aunque claro, no duelen tanto.

martes, 8 de mayo de 2012

Girl Gone Wild



Cuando escuché Girl Gone Wild por primera vez sólo me quedó resonando el pegajoso “ire-ire-ire” y el resto de la canción se me esfumó totalmente. No me impresionó ni el “hey hey hey” del estribillo ni las subidas de tono de algunos momentos. También era la primera vez que veía el video y aunque me gustó, me inquietaron los elementos de Truth Or Dare y Vogue sumados a las piernas de Madonna estirándose contra una pared ya visto en Give It 2 Me y tantos otros videos.  No estaba muy seguro si me gustaba o no ese auto-tributo a pesar de que me encante el pasado –especialmente ése glorioso pasado- de Madonna.

Por ser lo nuevo de mi artista favorita y quizás también por lo erótico o lo sensual me terminó enganchando y lo empecé a ver cada vez con más ganas. Y ya sé que cualquier cosa que escuchás varias veces se te termina pegando, más si es un hit pop. Pero hay un límite de hasta dónde te engancha una canción o un video. Se te pega un tiempo y después se te va casi sin darte cuenta. Sólo unas pocas canciones logran pasar un cierto número de repeticiones en tu cabeza para después quedarse para siempre dentro tuyo e ingresar a tu top ten personal y convertirse en algo más.

Y no es que Girl Gone Wild sea un temazo ni tampoco el mejor tema de Madonna. Por cierto que no lo es. Pero así como escaló lento los rankings mundiales también tardó un tiempo en convertirse en un temazo para mí. Porque después de unos días me dí cuenta que Girl Gone Wild es más que un nuevo Vogue. Sólo repite la fómula pero la esencia es diferente. Girl Gone Wild es la síntesis de porqué amo a Madonna. 

Vogue fue un momento de Madonna ¡Y qué momento! Fue una Madonna. La Madonna glamorosa, prolija, perfecta, correctísima, fría, arrogante y despectiva. La Madonna que terminó de clavar el flechazo mortal a sus fans (y que aún hoy en día sigue flechando). Era la Madonna número uno consciente de serlo (y, sólo por éso, seguramente para la historia –y dejando de lado números de ventas, calidad artística, popularidad y muchas otras razones, que por demás le sobran- Vogue será siempre su tema número uno).  En Vogue estaba la Madonna superstar. No estaba la Madonna alegre, ni la transgresora, ni la romántica, ni la ingenua, ni la sensual, ni la sonriente, ni la humanista, ni la política, ni la visionaria (tampoco estaba la kabbalista ni la activista hollywoodense, por suerte).

En Girl Gone Wild hay varios guiños para fans y auto-tributos, está Vogue, Truth Or Dare, Erótica,...pero está también la Madonna que hace tiempo –quizás desde el 2001- no veía en ningún video. Y en ninguna canción.

 Lejos de todo el espiritualismo kabbalista denso, el me arrepiento-no me arrepiento que viene desde Human Nature, el mesianismo hueco de I`m Going To Tell You A Secret, lejos de todas las explicaciones totalizantes, en Girl Gone Wild Madonna vuelve a ser humana. Y no estoy hablando del humanismo simple de la letra, de aceptar los impulsos salvajes sin moralizar ni concluir más que un común “girls they just wanna have some fun”. Más allá de las obviedades, en Girl Gone Wild se oye una chica alegre cantando con ganas. Una chica –sí, con sus 53 años- que canta con voz alegre y baila desaforadamente una coreografía más complicada y enérgica que la que bailó a los 32. Y a los 53 años debe ser más difícil todavía transmitir alegría con la voz que tener estado físico para hacer una coreo con tacos y abrir las piernas 180 grados.

Pero incluso más difícil aún es lograr transmitírselo a alguien a quien ya se lo transmitiste una vez, hace ya más de 10 años, y al que luego “abandonaste”.

Porque no la ví así en Hung Up ni en Sorry. Ni en 4 Minutes ni mucho menos en American Life. Desde Music y Don`t Tell Me, allá por el año 2000, ninguna canción de Madonna me había transmitido lo que me transmitieron alguna vez en su momento Into The Groove, Papa Don’t Preach, Like A Prayer, Secret, Ray Of Light o la misma Erótica, por mencionar sólo singles y sólo algunos. Hubo algunas perlitas, seguro. Está Give It 2 Me. Está Love Profusion. Están esas que le gustan a uno y sólo a uno, como Intervention, Push o Dance 2night en mi caso. Pero faltaba en primera plana esa Madonna juguetona, alegre y -sobre todo- humana, que está en Girl Gone Wild de nuevo. Esa Madonna que no le gusta a casi ningún hombre (ni mujer) heterosexual occidental y no porque baile con una tropa de gays en tacos sino porque es la encarnación de la mujer contenta con su sexualidad. Una mujer que ni los griegos clásicos imaginaron a pesar de  las incontables ideas de mujer que pensaron.

Seguramente del 2001 al 2008, Madonna hizo mucho más de lo que podía esperarse de una estrella pop de su edad y trayectoria. Seguramente atrapó nuevos fans. Y seguramente ganó más dinero que nunca antes y esforzándose mucho menos que antes (y no porque no se esfuerce sino porque la experiencia le ahorra desgastes). Tranquilamente podría haber seguido por ese camino y aburrirme cada vez más, pero sea por su espíritu artístico, por su nuevo desengaño amoroso, por su perpetuo contacto con gente joven o por exigencias de contrato, ahora ha vuelto a ser una mujer que se hace preguntas, que las deja sin respuesta, que se reconoce humana, que incluso intenta ser visionaria sin tener la más mínima necesidad de serlo pero, sobre todo, que transmite alegría mientras plantea interrogantes.  

Creo que no le hacía falta recurrir a las imágenes eróticas que ya usó en otras épocas para volver a lograr eso. Lo podría haber logrado con una canción o video que no toque al sexo ni por la tangente. Pero bueno, como broche de oro, lo hizo con una canción que recupera aquellos buenos viejos tiempos sexuales y transgresores que tanto irritaban a alguna gente en las épocas en que sólo Madonna se atrevía a hacer las cosas que hoy en día hacen prácticamente todas las cantantes pop.Y no porque la admiren o quieran imitar o superar ni por que confían en la fórmula madonnesca para obtener el éxito comercial sino simplemente porque Madonna les abrió el camino en 1984 con Like A Virgin (o en  1983 con Burning Up, si se quiere) y desde entonces despejó todos los obstáculos.

Girl Gone Wild entra así, lenta pero segura (como todo el MDNA), en la lista de las canciones más importantes de mi vida. Casi la consideraría la obra maestra de Madonna si no fuera porque no quiero dejarme llevar por mis sentimientos de fan abandonado que se reencuentra con su artista. Sé que se me va a despegar como se me despegaron todas las otras canciones que amo, pero también sé que se quedará como se quedaron todas las otras.

Pero en éste momento, todavía no se me ha despegado.

Ayer compré la entrada para el concierto y ya estoy esperando con ansias el momento de corear ese tema mientras la diva ejecuta las piruetas que tanto le sorprenden a la prensa o a la gente que sólo ve en Madonna una cantante o una bailarina o una celebridad importante.

Ya la ví en Buenos Aires, en una época que para mí no fue de las mejores pero sólo pensar que la voy a ver acá, pisando mi ciudad, y con todo este sentimiento de reencuentro, me llena de éxtasis.


Dicen que el 21 de Diciembre se acaba el mundo, justo un día antes del concierto en Córdoba. Probablemente no se acabe (y si se llega a acabar, lo busco a Dios y lo mato) pero veo que los mayas tenían razón. Es una época de acontecimientos grossos y yo, al menos, ya sé que va a ser una de las más felices de mi vida.

jueves, 26 de enero de 2012

Este lugar es una mierda


Todas pero todas las veces que me han intentado levantar -sea en un boliche, en el chat, en un sauna, en un parque oscuro o en la misma calle- siempre me han dicho “sí, ya sé que este no es el mejor lugar para conocer a alguien” o “éste lugar es una bosta, pero ¿qué le vamos a hacer?” o alguna otra frase por el estilo.

Es obvio que a veces se dice éso por decir algo, como quien intenta sacar conversación a cualquier costo o intenta quedar gracioso al criticar al lugar donde se está. El tema es que, entre los gays, es algo que se dice en serio. Realmente se piensa que el boliche, o el chat, o el sauna, o el parque o la peatonal o lo que sea que estemos usando de lugar de encuentro es una mierda. Y éso independientemente de si el lugar es una mierda o no, es decir, independientemente de si el boliche donde estamos es una disco ultradecorada con sonido surround y pistas giratorias o un galponcito con techo de chapa y una bola de espejos que no gira; independientemente de si el chat al que entramos es casi un facebook con más de 50 funciones al pedo o es apenas un foro choto donde te llegan los mensajes a las tres horas; independientemente de si el sauna es un super spa cuasi salón de belleza donde renuevan el agua del hidromasaje cada 20 minutos o es un cuchutril de madera barnizada a chorros de semen y sudor con una salamandra y un hornito aromático; independientemente de si el parque o la calle donde estamos shirando está en los alrededores de la isla de la cité o en las inmediaciones de la isla de los patos.

