lunes, 20 de febrero de 2017

Los Verdaderos Peligros Del Progreso Tecnológico


Hace un par de años, uno de mis ex compañeros de colegio que ahora es arquitecto envió al grupo de egresados -que una compañera ex gorda y ex bullineada armó en Whats App- una foto de un plano con unas indicaciones de cómo cambiar las puertas.
A los diez o quince minutos mandó un "Ups, perdón". Alguno le hizo el chiste que se imponía sobre los arquitectos que diseñan chupados y lo que va a salir de esa casa y alguna puso un "jajaja" y se acabó. El grupo siguió igual, saturándose de chistes malos que rayan o son directamente machistas y/o homofóbicos, memes que ya vimos todos en Face y fotos de los hijos de aquellos insensatos que se condenaron de por vida siendo padres.
Aquello (además de todo lo otro) era un aviso que me mandaba Dior para salirme de ese infausto grupo y no quise verlo, porque un tiempo después yo mandé al mismo grupo un ¿inocente? "tenes lugar?" un sábado a las 5 37 am.
Por supuesto, los dos imbéciles que estaban chateando a esa hora (uno está en Francia y el otro en Japón) se quedaron mudos un par de minutos. Después pusieron "Rubio, en qué andás?". Y al ratito se desató una catarata de comentarios TOTALMENTE ERRÓNEOS sobre mi vida sexual. 
De hecho, parece que algunos se despertaron (o estarían despiertos sin participar en la estúpida charla del nuevo francés y el nuevo japonés) sólo para poder decir "La rubia está a full", "Que pasó rubio? tan tarde y todavía no cogiste????", "Vení a casa, Ru, te prestamos el sofá pero ojito con lo que traes" etc.

Iba a poner una foto de una ex compañera viendo su cel, pero para la vida virtual mejor son los modelos.

Por supuesto, no había forma de salvarla. Quizás podría haber inventado alguna historia pero estaba medio en pedo, saliendo de Zen con un embole terrible por que lo mejor que me había pasado en la noche era un gordo barbudo con lentes que se me acercó a hablarme de Judith Butler en el balcón de arriba y una loquita que bailó conmigo sólo para beber de mi cerveza. Cuando pasa éso, empezás a mandar mensajes a diestra y siniestra a todos tus huesitos del whats app y te conectás a manhunt, a contactos sex o a lo que sea para ver qué enganchás rápido antes que salga el sol y todos nos volvamos cenizas de vampiros fracasados que no consiguieron ni la más minúscula y flácida carne para chupar. Y claro, si todo eso falla, todavía queda el parque, salvo que te hayas puesto los zapatos caros (como era el caso de esa noche) o andes sin auto.
La cuestión es que, en ese estado de embriaguez y embole es fácil confundirse de conversación. Sobre todo si hay dos giles aburridos que están chateando sin parar y a cada rato te aparece un nuevo mensaje de su conversación encima de las otras que estás teniendo. Así que tuve que reirme y hacerme el superado y decir un par de chistes onda "Callense manga de envidiosos, sigan hablando de si Talleres hizo un milagro con San Lorenzo mientras yo me voy a coger" (ni viviendo en el culo del mundo dejan de pensar en Talleres estos imbéciles fútbol-lobotomizados"!). 



