domingo, 1 de junio de 2008

El Corazón de León


Durante la segunda mitad del siglo XII pasaron unas cuantas cosas muy intesantes para todo aquel que le interese el sexo prohibido, las relaciones imposibles, los escándalos tapados, el amor falso y el amor verdadero, los hombres serviles y los hombres dominantes, el antisemitismo y el anticristianismo, el dinero y el poder, los secuestros y los rescates, las guerras y las matanzas, las esposas abandonadas y las madres aduladoras.

Por supuesto, me refiero a la vida de Ricardo Corazón de León (aunque cómo iban a adivinar, no sé...podría estar hablando de mucha gente con éso).

Siendo que este blog se llama Rubio Tarado, me parece pertinente contar un poco sobre la historia de otros seres que cumplen esas dos condiciones.

Ricardo nació como tercer hijo de un rey, pero gracias a que su hermano mayor era un p*lotudo bárbaro que terminó muerto no recuerdo por qué causa (veneno, flechas, espadas o peste) y su otra hermana mayor era mujer, terminó siendo él mismo rey de Inglaterra.

Pero no nos adelantemos tanto. Echemos primero un rápido vistazo a la infancia y adolescencia de Ricky, quien pasó esas conflictivas etapas en compañía de su madre, la famosa Leonor de Aquitania.
Leonor era la mujer más culta, más rica (y por ende, más bella), más viva y más perra de su época. Y le encantaba serlo. Tuvo 10 hijos, pero adoraba a Ricky, su hijo preferido, a quien le enseñó a tocar instrumentos de la época y a cantar poesía rodeado de cortesanos que se desvivían por adular a los nobles.

Pero, como suele ocurrir con las mujeres que tienen dinero y poder (y con las que no, también) Leonor estaba encaprichada con hacerle la vida imposible a su marido, Enrique II de Inglaterra, quien había osado tener unas cuantas amantes (algunas fijas, otras temporales y unas cuantas violadas en el momento) mientras estaba casado con ella.
Así que para enfurecer a su esposo, Leonor insisitió en que Ricky se hiciera amigo de Felipe (futuro Felipe "Augusto"), el hijo del rey de Francia (anterior esposo de Leonor, no se mareen), principal rival de Enrique II.

Ricardo, según dicen, era ya un muchachote alto, rubio, ojos azules, amante de los deportes y tan pero tan sincero y frontal que la gente le decía "Ricardo Sí o No". Al parecer, era poco vueltero para dar respuestas.
Felipe, en cambio, era uno de esos pendex con el pecho hundido, medio encorvado, cabello de tono indefinible, cara triste de pómulos demasiado salientes y tan pero tan mañoso, artero y tramposo que Leonor terminó arrepintiéndose de fomentar la amistad de su hijo con tamaño hijo de p*ta

Contra todos los pronósticos, resultó que Ricardo se hizo gran amigo de Felipe, quien insistía en que cazaran juntos, comieran del mismo plato y durmieran en el mismo lecho. Así, estos dos muchachitos tan diferentes andaban juntos todo el día, conversando de política feudal, deportes medievales y arte gótico, entre diversos temas.

Pero recordemos que en la edad media, había que casarse muy joven porque era raro que uno viviera más de 40 años (aunque, por supuesto, la perra de Leonor vivió 82). Así que a Ricardito le dijeron que le diera un beso de despedida a Felipito y lo mandaron a Navarra a conocer a Berengaria (o Berenguela, hija de Sancho VI de Navarra) quien estaba ya de antemano enamorada de él por todo lo que decían y cantaban los trovadores (que comían gratis en la mesa de Leonor) sobre el rubio príncipe de Inglaterra y futuro duque de Aquitania.

Ricardo se destacó en Navarra como un excelente caballero. La dulce y muy católica Berengaria corroboró que era todo cierto lo que se decía de él...aunque quizás en ese momento se preguntó porqué Ricky, su futuro esposo, se ponía más charlatán, más piola y más animado cuando estaba presente Sancho, el hermanito de Berengaria (futuro Sancho VII), un morocho de ojos oscuros muybien plantado y con los mismos gustos de Ricardo para la música, el deporte, la poesía, etc. Habrá pensado que eran cosas de hombres.