Es decir, a la hora de decir que el lugar es una mierda no se tienen en cuenta las características concretas del lugar, lo único que se tiene en cuenta es que es un lugar “gay”. Y por ser gay, es una mierda.

Sea que el boliche, chat, sauna o lo que sea esté lleno de locas promiscuas o locas vuelteras, locas lindas o locas feas, locas fashion o locas mal vestidas, locas viejas o locas pendejas, locas fofas o “musculocas”, etc. está lleno de locas. Y porque está lleno de locas, es una mierda.

Parece mentira que los mismos gays seamos los primeros en pensar así, los primeros en echarnos mierda, pero es así. Y la explicación es muy simple. Al bardear a los demás gays, al decirle puto a un puto, uno queda menos puto.

Es como el negro que trata de negros a los otros negros. Se siente un poco superior al hacerlo. O se siente fuera de ese colectivo, aunque sea momentáneamente.

La mayoría de los gays. al hablar de los gays, parece que se refirieran a una realidad externa, que no los incluye ni afecta. La mayoría dice “las locas, ésto”, “los putos, aquello”, como si ellos no pudieran ser catalogados jamás con esos términos o –peor- como si fueran heterosexuales. Y claro, uno va al boliche y ve a un sinfín de seres con los cuales uno no se siente identificado. Y al ver la diferencia, rápidamente los cataloga dentro de alguna categoría friky en la, por supuesto, uno no se incluye. Es decir, uno discrimina casi automáticamente. Y de ahí a denigrar hay un paso.

Repito que parece mentira y hasta resulta paradójico o tragicómico que los gays, que somos de los primeros en sufrir discriminaciones y denigraciones por ser diferentes seamos también los primeros en estar ansiosos por discriminar y denigrar a otros. Y no a cualquier otro, sino a los que son como nosotros, al menos en el hecho de que nos gusta tener sexo con personas de nuestro sexo. Por otro lado, cualquier psicólogo promedio diría que precisamente nuestro complejo de inferioridad por ser diferentes nos impulsa a atacar o a agredir a cualquier otra persona que esté en nuestra condición o, al menos, en una condición vulnerable.

Por mi parte, creo que el complejo de inferioridad no lo explica todo y hasta resulta una explicación facilona para evitar adentrarse más en los problemas de fondo. Creo que en realidad la cuestión que está en juego en ésto de la denigración de gays por los gays es la falta de identidad propia.

Porque, a diferencia de otras “minorías” o “colectivos”, como pueden ser los negros, los amarillos, los mestizos, los judíos, las mujeres, etc., los gays no tenemos una marca evidente imposible de ocultar como el tono de piel o la falta de prepucio. Es cierto que algunos gays se destacan por ser afeminados y no pueden evitar serlo. Pero también hay muchos que no son afeminados o que sí pueden evitar serlo. Hay muchos que se casan y tienen hijos o viven solteros o se hacen curas o lo que sea pero, a los ojos del mundo, son heterosexuales. Entonces, dentro del “colectivo gay” hay dos grandes clases de locas, las tapadas y las fuera del closet. Y cualquier “loca tapada”, como yo les digo, jamás aceptaría ser catalogada de “loca tapada” ni de “loca” ni de nada que tenga que ver con un gay. Y cualquier loca “destapada” detestaría, en y por principio, a cualquier loca tapada. De hecho, social, política, económica y – no siempre- religiosamente, las tapadas y las destapadas son totalmente opuestas y hasta trabajan las unas en contra de las otras.

Pero ahí no se acaba el problema porque dentro de los que están fuera del closet también hay divisiones. Tenemos al gay masculino, al gay afeminado, al gay neutro, al gay activo, al gay pasivo, al gay amplio, al gay bisexual, al gay misógino, al gay intelectual, al gay hueco. Y, por supuesto, al gay con plata y al gay sin plata. Y todos –o casi todos- se odian o, al menos, se discriminan mutuamente.

Por lo tanto, cuando uno se da cuenta que le gustan los tipos -sea a los 3, a los 11, a los 18, a los 24 o (Dior nos libre) a los 65 años- automáticamente piensa “entonces soy gay” como si esa palabra resolviera nuestra identidad sexual.

Y chau, rara vez volvemos a pensar en el tema de nuestra identidad. Es decir, nos pasamos la vida esquivando todas las oportunidades para preguntarnos qué o quiénes somos y a dónde a qué o a quiénes pertenecemos.

Por éso, más que por el freudiano complejo de inferioridad, es que nos resulta tan fácil –y hasta natural- discriminarnos los unos a los otros. Porque esa cosa que se llama “colectivo gay” y que algunos ultraconservadores gustan de llamar “lobby gay” es sólo un término para simplificar la demasiado compleja realidad y, sobre todo, para contener un poco las inquietudes naturales de cada uno y evitar que nos lancemos a descubrir –descubrirnos- un poco más.

Porque eso sí sería peligroso. Sobre todo porque nos llevaría a descubrir que atacarnos y discriminarnos entre nosotros es absolutamente contraproducente.

Descubriríamos que decirle puto a otro puto es lo peor que podemos hacernos a nosotros mismos, porque con el sólo hecho de usar esa palabra perpetuamos el sistema que nos discrimina y persigue.

Y, por supuesto, ya no podríamos hacernos los superados/superiores cuando intentamos levantar a alguien diciendo “este lugar es una mierda”.

El ser menos puto que otros putos dejaría de ser un argumento válido para levantar. Tendríamos que empezar a buscar en nosotros mismos algo que nos haga superiores por nosotros mismos y no porque estamos en un lugar lleno de “putos”.

Por suerte para todas las locas pelotudas que no saben qué mierda decir a la hora de levantarte, éso no va a pasar nunca. Los putos siempre odiarán a los putos porque, a diferencia de lo que decía Perón sobre los peronistas, para un puto no hay nada peor que otro puto. Por lo tanto, podrán seguir haciéndose las machas, las hetero, las “menos trolas”, en fin, haciéndose las “más hombre” agrediendo verbal o físicamente a todos los que no tienen miedo de soltar las plumas o no les preocupa hacerlo.

Claro que a la hora de probar verdaderamente que son “hombres” tendrán un pequeño problemita, pero bueno, eso suele pasar en la oscuridad y entre 4 paredes.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

De Las Heras a San Martín


El sábado tenía un montón de cosas que hacer y cero ganas de hacer ninguna así que, para no sentirme tan vago e inútil, decidí ir a la marcha del orgullo.

Según me habían dicho, la marcha comenzaba en el parque las Heras. Sí, nada menos que esa descuidada plaza donde, cada noche, un variable número de locas bastante impresentables aprovecha la escasa iluminación del lugar para caminar en círculos y elipses con el fin de encontrar una pija o una cola o una boca con la cual tener algún rápido contacto detrás de un eucaliptus o de alguna estatua, columna o pedazo de cemento cubierto de graffitis y meada.

Por supuesto, ninguna de esas locas estaban en la marcha. El parque las Heras funciona todo el año para los gordos, viejos, casados y tapados que en un boliche no se levantarían ni a la mañana ni siquiera con la ayuda de la luz negra y que de sólo pensar en acudir a un lugar gay donde alguien pudiese verlos (fuese un boliche o una marcha) se les pondrían los ojos en blanco y la cabeza les giraría como a la pendeja del exorcista.

Pero bueno, paradoja o capricho del destino, ese lugar tan apreciado por las locas que odian ser locas y no hablan de su sexualidad ni con Dior cuando rezan cada Domingo (lo cual no las inhibe de comerse las pijas más sucias e infectadas de la ciudad noche por medio) se transformó en lugar de encuentro para todas las locas que, supuestamente, estan felices y orgullosas de ser locas y quieren gritarlo a los cuatro vientos por una de las calles más transitadas de la ciudad.