De más está decir que todo ese día y por lo menos hasta el lunes, fui el tema candente de ese aburridísimo y sin sentido grupo de Whats App y, por un par de días, zafamos de los memes de Macri y Cristina.
Y por supuesto, hasta hoy siguen haciendo chistes sobre el tema, mandando de vez en cuando un "tenes lugar?" o un "cuánto de mide?" zafado o preguntando si ya limpié mi depto. Todo lo cual confirma mi teoría de que los heteros creen que los gays vivimos cogiendo y demuestra que sus vidas sexuales apestan lo suficiente como para armar un escándalo por enterarse que yo sigo cogiendo con desconocidos a los 36 años.
O quizás (y mucho más probable) no tenemos nada más interesante de qué hablar.
Pero el tema de este post es otro.
Ya hace tiempo que me daba cierto resquemor abrir la galería de fotos de mi cel y ver fotos de pijas y culos (propias y ajenas) entre medio de las fotos de algún sobrino o ahijado en la playa, del lemon pie  perfecto que hizo una tía y te lo mandó como para decirte "a ver cuándo venís a visitarme", de scans o fotos de documentos del laburo que es caro mandar por fax o del plato de sushi que se está comiendo un imbécil en algún restaurant caro (o no) y te lo manda creyendo que pensás "qué cool que sos comiendo sushi" en vez de "qué mierda me importa lo que te llevás a la boca ni en dónde, pelotudo"...(bueno, cuando se trata de sushi -o cualquier comida- realmente no me importa).
Sí, existen funciones para poner fotos ocultas, para crear albumes en otro lado, para esto y para aquello. Pero ¿quién se pone a hacer éso? Tenés que estar muy al pedo. 
Digamos la verdad, las fotos que realmente nos gustan o queremos conservar las subimos al Face o al Instagram o, en un rapto de locura enfermiza impensado y rarísimo, las bajamos a la compu con el cable o algún proceso raro que incluya wi fi entre el cel y la compu sólo para guardarlas en alguna carpeta de fotos para el recuerdo que, si llegamos a abrirla alguna vez en el futuro antes de borrarla por equivocación o de que muera con la computadora, sólo nos servirá para pensar "¡Con razón me anda tan lenta la compu! ¡La tengo llena de porquerías!".
A lo que voy es que raramente nos sentamos a borrar fotos, videos y archivos. La mayoría del tiempo andamos por la vida llevando fotos y videos de todo tipo, incluso muchas que servirían para hacernos (o hacerle a alguien) un revenge porn, con el riesgo de que se nos caiga el cel en algún lado o nos lo chorifiquen y caiga en manos de un alma maligna que lo use para chantajearnos.
Pero, de todas formas, ese riesgo es fácil de disminuir tomandonos un tiempito por día o por semana para borrar lo más comprometedor o para crear algún tipo de carpeta oculta.
El peligro que es imposible de evitar es el de mandar sin querer una foto o un video a quien no debíamos. Esta vez fue sólo un estúpido aunque insalvable "tenés lugar?" en un grupo de gente que me conoce de chico, que sabe que estoy soltero y que aunque crean que me voy a morir embichado o asesinado en una zanja por tener sexo casual entienden que es una vida posible y normal para un gay soltero en sus últimos años de treintena. Pero la próxima puede ser mandarle mi culo abierto a mi viejo, mi pija parada a mi vieja, mi video mamándola a mi tía, el video en que me la maman a mi sobrina como también una foto o video de algún otro culo u otra pija o algún otro acto sexual que me mandaron y no borré.


Por que si bien el cyber acoso y el revenge porn ya se han cobrado víctimas, por lo menos hay leyes en las que te podés amparar para pelear contra los que te acosan (y supongo que en el futuro el cuerpo legal referido a internet va a ser cada vez más grande y complejo, es decir, más tramposo). 
Pero de los errores propios no te salva ni la ley, ni Macri, ni Dior ni Madonna.
Está el caso extremo de la gente que tiene dos celus, uno para esposos/as, novios/as, flia, amigos y el otro para sexo y trampa. Pero ya es un quilombo tener un sólo cel, estar acordándotelo y vigilándolo todo el tiempo como si fuera tu alma...¡imagináte tener dos!.
Con las cuentas de Face o de cualquier red social es más fácil. Hasta podés usar la misma contraseña para que no sea demasiada carga para tu memoria. Pero tener dos celus no sólo es kilombo si no que también es aceptar que tenés una vida privada que no compartís ni con tu esposo/a.
No sé, en cualquier momento explota todo. 
Estamos a sólo un clik de envío para que pase la catástrofe.
En cualquier momento le mando mi culo o mi pija a mi tía y me quedo sin lemon pie casero de por vida. 
(¡Todo en este mundo se complota para que aprenda a cocinar!).
Creo que, desde los primeros y horribles tiempos del Sida, jamás habíamos vivido tan en peligro las locas con vida sexual activa.

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