
Todas las locas tenemos nuestro grado de hijadeputez: con frecuencia somos chismosas, hacemos comentarios destructivos por delante (y por detrás), difundimos un dato secreto que destruye la reputación de alguien, nos hacemos envidiar alguna pilcha o algún chongo con amigos, conocidos y/o desconocidos, etc.
Pero existe un tipo de loca más venenosa, artera y maliciosa que ninguna otra porque se dedica con tanta pasión y esmero a ser mala que lastimar al prójimo se vuelve la principal razón de su existencia.
Es la loca mala, un perverso y maléfico ser que, dependiendo de su edad televisiva, puede parecerse a Diana de Invasión V, a C.C. Babock de The Nanny o al hada madrina de Shreck II. O, también, a una combinación de las tres.
La loca mala nació para hacer de éste un mundo peor. Desde niña tiene la habilidad y el deseo de arruinarles la felicidad a los que la rodean. Es esa mocosa insoportable que llora y grita hasta que el papi o la mami o la abu le compran el juguete que fervorosamente desean todos los niños de su edad, sólo para tenerlo guardado y pudriéndose excepto en los momentos en que puede mostrarlo a quienes jamás podrían comprarlo. Es decir, una especio de Kiko, pero más gay.
La loca mala maneja como nadie los sutiles hilos de las relaciones humanas. Generalmente, comienza su entrenamiento en el colegio, primario o secundario. Vertiendo por aquí o por allá algún comentario inocente sobre el color del sweater que usó el esposo de la profe de Matemáticas en el acto escolar logra que la directora sea expulsada, que la profe de Francés llore histérica en los pasillos, que los profes de Gimnasia prohíban la entrada a los vestuarios, que los de la cocina le declaren la guerra a los porteros, que los alumnos del último curso se agarren a trompadas antes del viaje de estudios y que la profe de Plástica intente suicidarse metiendo la cabeza en el horno de arcilla.
Si tiene familia grande, logra lo mismo entre sus tíos/as, primos/as, abuelos/as y, claro, entre sus hermanos y padres. Alrededor de ella siempre hay kilombos, siempre hay bardos, siempre hay gente peleada a muerte.
Y, por supuesto, la loca mala siempre parece no tener la más mínima responsabilidad y aparece como mediadora entre toda esa gente incivilizada
Pero, cuando llega cierto punto en su vida en que se siente más segura de sí y de su ponzoña, sale del oscuro y seguro closet, dejando a un lado ese papel de secreta instigadora de peleas y desmanes y se lanza a crear conflictos poniendo su cara y su firma.
Generalmente hace esto cuando por fin se establece en la vida con algún oficio que le permita desarrollar su vocación venenosa. La loca mala tiene preferencia por todos esos puestos y/o profesiones que parecen haber sido inventados para fomentar las discusiones, los malentendidos, los odios y la guerra.
Por ejemplo, no hay edificio municipal ni hospital público (o privado) que no tenga una loca mala en recepción, en atención al público o, al menos, en la caja.
Si de ellas depende la realización de un trámite, lo alargan al menos el triple del tiempo que normalmente llevaría cumplirlo pidiendo el sellito verde en vez del rojo, el expediente 00/9 en vez del 009, el troquelado en Buenos Aires, etc. Y, mala como es, también es implacable: no siente piedad por nadie. Menores, jubilados, amas de casa, alumnos de colegios nocturnos, profesionales, discapacitados, etc., todos son carne de cañón para ella, que lo único que quiere es hacerle más difícil todo a todo el mundo.
Aunque, por supuesto, puede tener preferencias por ciertas víctimas.
Hay locas malas misóginas y locas malas feministas. Está la que a un chongo lindo le facilita todo y la que le hace muchísimo más kilombo que a nadie para tenerlo más tiempo a su merced. Está la que detesta a los negros y la que prefiere torturar a los blancos, etc.
Igual, que prefiera a un tipo de víctima tampoco la vuelve buena con el resto. Es sólo que, como todo el mundo hoy día, la loca mala necesita especializarse.
La loca mala también suele decantarse hacia la docencia, sobre todo hacia materias como Literatura, Historia, Idiomas y cualquier otra en que se pueda discutir todo y encontrarle la quinta pata al gato para bochar a alguien. Un caso especial es la loca mala que da Plástica, Música y/o Teatro ya que estas disciplinas permiten refinar su maldad como ninguna otra. Siempre encuentran una falta de “brillantismo” o un exceso de “expresionitud” en lo que hacen los alumnos y con eso los mandan a Marzo.
Para ser justos, hay que decir que hay locas malas en todas las materias, desde Matemáticas a Formación Cívica. No hace falta ninguna formación específica para ser mala, sólo hay que detestar a los alumnos, a la escuela, al mundo y a uno mismo.