También estaba allí mi amiga Karina, acompañada por su novia y su cámara de fotos. Karina, como muchas mujeres burguesas –lesbianas o no- solteras y de mediana edad, está obsesionada con el facebook y vive publicando cada pequeña o gran boludez que ocurre en su vida como si tuviera una legión de fans ávidos de enterarse de los pormenores de su existencia. Cualquiera que entrara a su face y quisiera creer en sus palabras, se convencería de que Karina es una especie de mezcla entre la Madre Teresa y el Che Guevara: apoya públicamente a todas las causas humanitarias que puedan existir pero siempre con leve tinte zurdoprogre, es decir, que está a favor del matrimonio gay y la despenalización del aborto, los derechos de la mujer, de los niños, de los animales y de cualquier cosa o persona que sufra lo suficiente como para conmoverla un poquito (cosa nada difícil teniendo en cuenta que lloró hasta con los X men).

Pero claro, para Karina no es suficiente pertenecer a toda página cool del facebook. Para crear su virtual perfil de luchadora y defensora de los DD HH sabe que una imagen vale más que mil palabras, por lo cual me hizo sacarle más de 100 fotos ondeando la banderita del arco iris y abrazandose con todo travesti, transgénero o persona rompegéneros que le dió bola para la foto.

Y el lunes, por supuesto, las fotos estarían en su face para despertar la admiración o envidia de sus contactos kirchneristas y de sus amigas tortas que están dentro del closet. Por supuesto, la mamá y el papá de Karina son mayores de 65 años y no tienen face (ni computadora) y creen que su hija vive con una amiga para compartir los gastos. El hermano de Karina cree que su hermana está un poquito rayada pero que pronto se casará y tendrá un par de hijos y se dejará de joder con la política, el humanitarismo, los animalitos abandonados y los derechos de los putos. Pero lo peor de todo es que Karina seguirá sintiendo que ella “hace algo” porque va a la marcha (y porque lo publica en face, claro) y que no importa la vergüenza o el miedo que le da confesarle a su familia o a sus compañeros de trabajo que le encanta franelear su vagina contra la vagina de otra mujer.

Porque no es lo mismo estar fuera del closet con los amigos y en el face que estar realmente orgulloso de ser gay, pero para Karina eso no importa, porque ella es la primera en creer en su facebook. Y así, evade tranquilamente la realidad y se sigue sacando fotos en la marcha del orgullo como una esplendorosa y flamante torta que lo único que tiene de torta es la decoración.

En todo éso pensaba yo mientras sonreía y apretaba el botón de su camarita y hacía los típicos chistes sobre el fotoshop. No, no soy falso: todo ésto también se lo digo en la cara a ella pero en aquel momento no me parecía adecuado ni divertido decirle lo falsa y obtusa que creo que es así que me entregué a su jueguito. Además, ya me conozco y sé que las multitudes (sobre todo las multitudes con tambores y pancartas) me ponen de mal humor, por lo que decidí controlar mi hermoso y siempre amado (por mí) carácter de mierda.

La marcha estaba encabezada por no sé quién, supongo que por los organizadores. Después venía un grupo de gente figuretti y unas drag queens que bailaban algo parecido al carnavalito al son de una batucada. Más atrás venían algunas agrupaciones políticas y bares y pubs gays de la ciudad con sus banderas y gente con camisetas del partido o lugar gay, no sea que alguien fuera a decir que tal partido o tal lugar gay nunca figura en la marcha. Los kirchneristas eran unos 20 o 30 y detrás venían los radicales, unos 10 o 15, que cantaban –con bastante desubique- una canción que decía algo así como “a Alfonsín no se lo toca”. La verdad que me pareció bastante ridículo. Los K, a los cuales también detesto profundamente, al menos pueden capitalizar lo del matrimonio gay (más allá de las disidencias internas que hayan tenido con el tema y de que Cristina recién se haya declarado a favor del matrimonio un día antes de la votación en el senado ¡Y nada menos que desde la mismísima China!) pero ni los radicales ni Alfonsín tienen mucho que hacer en una marcha gay. Pero ahí estaban. Faltaba un contingente del ejército y otro de la Iglesia Católica y ya completábamos el circo.

Pero bueno, si una torta semidestapada como Karina puede ir a la marcha y sentirse progre ¿porque no pueden hacer lo mismo 10 o 15 radicales? También ellos se sacan fotos y las suben al face y se sienten felices así, incluso ante el vergonzoso hecho que hasta el bar de osos llevó más gente que ellos y hasta tenían una bandera más grande.

Detrás de los osos venía una enorme bandera de arco iris y luego una traffic con unas travestis en tetas subidas al techo. Luego seguía un enorme camión lleno de gente que no entendí nunca porqué se subió ni qué pretendían mostrar. Las travestis al menos se producen, muestran las tetas, gritan, etc. Estos nomás eran unas locas silvestres que apoyaban los codos en el borde del camión y miraban desde arriba (¿).

Y bueno, querrían figurar, qué se yo.

Inmediatamente después venía un grupito de tortas y transexuales con las tetas al aire gritando que había que acabar con el género y, finalmente, las agrupaciones de izquierda que marchaban al final y que eran más o menos un cuarto de la cantidad total de personas en la marcha. Porque en éso la marcha gay es igual a cualquier otra marcha de protesta o de reivindicación de derechos: las agrupaciones de izquierda son mayoría mientras que los partidos mayoritarios están apenas representados por 10 gatos locos (que encima ni saben bien lo que hace su partido con ese tema). En el senado y en diputados, la izquierda prácticamente no existe, pero en todo lo que sea salir a gritar con pancartas al hombro, están siempre. Claro que habría que pensar qué sirve más, marchar con una pancarta y un altavoz o meter más gente en las Cámaras. Pero los zurdos de Argentina parece que últimamente prefieren acusar a la derecha, a la Iglesia, a Cristina (o a Duhalde o a quien sea) -a veces a la sociedad entera- de un complot contra su partido y sus actividades en lugar de hacer la más mínima autocrítica a sus estrategias políticas (y no políticas también).

Anyway, ahí estaban, dando menos pena que los k y los anti k. Es una suerte que la mayoría de las locas sean tan apolíticas y posmodernas, porque así ni siquiera Cristina, con su glamour y su apoyo tardío desde el Extremo Oriente al avance más importante en “derechos homosexuales argentinos” de los últimos tiempos, ha logrado cautivar al colectivo gay y politizar algo que debería escapar a los partidos. Y no niego que está lleno de locas K y anti K (igualmente ciegas, soberbias e insoportables), pero, por suerte, la mayoría de los putos seguimos despreocupados por nuestra falta de liderazgo y aglutinamiento, lo cual me llena de alegría porque quiere decir que aún pensamos críticamente (o, al menos, elegimos no pensar).

Me olvidaba que cerca mío iba una parejita hetero, la chica muy contenta y el guaso bostezando mientras un par de locas le miroteaban sus horribles piernas peludas y también unas cuantas parejas gays que se besaban una y otra vez ante la mirada risueña de todo cordobés que, por desgracia o por suerte, se tropezaba con la marcha.

Cuando la marcha llegó a su punto cúlmine, es decir, la plaza San Martín (otro lugar bastante frecuentado por las locas tapadas y los curas del interior de la provincia que vienen a ofrecer plata a los chicos de la calle menores de 7 años y que encima se enojan porque algún periodista que jamás aprendió ortografía les hace cámaras ocultas de vez en cuando para conseguir un ascenso) las tortas en tetas se pararon frente a la catedral para cantar la predecible “Iglesia, basura, vos sos la dictadura” (loco, sigan insultando a la Iglesia pero cambien las letras alguna vez!) mientras unas pobres viejitas que salían de rezar y asegurarle a Dior que son buenitas las miraban con un pánico que me conmovió incluso a mí. Y no es que defienda a las viejas que van a misa, pero me imagino que debe ser al menos chocante salir de la Iglesia y encontrarse con diez pares de tetas al aire gritando blasfemias y diez mil personas apoyándolas.

Bueno, al ratito subió gente al escenario y empezaron a tirarse flores entre los organizadores y demases figuras importantes de la marcha, como siempre ocurre. Luego subió la madre de Natalia Gaitán para que la aplaudieran un rato (merecidamente, por supuesto) y ahí ya me fuí porque tenía que bañarme para ir a una fiesta donde habían 16 locas que no habían ido a la marcha y otras 4 que ni se habían enterado que era ése día (pero, por supuesto, unas y otras querían que les contara todo lo que pasó).

Y bueno, están las locas que no van porque no se enteran, las que no van porque no están de acuerdo, las que no van porque tienen miedo que alguien los vea o -peor- les saquen una foto- Y están las que van porque, precisamente quieren salir en la foto, porque quieren que las vean, porque creen que con la marcha hacen algo. Y estoy yo que voy porque no tengo ganas de quedarme en casa mirando la pila de apuntes que tengo que leer y mirar locas y travestis me distrae de mis responsabilidades (quiero creer que no soy el único).