Poco sabía la pobre Berengaria que pasaría a la historia como la única reina de Inglaterra que jamás puso un pie en Inglaterra. Ricardo le histeriqueó durante años, diciendo que tenía que rebelarse contra su padre a favor de su madre, asumir su rol de rey de Inglaterra, acudir a la Tercera Cruzada o matar unos cuántos judíos en Londres.
Pero la "Beren" aguantó todo, incluso viajar hasta Medio Oriente en un barco medieval sin inodoro ni bidét, acosado por las tormentas del mediterráneo y los ataques de los sarracenos hasta que, finalmente, se casó con su Ricardo.
Obviamente, él encontró luego otras cosas que hacer, como pelearse con Felipe Augusto o construir Chateau Gaillard y Berengarita se quedó sin saber lo que era el amor de un hombre.

Pero bueno, lo siento por Berengaria pero yo tampoco tengo tiempo ni espacio para ella. Mejor sigo con la Tercera Cruzada, la cual fue encabezada por Ricardo y Felipe, ya reyes de Inglaterra y Francia, respectivamente, y por Federico I Barbarroja de Alemania, quien será todo un personaje pero, a los fines de este texto, no pincha ni corta (hasta donde yo sé, claro).

Ricardo y Felipe viajaron hasta Tierra Santa para liberar Jerusalem del sultán Saladino (otro personaje muy interesante que sí pincha y corta en ésto). Al sultán le gustaba mucho pasar su tiempo con eunucos y tenía preferencia por uno de ellos a quien le permitía hasta lavarlo y perfumarlo diariamente (creo que sería un buen momento para señalar que bañarse era una costumbre oriental poco popular entre los cristianos).
Ni Ricardo ni Felipe solían bañarse mucho y se la pasaban en medio de campamentos llenos de soldados de, también, dudosa higiene personal. Felipe se hartó primero y, como astuto monarca que era (y también, como buena loca mala que era) se volvió a Francia para ver si podía robarle algunas tierras a Ricardo mientras éste peleaba con los musulmanes.

Ricardo se quedó entonces muy ocupado dirigiendo a sus hombres, en especial a Blondel de Nesle, un jovencito rubio con ojos verdes, de piel blanca, lampiña y rosadita, que se desvivía por servir a su rey de todas las formas posibles (para esa época, Ricardo ya estaba un poquito baqueteado, con una tupida y horrible barba, el pelo un poco más oscuro, la panza más prominente y entradas de peladito sexy cubiertas por una todavía más sexy corona de oro).

Blondel era también un excelente poeta y músico y cuando Ricardo necesitaba relajarse, se alejaban un poco de los campamentos con unos cuantos servidores para cantar juntos sobre los amores imposibles alrededor de un lindo fogón. Algunos dicen que eran muy fiesteros, pero también se los veía solitos porque Blondel tocaba la flauta como nadie y Ricardo tenía un enorme aprecio por ese especial talento de su rubio servidor.

Se dice que Ricardo se enfermó de una fiebre terrible que lo tuvo postrado días y días en su tienda de camapaña. Nadie sabía cómo curarlo hasta que, de las misteriosas profundidades del desierto surgió una figura envuelta en rarísimas ropas orientales que entró a la tienda de Ricardo cuando nadie la vigilaba y le ofreció un extraño talismán que curaría la vaporosa fiebre con sólo apoyarlo en la frente del monarca.

Al otro día, Ricardo estaba de nuevo en pie y sanito, y expresó el deseo de que, después de muerto, su corazón fuera enterrado en aquellas tierras, cerca de su gran amigo Saladino. Blondel se puso colorado y dicen que salió corriendo y llorando para ahogarse en el mar, pero como estaban en medio del desierto tuvo que desistir de sus funestas intenciones.