Otro lugar muy común hacia el que la loca mala suele fluir es
Desde el punto de vista sexual, existen también dos tipos de loca mala. Está la que hace alarde de sus conquistas y aventuras sexuales (que son siempre fantásticas y, claro, increíbles) y está la que no coge ni deja coger.
Este último tipo de loca mala se la pasa despotricando donde esté contra los que tienen “sexo express”. Para ella no hay mal peor que la promiscuidad, simplemente porque es un pecado que ella misma no se permite. Y si se lo permite, oculta sus andanzas sexuales como si fueran deshechos de su intestino al contrario del otro tipo de loca mala que sólo vive para contar con quién, dónde y cómo cogió. Y, por supuesto, la medida siempre inconmensurable de cada pene que le toca.
La loca mala “contadora” siempre te hace el resumen de su historial sexual porque cree que de esa forma consigue que la envidien. Y, con frecuencia, lo logra con las loquitas crédulas, hasta que entra en su fase decadencia y comienza a inventar los encuentros sexuales que ya no consigue. Si al principio cuenta que un rugbier casado con una pija así se la cogía todas las noches, termina diciendo que todo un equipo de futbolistas se divorció por ella y no sabe si quedarse con el que tiene super lomo y es re tierno o con el que no es tan lindo pero es super dotado y le quiere regalar un duplex en Niza o Londres.
Al contrario de lo que cualquiera supondría, la loca mala tiene muchos amigos ya que con los amigos se puede ser mucho más malo que con los extraños y se lo disfruta más. Ella siempre pide todo pero nunca da nada. Y tampoco devuelve, sean cigarrillos, lapiceras, cospeles, libros, remeras, dinero, etc. Siempre se las arregla para tener las cosas que sus amigos desean y siempre encuentra la excusa perfecta para no prestarlas. Probablemente no le interese leer, pero si uno de sus amigos dice que le gustaría leer algo de Cortázar o de Wilde, ella va y se compra las obras completas en las ediciones más lujosas y se asegura de tenerlas a la vista siempre que ese amigo la visite. Pero, por supuesto, los libros no se prestan.
Si alguno de sus amigos se pelea con otro del mismo círculo (probablemente por algún manejo de la loca mala) ella mantiene relación con las dos partes y va y viene trayendo chismes falsos, ampliando la brecha de enemistad lo más que pueda, cosa que hayan más peleas y todos se vean involucrados.
Pero su maldad preferida es, obviamente, robarle el novio a sus amigos. No importa que ella sea más fea o que al novio de su amigo no haya con qué darle, ella se las arregla para conquistarlo, aunque sea con dinero o chantaje. Y después, para saborear mejor su crueldad, va toda triste y acongojada a contarle a su amigo que ella no pudo evitarlo, que el tipo la acosó, que prácticamente la violó, etc., pero que se lo cuenta porque ella es una amiga de verdad y entre amigos no hay mentiras ni secretos.
Y su extrema maldad es cuando aprovecha el hecho de que los gays no sólo podemos robarle la pareja a un amigo sino que, además, podemos robarle el amigo a la pareja. Es decir, la loca mala puede coger con todos, amigos, novios de los amigos, amantes de los novios, amigos de los amantes, novios de los amigos de los amantes y así ad infinitum. Por supuesto, el caos que generan sus acciones es tan grande que nadie vuelve a dirigirle la palabra a nadie, salvo a ella, que siempre fue con la verdad de frente (sino, nadie se enteraba de nada).
Algún alma caritativa y pseudofreudiana diría que la loca mala es así porque “algo le pasó”. O, mejor, “algo le habrán hecho”. La pobre loca mala quizás fue maltratada en su infancia, o tuvo problemas de integración en jardín de infantes, o su padre estaba todo el día en el trabajo y no la atendía lo suficiente, o su madre nunca le ponía ajo a la salsa, etc.
Pero a riesgo de que me consideren un ultraderechista, la loca mala no es un ser con problemas de formación/educación, etc., es simplemente una loca que elige ser mala.
Porque ser loca mala es una pura cuestión de elección. Hay cosas que se eligen y cosas que no se pueden elegir. Nadie elige ser hombre o mujer (bueno, ahora sí) o ser blanco o ser negro (salvo Michael Jackson). Nadie elige ser homosexual o heterosexual. O te gusta una cosa y sos chongo o te gusta otra y sos loca.
Pero ser loca mala, eso sí es una elección. Y no hay que buscar razones muy complicadas para explicar esa elección. La loca mala elige ser mala simplemente porque es más divertido. Y, a veces, resulta más provechoso (para ella, claro).