¡Y después los ultraderechistas se asustan de los cambios culturales y acusan de ellos al "lobby" gay! Me gustaría saber dónde ven un lobby en esa heterogeneidad de gente que lo único que tiene en común es ser catalogada de puto o torta, pero que piensan y viven su sexualidad de un modo tan diferente que me sorprende que no nos hayamos agarrado a las piñas todos contra todos (o a los arañazos, aunque sea).

En resumen, lo de siempre, aunque con mucha más gente que la del año pasado. Diez mil personas dicen que había. No sé cómo calculan pero la verdad que parecía haber mucha gente y quizás ésa sea la única razón válida para hacer una marcha de este tipo: demostrar que los gays existimos.

Y que somos muchos, aunque las viejitas de la catedral se asusten.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

¿Sos pasiva o mentirosa?


El primer año que tuve contabilidad en el cole, una falsa rubia pintarrajeada que medía casi un metro noventa y que respondía al apelativo de “profe” nos enseñó la famosa regla de la partida doble según la cual “Activo es igual a Pasivo más Capital”.

Jamás entendí qué era eso o qué significaba ni tampoco supe si realmente esa sentencia se cumplía en la realidad de las empresas o no. Pero nunca me importó porque no había que entender nada, simplemente había que repetir como zombie “Activo es igual a Pasivo más Capital” y acordarse de que, en un balance, el activo era la columna de la izquierda y el pasivo y el capital eran la columna de la derecha.

No era complicado y además ni siquiera había que escribirlo, sólo había que poner “A = P + C”.

Pero el segundo año cayó una vieja solterona que se sombreaba los ojos de azul y verde a decirnos que, en realidad, la verdadera fórmula era “Activo es igual a Pasivo más Capital más Ingresos menos Gastos”. Ahora resultaba que “A = P + C + (I – G)”. Por supuesto, me la llevé a marzo y aunque al final la aprobé nunca entendí en qué cambiaba la cosa. Aunque tampoco nunca había entendido la cosa.

Y al siguiente año cayó un pelado de traje y corbata negra que se la pasaba mirando las colas de mis compañeras y comentando el partido del domingo con mis compañeros (¡Y conmigo, pobre viejo ciego!). Pero cuando aquel desagradablemente simpático peladito se acordaba que cobraba un sueldo por darnos clase, se le ocurría comentarnos algo sobre las Pérdidas y Ganancias, los intereses devengados, los no sé qué pagados por adelantado, las consignaciones al exterior, etc. y ya todo se fué al carajo.

Lo único que me quedó claro es que contabilidad no era lo mío y con ese valioso conocimiento abordé la universidad y el mundo del trabajo escapándole a todo lo que tuviera que ver con los números.

Pero claro, más o menos por la misma época en que entraba a la universidad, también caí en el mundo gay donde me esperaban más activos, pasivos (y otras cosas que tampoco entiendo del todo) para seguir complicándome la vida.

Resulta que al principio, la regla de los roles era igual de simple que la primer partida doble que aprendí. Es decir, habían dos roles solamente: el de activo (el que penetra) y el de pasivo (el que es penetrado). Podías ser activo o pasivo. Aunque también podías ser las dos cosas (generalmente, no al mismo tiempo, aunque también se puede), por lo cual existía un tercer rol: el de versátil o amplio.

La mayoría de los gays que conocí por aquel entonces (y desde entonces) se declaraban amplios. Aunque siempre estaba el que decía ser “amplio más activo” o “versátil/activo” y el “amplio más pasivo” o “versátil/pasivo”. En principio, la fórmula “amp más act” o “vers/act” significaría que te gusta más ser activo pero podés llegar a ser pasivo o lo has sido a veces. También puede significar que preferís ser activo porque te duele cuando te penetran o porque tenés hemorroides o algún problema en el conducto anal o, quizás, algún mambo mental/ético/religioso/etc. con el hecho de entregar la cola. Y también declararse “más act” puede ser una forma de quedar menos trola o de hacerte más el macho cosa que, en principio, puede parecer estúpida en alguien que ya se declara gay pero, paradójicamente (o no tanto) no hay nada más común que un gay haciéndose el macho.

Es decir que detrás de la simple fórmula “vers/act” hay toda una agotadora complejidad de realidades sexuales de las cuales sólo he mencionado unas tres o cuatro sólo por no cansarlos (ni cansarme).

La fórmula “vers/pas” también parece sencilla en principio. Significaría que disfrutás más cuando te la ponen pero que no tenés problema en ponerla si se da el caso o si te lo piden. También puede ser que quieras demostrar que no sos taaaan puto y que sos capaz de usar tu pene a pesar de que te encante que te rompan la cola. O quizás es que sabés que sos demasiado afeminado como para que alguien te desee como activo, o pensás que la tenés muy chiquita y se te van a reír o te da asco pensar que vas a meterla dentro del ano de otra persona, etc.

La cuestión es que, al parecer, la versatilidad pura sería muy difícil de encontrar. O, al menos, de creer en ella. Porque por más versátil que seas, siempre va a haber algo que te guste más. O, en todo caso, por ser versátil, te vas a terminar adaptando a los gustos de la persona con la que estás sin tener tanto en cuenta lo que a vos te gusta porque, en teoría, te gusta todo o te da lo mismo.

¿Existen personas así, totalmente adaptables a los gustos de los demás que prefieren hacer lo que les piden en vez de explorar sus propios gustos/deseos? Creo que no. O más bien, espero que no. Sería desagradable, salvo en el increíble caso que tu gusto/deseo sea complacer al otro a toda costa, incluso sobre tus propias necesidades al punto que renunciás a tu egoísmo y tu individualidad y te volvés un verdadero esclavo sexual. Pero éso ya me parece un poco patológico. Y aunque existiera alguien así que no estuviera enfermo de la cabeza, habría que ver las posibilidades reales de convertirse en un esclavo sexual las 24 horas del día los 7 días de la semana. Hace tiempo que la esclavitud, por no ser rentable, entró en crisis y dió paso a la servidumbre y ésta, a su vez, al asalariado. No creo que sea fácil mantener a un esclavo en ésta época de capitalismo global, aunque siempre hay algún anacrónico. Pero claro, para ser anacrónico hay que tener plata.

Y, de la misma forma, si es difícil creer que exista alguien absolutamente versátil, más difícil es creer que exista alguien absolutamente activo o absolutamente pasivo. Resulta que a veces te encontrás con un supuesto activo 100% que, a pesar de serlo, alguna vez probó o piensa probar (generalmente, justo ahora ¡y con vos!) o que, aunque no le gusta que se la metan, le encanta chupar la pija, pajear al otro, que lo puerteen, que le metan un dedito o que le acaricien el ano (y, por supuesto, bailar coreos de Madonna, Britney o Lady Gaga, según su edad).

Es decir, hay activos 100% que, a pesar de serlo, adoran la pija.

Y bueno, contradiciendo un poco a la etiqueta de este post, puede ser que haya también algunos activos 100% que no les gusta la pija, es decir, que no la chupan, no te la tocan, ni te la miran pero, sobre todo, no piensan en una pija a la hora de calentarse. Piensan en una cola...Pero, personalmente (y esto es discutible) creo que un activo así no es exactamente homosexual. Salvo que pensemos que un hombre homosexual es todo aquel que tiene algún tipo de relación sexual con otro hombre sin importar qué es lo que le causa excitación y placer. Y sobre todo, qué es lo que piensa en el momento de tener un orgasmo.

Pero incluso, en el caso de considerar a este activo 100% como homosexual, sería una homosexualidad muy diferente a la de cualquier otro gay que sí desea una pija (y, por lo tanto, desea a un hombre). Sería una especie de homosexual que es homosexual porque desea a otro hombre pero desea justamente la parte femenina de otro hombre o, al menos, esa parte del hombre que no es la que lo hace hombre o que no es necesaria para ser hombre…(me siguen, ¿no?). Es decir, para simplificar, sería una especie de gay amante del hombre afeminado o, al menos, del hombre que no es tan hombre. Que los hay, los hay. Si no, los travestis pasivos 100% no tendrían tanto laburo (aunque habría que ver si el hombre que está con un travesti pasivo 100% puede ser considerado homosexual o ver también cómo se considera él mismo o cómo lo considera el travesti o…¡oh, bastaaaaa!!!)