Finalmente, Ricardo se dió cuenta de que la cruzada había fracasado y no había forma de vencer a Saladino, por lo que se volvió a Inglaterra para poder seguir peleando con Felipe.

Pero tuvo la mala pata de que su barco naufragó y fue capturado por Leopoldo de Austria, quien también había ido a la cruzada y odiaba a Ricardo porque había pisoteado una bandera austríaca (y porque era más alto y buen mozo que él, seguro). Leopoldo ocultó a Ricardo en un castillo de la Europa central y toda la cristiandad comenzó a preguntarse dónde estaría su héroe Ricardo, a quien ya llamaban "Corazón de León" o "el defensor de la verdadera fe".

Felipe Augusto estaba chocho y el hermano menor de Ricardo, Juan Sin Tierra, ya se frotaba las manos pensando que su hermano nunca aparecería y él sería el nuevo rey de Inglaterra, donde comenzaba a forjarse la leyenda de Robin Hood, personaje que siempre me resultó antipático (robar a los ricos para dar a los pobres es hacer ricos a los pobres...) y donde la reina Leonor lloraba con Blondel de Nesle todas las noches, preguntándose dónde estaría su hijito querido.

Y acá llegamos a la parte que me gusta.

Se dice que Blondel salió de Inglaterra y se dirigió a Austria y Alemania, vagando por varios castillos a los que se acercaba como trovador. Sin embargo, Blondel sólo tocaba una canción, que teóricamente había compuesto con Ricardo y nadie más conocía.

Así, el rubiecito lampiño de cachetes rosados se la pasó cantando aquella cancioncita de castillo en castillo hasta que oyó una voz que le contestaba desde una torre con la estrofa que le correspondía a Ricardo. Inmediatamente le escribió a Leonor y ésta se las arregló para tratar con Enrique de Alemania el rescate de Ricardo (que fue escandalosamente caro y se pagó con impuestos al pueblo de Inglaterra).

Poco queda por contar, Ricardo volvió a Inglaterra y construyó Chateau Gaillard en Normandía, para desafiar a Felipe, pero al poco tiempo fue muerto de un flechazo mientras asaltaba un castillo francés donde, según decían, había un misterioso tesoro.
Chateau Gaillard era un castillo imponente y parecía impenetrable por cualquier ejército, pero Felipe tuvo la vieja idea griega de conquistarlo introduciendo un traidor en el castillo que les abriera las puertas a sus soldados. Así fue como Felipe Augusto comenzó a conquistar a todas las tierras del rey inglés en Francia (salvo Aquitania), destruyendo el imperio Plantagenet. Las locas malas y tramposas siempre tienen la última palabra.

Agunos historiadores dicen que lo de la canción de Blondel y Ricardo fué sólo una fábula inventada años después y que Blondel de Nesle ni siquiera existió (alguna gente se empeña en hacer a la Historia más aburrida de lo que ya es de por sí).

Existen también algunos historiadores que hasta se atreven a afirmar que Ricardo era homosexual (!) y Blondel, su amante preferido, mientras Sancho VII, Felipe Augusto, Saladino y algunos otros habrían compartido también los placeres sodomitas con el Corazón de León. Pero como Ricardo luchó por la Iglesia, nunca tuvo mala prensa y pasó a la historia como uno de los mayores reyes medievales y un verdadero héroe al estilo del Cid.

Fábula o no, siempre me ha gustado esa historia del trovador buscando a su segunda voz por todos los castillos y hasta me he puesto a imaginar cómo sería aquella canción. No creo que se pareciera en nada a un posible dúo entre Ricky Martin y Miguel Bosé, pero seguro sería lindo escucharla.

1 comentario:

  1. Ja! como que los historiadores nos encargamos de hacer la historia mas aburrida de lo que es! para divertirse estan los literatos! jajajaja... muy buena la reconstruccion de la leyenda! je. Podriamos iniciar la "Escuela de Historia Homosexual". Seria un exito.

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