Y hablando de pasivos 100% ¿existen? Cualquiera diría que sí. De hecho, conozco muchos que dicen serlo. Pero también habría que ver qué es ser pasivo 100% porque si significa que es alguien que sólo usa la cola, entonces un pasivo 100% no debe lograr nunca el orgasmo, porque el orgasmo sólo lo produce la eyaculación del pene por mucho que se goce con el roce prostático. O sea que si un pasivo 100% eyacula, deja de ser pasivo 100% y se convierte en un pasivo eyaculador que, al menos, usa su pene para eyacular. Aunque claro, podemos pensar que el hecho de eyacular no te hace ser menos pasivo sino que simplemente es una consecuencia natural producida por la excitación física, sea directa sobre el pene o sobre cualquier otra parte de tu cuerpo. Hay pasivos que acaban siendo penetrados sin necesidad de masturbarse. De hecho, hay muchos que no les gusta que los toquen adelante. Pero igual acaban. Sólo un pasivo que no acaba, es decir, que no eyacula, podría ser considerado pasivo 100%. Y de ésos también hay muchos. Pero ¿porqué no eyacula? ¿por deseo o por imposibilidad física? Si es por deseo, te la debo. Te estás aguantando acabar y evitando el orgasmo ¡Nada menos que la sensación física más placentera que tenemos!. De nuevo, suena medio patológica la cosa, aunque bueno, capaz que a alguien le gusta así. Si es por imposibilidad física, entonces hay una patología sin dudarlo y ahí hay que ver qué relación hay entre esa patología y la homosexualidad misma y ésa también te la debo. Ya estoy hasta acá de los foucaltianos.

Es decir, cualquiera de esos tres simples roles es en realidad una caja de Pandora que, encima, va cambiando con el tiempo y tiene un montón de puntos intermedios igualmente agotadores.

El típico cancherito heterosexual que, ante una pareja gay, hace la típica pregunta (que tanto molesta a algunas locas) de: “¿Y cuál es el hombre?” no sabe en realidad que está tocando un nido de avispas con un palo.

Pero, por si ésto fuera poco, hay algo que la mayoría de la gente heterosexual ignora sobre los roles homosexuales (y, a decir verdad, muchos homosexuales también lo ignoran) y es que hay más de 3 roles. Sí, aunque no lo crean y a riesgo de sentirme mi complicadora profe de conta de segundo año (igual jamás me sombrearía con verde, aunque azul…), no todo es Activo, Pasivo y Capital, -digo Amplio-. Existen, por lo menos, tres roles más, e incluso tres es quedarse corto.

En primer lugar, además del ya mencionado mejunje de Act, Pas y Vers, está lo que en México llaman “güagüera” (no sé cómo escribirlo, sólo lo he oído) y que en Argentina podríamos traducir como “petero”. Para decirlo de una manera más educada, se puede usar la fórmula de “Sólo oral”. Es decir, es un gay que renuncia al uso de su pene y su cola y sólo utiliza su boca en un encuentro sexual. Y no me refiero a los que te hacen un pete y se interrumpen a la mitad dándote alguna estúpida excusa (o, a veces, ni siquiera excusándose) sino a los que conciben a una relación sexual como a todo aquel encuentro en que abren una bragueta o bajan un pantalón y chupan una pija. Parece sencillo, pero no lo es tanto, porque está el petero que se pajea mientras la chupa, el que se dedea, el que se pajea y se dedea, el que se acaricia, el que te acaricia, el no hace nada de eso, el que hace todo eso, el que te hace acabar, el que no te hace acabar, el que se toma la leche, el que se la enchastra en la cara, el que te hace acabar encima tuyo o en el suelo, etc. Y no, ninguno de estos “sólo peteros” es igual a otro y encima hay infinitas posibilidades. Aunque, en general, tienden a ser los gays más viejos o más feos –en muchos casos, casados y con hijos- que, a principios de cada mes, te ofrecen plata por chupártela.

Y también, dentro de los “sólo oral”, están los que sólo quieren que se la chupen, categoría en la cual podríamos incluir a casi todos los hombres del mundo, homosexuales o no (sobre todo a ciertas horas de la noche y a ciertos grados de alcohol en la sangre).

Pero además del “sólo oral” tenemos al “vouyer”, es decir, el que sólo quiere mirar. Y ahí también tenemos al vouyer que se pajea y el que no, el que te paga y el que no, el que te mira sin decirte y el que te mira avisándote, el que mira con su pareja o con un amigo y el que mira solo, etc. Y también está el vouyer al revés, es decir, el que le gusta que lo miren. De ésos hay miles y todos somos un poco así cuando vamos a bailar o al sauna o a cualquier lugar de exposición gay, aunque en general sea sólo la parte previa de un encuentro. Pero hay muchos que disfrutan exhibiéndose y terminan reduciendo su vida sexual a éso. Y ahí también tenemos al que se pajea y el que no, el que te paga y el que no, etc.

En otras épocas hubo fanáticos del sexo telefónico (bueno, todavía hay) pero ahora tenemos a los “paja por cam” que también son otro universo, porque está el que mira y no se muestra, el que muestra y no te mira, el que mira y muestra, el que sólo quiere ver tu pija o tu cola, el que sólo muestra su pija o su cola, el que quiere verte entero, el que se muestra entero, el que te paga con crédito de celular, el que te cobra, etc.

También están los “paja mutua” que, personalmente, son los que más detesto porque me hacen acordar a los juegos de mi adolescencia. Bueno, quizás son nostálgicos, pero yo no repetiría esas boludeces. Menos con alguien que ya tiene mi edad o, peor, es mayor que yo. Creo que, después de los 18 años ya no da andar con la muñeca acalambrada.

Y todo ésto sin mencionar a los asexuados, vírgenes y/o castos, que también (y por desgracia) son más de lo que uno cree y que constituyen otro rol aunque ese rol sea el de no tener sexo en lo cual estarían algo más cerca de los pajeros y peteros, aunque tampoco son lo mismo.

Creo que la sensación que tengo después de escribir todo ésto es la misma que deben tener todas esas locas densas que escriben mil quinientas palabras en sus perfiles de Manhunt/Gaydar/Contactossex/etc y que, hacia el final ponen, en un pequeño arranque de autoconsciencia: “Si llegaste hasta acá, escribíme”. ¡Así que, comenten con ganas! (si es que aún les quedan).

De todas formas, todo ésto ocurre por querer complicar algo tan simple como la partida doble. O, por el contrario, todo se debe a querer simplificar el universo en una simple regla que encima no se cumple.

Porque éso es lo peor del caso, al final todo es mentira. Así como los contadores te dibujan un balance como quieren, así también los gays te dibujan sus roles como se les canta. El que te hace el filo diciéndote que es activo termina cabalgándote la pija hasta que te quedás seco y el que asegura ser pasivo termina exigiendo que le saques la leche invocando alguna ley de reciprocidad sexual. Y el versátil que empieza con que “éso no”, “así, no”, “peráte, dejáme a mí” y el “sólo oral” que te habla más de lo que chupa o que te pide que le hagás la cola o hacértela por esta vez (o, peor, que no te paga) y el “paja por cam” que no le anda la conexión y el virgen inocente que resulta ser la loca más promiscua del hemisferio sur, etc.

Por éso, al final, resulta medio al pedo preguntar por el rol. Lo que habría que hacer es preguntar tal como pregunta un secundarísimo aunque inteligente personaje gay de una mediocre aunque entretenida película italiana: “¿Y vos que sos, pasivo o mentiroso?”.

sábado, 8 de octubre de 2011

De feos y mendigos

“Hola, ya sé que no me vas a dar bola, pero quería decirte que sos muy lindo”.

¿Cuál es la respuesta adecuada a esta frase supuestamente pensada para levantar? Lo único que se me ocurre pensar a mí es “gracias, que lástima que vos seas un loser horrible”.

Si hay algo que me molesta terriblemente en la gente es que apelen a tu lástima o a tu compasión. Me enferma. Si ya detesto a ésas personas que no tienen nada interesante para hacer con su vida o su tiempo y vienen a hablarte (sobre todo via facebook) de los carenciados, los pobres, los olvidados, los africanos, las ballenas, las focas, los árboles del amazonas, etc. para pedirte inmediatamente una firma, una donación o un alimento perecedero, más detesto a los que utilizan la lástima como medio de levante.

Detesto que me pongan carita de perro abandonado o de gato hambriento. Detesto que imiten la voz de un mendigo que pide limosna para insinuarte que tienen ganas de hablar con vos.

Pero a pesar de me revienta esa forma lastimosa que tienen algunos de hacerse las víctimas para hacerse los interesantes, soy consciente de que esa reventez es un problema mío. Es decir, a alguna gente le gusta que se le acerquen de ésa manera, supongo. ¡Quiero suponer que esa patética táctica de levante les funciona con alguien alguna vez!

Así que en vez de contestar “gracias, pedazo de hombre insuficiente” finjo una simpática sonrisa y digo “jaja, gracias” y, acto seguido, me doy vuelta y miro para otro lado buscando un intersticio entre la gente que baila pegoteada para poder escapar ¡No quiero resultar maleducado con alguien que me dice lindo!

Pero no hay caso. Una persona que se arriesga a acercarse a vos para levantarte en medio de un boliche poniendo en juego su autoestima física y su capacidad para elegir vestimenta, siempre pensará que vos sos un antipático, un histérico o un creído aunque lo rechaces con la mayor delicadeza y finura posibles en esta tierra de Dior. Nunca, nunca, nunca pensará que él es feo, o que su camisa está traspirada, o que su aliento está demasiado cargado de fernet y tabaco, etc. Es decir, nunca pensará que el problema está en él sino que seguirá aportando pruebas para su ideología de que el mundo está lleno de locas histéricas y buscará una nueva víctima para someterla a su grotesco inicio de ritual de apareamiento, quizás en la misma noche y en el mismo lugar. Y, por supuesto, mucho menos se le ocurrirá pensar que a uno le pueden molestar ciertas “frases de levante”.

Y bueno, así es la vida. Probablemente esta situación se repite todos los fines de semana incontables veces en los distintos boliches de la ciudad y del mundo. Y no sólo gays.

Pero ¿qué pasa cuando el antipático, histérico, creído va hacia la barra a pedir más fernet, cerveza y/o vodka para su organismo que ya está desbordado de alcohol y ve y escucha a su pobre rechazado señalarte y decirle a uno de sus amigos, sonriendo con suficiencia: “mirá, esa loquita es la que me quiso levantar allá en la pista”?

Son muchas las cosas que pueden ocurrir y todas involucrarían puteadas, vasos volando y patovicas arrastrando locas desfiguradas hasta la calle. Pero esta vez, quizás por lo aburrida que estaba la noche, probé algo diferente y poniendo mi mano sobre su flácido hombro, le dije melosamente y bien alto para que su amigo de camisa leñadora escuche: “Uy, mi amor, sos vos ¡por fin te encuentro, hombre de mi vida, con tu panza grasosa que abre los espacios entre los botones de tu camisa y tu colmillo amarillo que asoma entre tus evanescentes labios que se pierden en la marañosa desprolijidad de tu barba cuajada de migajas y pegajosas gotitas de salsa de tomate! Ya sé que yo no te voy a gustar a pesar de tener la mitad de tus años, dos tercios de tu peso y un quinto más de tu altura pero quiero que sepas que esta noche y todas las noches de mi vida soñaré con tu voz zezoza, tu mirada desencajada y tu cola caída. Pero no te preocupes, me iré con mi corazón destrozado a seguir bailando. No quiero ser la molestia que arruine tu noche”.

Son cosas que sólo se pueden hacer bajo el influjo del alcohol en determinados tiempos y lugares y con la compañía de ciertos amigos que también beban. El lunes te dirán que sos cruel, perra o, simplemente, loca mala y vos te defenderás diciendo que sólo sos el instrumento de la justicia poética, pero en ese momento se reirán con vos.

Y más se reirán cuando, a la salida, te encontrés con el amigo de camisa leñadora apoyado sexymente contra la pared y murmurándote “¿Así que te gustan los hombres feos, che?”.

Lo peor es que sí me gustan. Pero claro, de éso mis amigos no se enteraron.

martes, 2 de agosto de 2011

Y vos...¿qué clase de pasivo sos?


FORROS

-El buen pasivo te pregunta si tenés forros cuando estás por cogértelo y si no tenés saca uno del bolsillo de su pantalón o de su mesita de luz y te lo pone con la boca.

-El pasivo bueno te da una caja de forros nuevita antes de desvestirse y si queda alguno sin usar deja que te lo lleves para coger con otro.

-El pasivo malo te avisa antes de juntarse a coger que compres una caja de forros texturados y otra de forros con lubricante y si sobra alguno se lo guarda en su bolsillo mientras vas al baño aunque él no lo vaya a usar.

-El mal pasivo te agarra la pija e intenta metérsela a pelo y cuando le decís “pará ¿tenés forros?” te dice que no y te manda a comprar a una estación de servicio.

PLACER

-El buen pasivo disfruta chupándote la pija, disfruta cuando le chupás la cola y le encanta que lo penetres y cabalgarte la pija.

-El pasivo bueno disfruta haciendo todo lo que vos querés que te haga y no hace nada sin que se lo pidas.

-El pasivo malo disfruta cuando te lo cogés por la boca o por la cola mientras él se queda tieso como costal de papas.

-El mal pasivo disfruta cuando se pajea o lo pajeás mientras te manosea la pija o deja que lo puertees un poco.

LUGAR

-El buen pasivo tiene lugar, auto y/o “el depto de una amiga” siempre disponibles y está siempre dispuesto a chupártela y a que te lo cojas en cualquier otro lado y le encanta que lo hagas.

-El pasivo bueno te invita a un hotel que él paga o a su casa y a veces se atreve a manosearte un poco mientras manejás o a darte un beso en el ascensor.

-El pasivo malo quiere que lo lleves en auto al hotel más caro de la ciudad o a tu casa aunque estén tus viejos, tu sobrina y tu perro y que después lo dejés en su casa donde vive solo con tina en el baño y dos autos en el garage.

-El mal pasivo no tiene lugar, ni auto, ni bici, ni plata para el taxi y no tiene el más mínimo sentido de orientación en el espacio por lo que terminás perdido en la loma del ocote cuando vas a buscarlo siguiendo las indicaciones que te da por teléfono.

PREVIA

-El buen pasivo, antes de coger, acepta la invitación que le hagas, sea ir a cenar, al cine, a coger a su casa, a la tuya o al medio del parque y mientras te cuenta alguna huevada o te escucha hablar se te acerca y se sienta al lado tuyo o en tu falda o te acaricia las piernas y/o el bulto suavemente.

-El pasivo bueno, antes de coger, te invita a su casa a cenar lo que cocinó o compró y te atosiga a preguntas sobre tu familia, tus amigos, tu trabajo, tu profesión, tus gustos, tu pasado, tus proyectos y a cada cosa que le contás en 10 segundos él te cuenta una equivalente en 10 minutos hasta que le decís “¿vamos a tu pieza?” o lo besás en medio de su parloteo.

-El pasivo malo, antes de coger, te tira indirectas por msn o por cel para que lo invites a tener sexo y cuando lo hacés te dice que justo hoy no puede y después te llama a la 1 y 45 de la mañana para decirte que se acaba de desocupar y que vayas a su casa.

-El mal pasivo, antes de coger, te dice que no quiere sexo de una y que sos un sexópata si lo invitás a coger y que está recaliente y que no seas un nene de pecho si lo invitás a cenar o al cine.

POSTVIA

-El buen pasivo, después de coger, espera que vayas al baño o que le ofrezcas ir primero, se lava, vuelve a la cama, se abraza a vos, te dice que sos un animal en la cama, te pregunta si querés tomar algo y te hace masajes hasta que te quedás dormido o te volvés a calentar.

-El pasivo bueno, después de coger, espera que vuelvas del baño para poder terminar de contarte todo lo que le faltó contarte en la previa hasta que te quedás dormido o te vestís y te vas mientras él te sigue hasta la puerta sin parar de hablar de sus sobrinos, de sus últimas vacaciones o de las películas que le gustan.

-El pasivo malo, después de coger, se limpia con el cubrecama y se empieza a vestir rápidamente como si estuvieran por venir los padres y cuando vos te empezás a vestir te dice “¿qué?¿ya te querés ir?¿no te gustó?”.

-El mal pasivo, después de coger, pone cara de deprimido y llora en silencio o espera a que te vayas para arrodillarse y rezar el Acto de Contrición.

HIGIENE

-El buen pasivo se baña diariamente, se cepilla los dientes 4 veces al día, usa desodorante dove o alguno bien suave, sabe hacerse enemas con el bidet o la ducha, se depila seguido y siempre tiene tiempo de ponerse alguno de sus treinta y seis perfumes importados antes de coger.

-El pasivo bueno se baña día por medio, usa desodorante patrich’s , perfumes, colonias, cremas y talcos de todo tipo, tiene hecha la depilación definitiva y se hace enemas en su baño antes de coger.

-El pasivo malo se baña y chupa un tic tac antes de coger, usa desodorante deportivo y/o colonia, se afeita los cachetes de la cola y sólo se digna a dedearse un poco en el bidet después de ensuciártela.

-El mal pasivo se baña los sábados antes de salir, tiene encías sangrantes, usa el perfume de alguna amiga, cree que enema es el nombre de algún duende de la mitología nórdica y tiene granos, manchas, cicatrices y una mata de pelos pegoteados con trocitos de papel higiénico en la cola.

ORGASMO

-El buen pasivo espera que acabes adentro de él con forro o que le tires la leche encima y, si acaba antes que vos, te pajea hasta hacerte acabar mientras te chupa, lame y besa las bolas o la boca o el pecho.

-El pasivo bueno, nunca acaba antes que vos y espera a que vos acabes en su cola o en su boca, con o sin forro. Y después que te vas, acaba pajeándose con un consolador.

-El pasivo malo acaba siempre antes que vos, aunque sea fingiendo y si querés acabar solo deja que te pajeés el tiempo que él tarde en vestirse e irse o pedirte que te vayas.

-El mal pasivo quiere que lo pajées o se la chupes antes, durante y después de que te lo cogés y no te deja ir hasta acabar, aunque sea pajeándose solito mientras mira tu pija.

MILKING

-El buen pasivo te pide que le llenes la cola de leche mientras te lo cogés con forro o que le bañes toda la cara mientras te la chupa y te pajea arrodillado entre tus piernas.

-El pasivo bueno te cabalga la pija con o sin forro hasta que empezás a acabar y se sale justo o te la chupa hasta hacerte acabar en su boca para salir corriendo al baño y escupir en el inodoro.

-El pasivo malo deja que acabes pajeándote vos solito sobre tu abdomen y se enoja y te hace limpiar si cae algo en las sábanas o el suelo.

-El mal pasivo deja que acabes pajeándote vos mismo sobre su pecho o sobre su pierna o sobre su mano y apenas terminás se limpia con tus sábanas o con tu pelo.

FRASES

-El buen pasivo te dice “cogéme, papi”, “sí, rompéme la colita” o “qué buena pija tenés, bebé” mientras te lo cogés y gime como gata en celo.

-El pasivo bueno te dice “oh, sí” o “uy,sí” o “¿me vas a llamar mañana?” mientras finge exageradamente que está gozando tu pija.

-El pasivo malo deja escapar un “uf” o un “ah” cuando te lo cogés muy fuerte mientras pone cara de milico enojado.

-El mal pasivo te dice “pará” o “despacito, despacito” o “¿ya me la metiste?” cuando recién estás puerteándole la cola.

ORAL

-El buen pasivo te besa un rato la boca con aliento a caramelo de cereza, y después baja lentamente por tu cuello, tu pecho y tu abdomen mientras va sacando y acariciando tu pija y tus huevos para besar, lamer, chupar, sacudir y atragantarse mientras te mira a los ojos con cara de gatito juguetón.

-El pasivo bueno te besa y te besa y te besa y cuando intentás bajarle la cabeza te besa la pija y vuelve a subir para seguir besándote la boca hasta que le decís que te la chupe y lo hace durante unos minutitos con los ojos cerrados para después volver a besarte en la boca con aliento a leche ensalivada.

-El pasivo malo se deja besar los labios sin abrir la boca, se acuesta y espera que vos te pongas con las piernas abiertas sobre su cara para que le metas la pija en la boca mientras él se pajea y mira tu vello púbico.

-El mal pasivo abre la boca para que lo beses y lo esquivás cuando sentís su aliento a cloaca a sólo 10cm de su cara y cuando te la chupa te raspa el tronco con los dientes o te aprieta las bolas hasta acalambrarte todo el vientre.

ACTITUD

-El buen pasivo sabe hacerte entender con la mirada y los gestos que quiere que lo avances y, si no te das cuenta, te pone los brazos en el cuello y acerca sus labios a los tuyos esperando que lo beses.

-El pasivo bueno te invita un trago o un café, se sienta enfrente tuyo y te dice que le gusta que lo avancen y si no lo hacés te pregunta si sos tímido.

-El pasivo malo te mira como si se le fueran a salir los ojos y cuando te le acercás para hablarle o besarlo se hace el que recién se da cuenta que existís.

-El mal pasivo pregunta a todos sus amigos y conocidos si cogieron con vos y si tienen tu msn para agregarte y esperar que vos le hablés por ahí.

DOLOR

-El buen pasivo deja que lo dilatés disfrutando tu lengua o tus dedos y, si no lo hacés, se dilata solo con lubricante y se te sienta encima cabalgándote cada vez más fuerte y pidiéndote que le des con toda.

-El pasivo bueno se pone crema o lubricante mientras lo besas y se aguanta cada embestida estoicamente y hasta te dice “uy, qué lindo” con lágrimas en los ojos.

-El pasivo malo se deja chupar la cola sin emitir un sólo sonido pero no quiere que le metas los dedos por si lo lastimás y cuando le duele se sale y te dice que no sabés coger.

-El mal pasivo no sabe dilatarse solo y le da asco que le chupes la cola o que lo dedees y apenas se la metés se la saca y te dice “mejor nos pajeemos” con cara de sufrido.

AMBIENTE

-El buen pasivo pone música tranqui y una luz leve, prende el ventilador o el calefactor que están cerca de su impecable cama de dos plazas en su impecable y ordenadísima habitación. Después de coger, te trae una lata de cerveza helada y te masajea con aceites que guarda en su mesa de luz mientras su perro y/o su gato duermen en su canasta sin osar acercarse a la cama.

-El pasivo bueno pone música celta o bandas sonoras famosas, se pone una bata que él cree japonesa, enciende el aire acondicionado y prende cuatro o cinco velas perfumadas y dos sahumerios caminando en medias sobre sus diversas alfombras. Después de coger, trae una copa de cristal con gaseosa de limón o pomelo para tomar con vos mientras empuja un poco a su perro y/o su gato que duermen en la almohada.

-El pasivo malo deja la tele encendida con cualquier programa de chimentos sobre la farándula argentina y se sube a su siempre desarmada cama de una plaza donde habitan también su perro y/o su gato y unos cuantos y variados seres bióticos más. Después de coger, hace un bollito con el forro usado y su sobre y los arroja por la ventana mientras saca un papel higiénico de abajo de la cama para limpiarse ahí mismo.

-El mal pasivo pone Britney, las Spice Girls o Rihanna a todo volumen, deja prendida la luz del baño o de la cocina y abre o cierra la ventana para acondicionar el ambiente que siempre está lleno de todo tipo de ropas tiradas por cualquier lado. Después de coger, abraza a su perro y/o su gato o a su osito de peluche y se pone a contarte su día, despertándote cada vez que te dormís.

DEPORTE

-El buen pasivo hace o hizo danza y natación, día por medio baila solo en su pieza frente al espejo, de vez en cuando juega al paddle o al tenis, es casi vegetariano y, cada cuatro años, grita “vamos, Argentina” mientras mira, memoriza y clasifica once pares de piernas con sus once bultos y sus suplentes.

-El pasivo bueno cree que la danza es para maricas (odia la frase “la que puede, puede”), paga planes anuales de gimnasio con natación, step, yoga, pilates y no cumple ni un cuarto de ellos aunque toma clases de cualquier boludez nueva que inventen sus entrenadores, es totalmente vegetariano y, cuando hace zapping, mira unos minutos de algún partido de rugby, fútbol, basquet o algún torneo de natación masculina, sin diferenciarlos mucho.

-El pasivo malo baila –o, mejor dicho, se balancea levemente de lado a lado- los sábados a la noche en algún boliche, paga planes mensuales de gimnasio pero asiste un promedio de 15 minutos semanales, come cualquier cosa de delivery y sabe chismes sobre la vida personal de los jugadores de fútbol más famosos y de algún que otro tenista, pero ignora lo que es un corner.

-El mal pasivo da ocote bailando en cualquier disco o en su pieza, de pedo sabe caminar y no corre ni un colectivo, visita diariamente la panadería y semanalmente la heladería y usa shorts, zapatillas, medias y camisetas de futbolista (y tanga o bombacha debajo).

ARTE

-El buen pasivo sabe ver, apreciar y –sobre todo- crear belleza estética en cualquier rama del arte (sea música, pintura, maquillaje, ropa, decoración, etc.) y adora a todos los que son capaces de hacer lo mismo.

-El pasivo bueno sabe ver, apreciar y –sobre todo- comprar los productos de mayor calidad en cualquier rama del arte y compite a muerte con los que son capaces de hacer lo mismo.

-El pasivo malo sabe ver, apreciar y –sobre todo- envidiar los productos más caros en cualquier rama del arte y odia profundamente a todo aquel que puede comprarlos, incluso aunque él también pueda.

-El mal pasivo no sabe ver, apreciar ni mucho menos crear nada -sea bueno, malo, caro o barato- en ninguna rama del arte pero se considera la reencarnación de Leonardo Da Vinci aunque cree que Florencia es sólo un nombre femenino.

TAMAÑO

-El buen pasivo es siempre más bajo, más delgado y más joven que vos (o, al menos, de tu edad), ya que jamás se buscaría un tipo que no pueda manejarlo en la cama. Tiene la cola redonda, chiquita, parada, blanca, sabe arquearse en cualquier postura y se va dilatando progresivamente.

-El pasivo bueno es mucho más alto o mucho más bajo y mucho más gordo o mucho más flaco que vos pero siempre es, al menos, 15 años más viejo porque siempre te paga o te regala cosas para que te lo cojas. Tiene la cola flácida, con estrías, bronceada, con la marca de la tanga, no sabe arquear la cintura y jamás termina de dilatarse bien pensando que así queda menos puta.

-El pasivo malo es de altura y contextura mediana y siempre tiene menos de 25 años porque su única arma de levante es la juventud. Tiene la cola ancha, gorda y esponjosa, su columna lumbar está patológicamente arqueada y las paredes interiores de su ano y recto hace años que ya no se tocan.

-El mal pasivo es siempre más grandote que vos y más o menos de tu edad, porque no le importa como seas vos, sólo piensa en tu pija. Tiene la cola sosa, fofa y escondida detrás de una mata de pelos, mugre y cicatrices, levanta la espalda pensando que así se arquea y jamás logra dilatarse más allá de un par de centímetros.

ORGULLO

-El buen pasivo está fuera del closet en su casa, en su trabajo, con sus amigos, su/s hermana/os y sus padres lo saben aunque no le tocan el tema casi nunca. No es ni amanerado ni masculino al estilo de un chico tranqui, onda Pablo Rago, trata a las personas según su género -incluso a sus amigos más afeminados-, no le importa si alguien lo trata de mujer amigablemente y disfruta cuando le dicen puto/a en la cama.

-El pasivo bueno está fuera del closet sólo con sus amigos más íntimos aunque en su trabajo y su familia todos saben que es gay, pero evitan el tema. Es irremediablemente amanerado al estilo de una señora vieja, onda Mirtha Legrand, trata a todo activo que se lo coja por el diminutivo de su nombre (Gaby, Andy, etc.) y le divierte tratarse de mujer con sus amigos gays aunque se siente un poco ofendido si le dicen puto/a en la cama.

-El pasivo malo está fuera del closet en el boliche y en el sauna aunque en su trabajo todos saben que es gay, no tiene amigos y con su familia no se habla. Es amanerado al estilo de una yegua mala, onda Silvia Suller, trata a todo gay que se le cruce en femenino y si le dicen puto/a en la cama contesta “más puta sos vos, loca de mierda”.

-El mal pasivo no está fuera del closet y dice frecuentar los boliches gays por la buena música y los saunas porque le hacen bien a su piel. Es fingida y exageradamente masculino al estilo de un pelotudo sin contacto con la realidad onda Ricardo Fort, trata de loca a todo gay pasivo que se le cruza y se pone rojo tomate si le dicen puto/a en la cama o fuera de ella.

MORBO

-El buen pasivo quiere que en la cama seas un animal salvaje, que le chupes mucho la cola, que te lo cojas con toda, que le grites que le vas a romper el orto y que le pegues chirlos y cachetadas sin dejarle marcas mientras se la ponés en todas las poses que se te ocurran. Y deja que lo hagas y después se te acurruca para hacer cucharita.

-El pasivo bueno quiere que en la cama seas un animal salvaje, que le chupes mucho la cola, que te lo cojas con toda, que le grites que le vas a romper el orto y que le pegues chirlos y cachetadas sin dejarle marcas mientras se la ponés en todas las poses que se te ocurran. Y deja que lo hagas pero después se te aferra como una sanguijuela y te pregunta si siempre cogés así.

-El pasivo malo quiere que en la cama seas un animal salvaje, que le chupes mucho la cola, que te lo cojas con toda, que le grites que le vas a romper el orto y que le pegues chirlos y cachetadas sin dejarle marcas mientras se la ponés en todas las poses que se te ocurran. Pero no deja que hagas nada de eso y después te dice que cogés mal.

-El mal pasivo quiere que en la cama seas un animal salvaje, que le chupes mucho la cola, que te lo cojas con toda, que le grites que le vas a romper el orto y que le pegues chirlos y cachetadas sin dejarle marcas mientras se la ponés en todas las poses que se te ocurran. Pero sólo deja que lo puertees despacito mientras se pajea y acaba sin que te des cuenta.

COMPROMISO

-El buen pasivo es infiel por naturaleza aunque puede llegar a comprometerse después de estar muchas veces con alguien y rara vez habla de algún otro amante/pareja. Cuando se compromete no espera mucho de su pareja y meterá los cuernos si se entera que lo cornearon.

-El pasivo bueno es infiel por naturaleza pero desea con toda su alma ser fiel y, sobre todo, que alguien le sea fiel y le gusta hablar de otros amantes/parejas siempre diciendo que no le llegan a los talones a su pareja actual. Cuando se compromete, se entrega totalmente y se hace el tonto cuando su pareja vuelve tarde con aliento a menta, olor a algún perfume que no usa nunca en toda la piel y gusto a plástico en la pija.

-El pasivo malo es infiel por naturaleza y quiere que alguien le sea absolutamente fiel sin tener que serlo él, aunque le gusta que su pareja le cuente chismes e intimidades sobre otros amantes/parejas. Cuando se compromete, vive buscando toda oportunidad para cagar a su pareja y amenaza con suicidarse cuando se entera que lo gorrearon.

-El mal pasivo es infiel por naturaleza, por lo cual quiere casarse con una mujer, formar una familia y tener uno o varios amantes que se lo cojan sin que se entere la bruja y los mocosos. Jamás se compromete con un hombre y, si se engancha mucho con alguno, usa la plata de la Asignación Universal para pagar a cambio de sexo.

CONTACTO

-El buen pasivo contesta toda llamada, mail o mensaje que le mandes aunque sea con un “no puedo hoy, lindo. T llamo mañana, beso” y cuando tiene ganas de verte te llama o te manda mensaje diciéndote que tiene ganas de que te lo cojas.

-El pasivo bueno contesta eufóricamente toda llamada, mail o mensaje que le mandes logrando que te arrepientas de haberlo hecho y, cuando tiene ganas de verte, te manda un mensaje que dice “Hola ¿cómo andas?” y se enfrasca en un larguísimo e insípido intercambio de mensajes pelotudos hasta que te dice “Estaria lindo juntarnos un ratito no? Jejeje”

-El pasivo malo contesta al menos dos horas después toda llamada, mail o mensaje que le mandes haciéndose el que apenas se acuerda quien sos y cuando tiene ganas de verte te manda un mail-cadena sobre la selva amazónica o las focas de Alaska, esperando que tu respuesta sea “Quiero cojerte ¿venís o voy?”

-El mal pasivo nunca contesta ninguna llamada, mail o mensaje que le mandes porque efectivamente no se acuerda bien de quien sos y no se atreve a meter la pata. Cuando tiene ganas de verte se conecta al msn y espera entre 5 a 10 minutos que le hables y si no lo haces, lo hace él diciendo “Hey, como andas? recién te veo conectado”.

ALCOHOL

-El buen pasivo toma cualquier bebida alcohólica pero en poca cantidad y se compra un fernet con coca para chupar hielos.

-El pasivo bueno pide un champagne, toma media copa y te lo da, pide una cerveza, toma unos sorbitos y te la da, pide un fernet, chupa un poquito la pajita y te lo da y después termina tomándose un speed puro.

-El pasivo malo toma cualquier bebida alcohólica en gran cantidad y termina tomándose su propia vomitada tirado en la vereda de afuera del boliche.

-El mal pasivo compra un vodka con speed con sus amigos y se lo toma casi solo y termina cargando una botellita de agua mineral usada en el lavatorio del baño.

DIVISMO

-El buen pasivo ama, adora e idolatra a toda mujer famosa y perra como Lana Turner, Catalina la Grande y Madonna en sus primeras épocas.

-El pasivo bueno ama, adora e idolatra a toda mujer famosa y pelotuda como Marilyn Monroe, Lady Di y Celine Dion.

-El pasivo malo ama, adora e idolatra a toda mujer famosa y linda como Greta Garbo, la princesa Sissy y Kylie Minogue.

-El mal pasivo ama, adora e idolatra a toda mujer famosa y poderosa como Joan Crawford, Isabel II de Inglaterra y Cris Morena.

POLÍTICA

-El buen pasivo se promete siempre votar a la izquierda en las próximas elecciones pero termina votando por el que más posibilidades tiene de salir segundo.

-El pasivo bueno es radical y vota siempre a la UCR aunque le gustaría que fueran un poco más conservadores.

-El pasivo malo es radical y católico o –peor- peronista y católico y vota siempre al candidato más derechista.

-El mal pasivo no entiende cómo funciona la democracia y, si alguna vez lo entendiera, se pondría furioso y armaría un golpe de estado.